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Gonzalo Ramos
“Mi sueño es trabajar con Al Pacino a las órdenes de Martin Scorsese”
 
 
HÉCTOR MARTÍN RODRIGO
A muchos les gustaría presumir del vertiginoso bagaje interpretativo que este madrileño ha acumulado a sus 25 años recién cumplidos. Después de recibir las clases de Cristina Rota y Juan Carlos Corazza en Madrid, el joven se ha trasladado a Londres para ampliar conocimientos en dos prestigiosos centros. Con semejante formación, su carrera sigue volando alto una década después. Se estrenó en 2004 con un filme que llevaba por título El guardavías, un proyecto peculiar, ya que fue ejecutado de principio a fin por los niños matriculados en la escuela de cine Orson the Kid. La vida en rojo le llevó luego hasta los años sesenta para criticar la represión universitaria que tanto se estilaba durante el franquismo, sin sospechar todavía el salto que se avecinaba en su andadura cinematográfica. Y es que de la mano de Roland Joffé asumió en 2009 el reto de Encontrarás dragones, una superproducción sobre la vida de Escrivá de Balaguer (sacerdote y fundador del Opus Dei) en la que encarnó a un miliciano llamado Miguel, responsable de una de las mejores secuencias del filme. Engrosó entonces un reparto internacional en el que figuraban nombres de la talla de Geraldine Chaplin o Rodrigo Santoro y compañeros españoles como Carlos Leal o Ana Torrent. Hace ya cuatro años de su última película, la angustiosa Cruzando el límite, cuyo argumento relataba el calvario de un adolescente internado por su padre en un correccional donde la especialidad era la tortura psicológica.
 
   Tampoco le falta destreza en el cortometraje, que ha cultivado especialmente a las órdenes de su coetáneo tinerfeño Diego Betancor, para quien ha rubricado dos piezas: el melodrama Tarde y la frustrante La noche rota. Este año ha elegido precisamente el formato breve para debutar como guionista y director con Super Yo, un alegato contra las drogas en el que él mismo encarna a un cocainómano que pide perdón a sus familiares antes de quitarse la vida. Tan brillante monólogo ante la cámara le ha reportado ya el galardón a la mejor actuación masculina del festival Plasencia en Corto.
 
 
 

 
 
   Pero su experiencia está vinculada sobre todo a la televisión. Desfiló por la pantalla de distintas cadenas gracias a papeles episódicos en series como Hospital Central o Los hombres de Paco, hasta que la juvenil Física o química dio a conocer su nombre entre millones de espectadores en 2008. A lo largo de seis agitadas temporadas, hasta 2011, su Julio de la Torre vivió innumerables vicisitudes en el instituto Zurbarán: su hermano se suicidaba, excitaba a un compañero gay en las duchas, le costaba perder la virginidad con una primera novia hippy, la posibilidad de un embarazo ponía en peligro la relación, se alejaba de sus amigos de siempre para juntarse con una violenta pandilla que le daba más de un disgusto, echaba una mano en cuestiones de sexo o deporte a cualquiera que se lo pidiese, descubría que su padre acosaba sin pudor a su propia chica… No tuvo que esperar mucho a su segundo gran personaje para la pequeña pantalla, Alberto Cepeda, nombre falso de un misterioso soldado llegado hacia 1956 a Amar en tiempos revueltos. Ayudaba en la farmacia del cuartel a un siniestro teniente coronel  con cuya hija iniciaba un idilio secreto, aunque este se rompía cuando sus sentimientos quedaban eclipsados por la sed de venganza contra su superior. De hecho, incluso intentaba asesinarle, pero fallaba y terminaba en busca y captura. Su huella televisiva más reciente en España, antes de marcharse a la capital británica, la ha dejado en la comedia Ciega a citas. La audiencia tal vez recuerde su paso fugaz como Víctor, uno de los primeros pretendientes de la indecisa Lucía, obligada a encontrar un príncipe azul a raíz de una apuesta.
 
   Los ochenta son nuestros, una obra con la que Ana Diosdado radiografía las preocupaciones y aspiraciones de aquella generación que se hizo mayor en tan convulsa década, supuso su primera comparecencia como profesional sobre las tablas. Estrenada en el Teatro Calderón madrileño antes de finalizar 2010, con Antonio del Real en la dirección, le situó dentro de un reparto rico en rostros televisivos: Álex Barahona (con quien ya se cruzaba en los platós de Física o química), Natalia Sánchez (su compañera en Amar…) o Antonio Hortelano. Se plantó ante el público en el pellejo del rebelde José, acusado de haber asesinado a un chaval durante una reyerta. Los otros dos títulos que completan por ahora su currículum teatral, Catered affair y Little night music, son fruto de su aventura londinense.
 
 
¿Recuerda el instante particular en que decidió ser actor?
− Sí. Fue el 8 de septiembre de 2002, cuando vi el musical de El fantasma de la ópera. Desde entonces pasión por contar historias y, poco a poco, esa pasión fue convirtiéndose en vocación.
 
− ¿A quién se lo contó por primera vez?
− A mi madre. Fue entendiéndolo poco a poco, mientras descubría que era eso lo que realmente quería. Me pidió que también estudiara una carrera universitaria por si acaso, cosa que todavía no he hecho…
 
 

 
 
− ¿Cuál ha sido el mayor golpe de suerte que ha recibido hasta ahora en su carrera?
− Seguir amando mi profesión pese a haber tenido momentos duros. Siempre he conseguido recuperar las fuerzas y continuar adelante. Considero que todo eso es una suerte enorme.
 
− ¿A cuál de los personajes que ha encarnado le tiene especial cariño? ¿Por qué motivo?
− Al Miguel de There Be Dragons. Fue un proceso breve, pero estar a las órdenes de Roland Joffé me pareció una experiencia inolvidable, tanto en las audiciones como en el plató. Me hacía olvidar lo grande que era él y lo grande que era la película, me quitaba toda esa exigencia de encima y sacaba lo mejor de mí.
 
Si el teléfono dejase de sonar, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
− Aunque nunca abandonaré este oficio, soy monitor de esquí, así que podría sacarme un dinero con eso de vez en cuando.
 
− ¿Ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
− En este oficio te llevas algunos palos y a veces llegas a dudar de ti mismo, pero jamás he pensado en tirar la toalla. No sería feliz si me dedicara a otra cosa.
 
− ¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− En una secuencia de Física o química las chicas nos escondían los bañadores y cuatro chicos nos quedábamos desnudos. Íbamos por el set sin ropa, solo con un calcetín cubriéndonos el asunto… ¡La experiencia fue un poco surrealista!
 
− ¿Le gusta volver a verse en las series y películas en las que ha participado?
− No. Me gusta verlas una vez, pero luego paso a lo siguiente. ¡Me pongo muy nervioso! [Risas].
 
 
 

 
 
− ¿Cuál considera que es el principal problema del cine español y qué solución se le ocurre para paliarlo?
− A todos nos gustaría que hubiese más producción cinematográfica en España, aunque no estamos atravesando el mejor momento para ello. Esperemos que las cosas mejoren poco a poco.
 
− ¿A quién le devolvería antes la llamada, a Tarantino o a Burton?
− ¿Scorsese no vale? [Risas]. Dependería más de cada propuesta que de elegir a uno u otro, ambos son unos titanes y se me congela la sangre al pensar en actuar para ellos. ¡No podría decidir! 
 
− ¿Cuál fue el primer intérprete que le conmovió?
− Hillary Swank en Million Dollar Baby. ¡Esa historia me impactó muchísimo! Seguro que otros actores me dejaron al borde de la lágrima anteriormente, pero no los recuerdo. 
 
¿Qué frase cinematográfica le gusta aplicar como leit motiv personal?
− Más que una frase de ficción, tengo muy presente algo que dijo De Niro en una entrevista: “The talent is in the choices” (“El talento está en las elecciones”).
 
− ¿Qué largometraje ha visto tantas veces que se sabe los diálogos completos de alguna escena?
El Padrino. Parte II. Es el mejor filme que he visto y me atrevería a decir que es el mejor de la historia del cine.
 
¿Cuál fue la última cinta que dejó a medias?
− Creo que siempre he terminado las películas, aunque no me hayan gustado.
 
¿Recuerda alguna anécdota que haya vivido como espectador en un cine o teatro?
− De pequeño fui a ver el musical de El Zorro, había un caballo en el escenario, levantó la cola y se cagó. Era una plasta enorme y en el siguiente cambio de escena ya no estaba. ¡Olé por el que lo limpió tan deprisa! [Risas].
 
− ¿Cuál es su serie de televisión favorita?
Six Feet Under (A dos metros bajo tierra) es la que más me enganchó: guion, actores… ¡Qué maravilla todo!
 
 
 

Descargar'>(En una sesión para 'El País Semanal')

(En una sesión para 'El País Semanal')

 
 
− ¿Cuál es el mejor consejo que ha recibido para ejercer este oficio?
− Mi mujer, que aguanta todos mis fantasmas e inseguridades, siempre me dice que he de ser perseverante y no perder las fuerzas. Le debo tantas cosas desde que la conocí…
 
− ¿Qué punto fuerte y débil destacaría de usted como intérprete?
− Cambio constantemente, en cada trabajo encuentro cosas buenas y menos buenas de mí, pero no sabría concretarlas.
 
− Adelántenos, ahora que no nos escucha nadie… ¿Cuál es el siguiente proyecto que se va a traer entre manos?
− Ahora mismo estoy en Londres haciendo un personaje para la nueva serie de la BBC: The Interceptor. Es un proyecto muy grande y me siento muy privilegiado por participar en él. Creo que se estrenará en 2015.
 
− ¿Qué sueño profesional le gustaría hacer realidad?
− Trabajar con Al Pacino a las órdenes de Martin Scorsese. ¡Casi nada!
 
− ¿Qué canción simboliza el momento actual de su vida?
Come What May. Soy muy feliz en el plano personal y eso me da tranquilidad en el trabajo, tanto para lo bueno como para lo malo.
 
− ¿Qué titular le gustaría leer en el periódico de mañana?
− “El cáncer encuentra una cura universal e infalible”.
 
− ¿En qué período histórico le gustaría haber nacido?
− En la Roma imperial. Es una locura lo avanzados que estaban por entonces; su caída hizo que se dieran mil pasos atrás en el progreso del ser humano. Si aquello hubiera seguido adelante, ahora quizá iríamos a trabajar en naves espaciales [Risas].
 
− Díganos qué le parece más reseñable de AISGE y en qué aspecto le gustaría que mejorásemos.
− Es admirable el apoyo que prestáis a los actores, especialmente en tiempos como estos. Un fuerte abrazo y mi más sincera enhorabuena por vuestra labor.

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