“Estaría bien que los colegios ofreciesen una asignatura sobre la historia del cine”
La banda Picasso es el título de su consagración. La vigésima película de Fernando Colomo, que narra la implicación del célebre pintor en el robo de La Gioconda hacia 1911, parecía estar escrita en su destino. Por varios motivos. El cineasta al que conoció mientras hacía de figurante en Cuarteto de La Habana es el mismo que catorce años más tarde le ha concedido su primer personaje protagonista. Y, como malagueño, ha tenido la oportunidad de encarnar a su paisano más universal. Al igual que él, con quien guarda cierto parecido físico, también buscó refugio artístico en París. “Casualmente, alquilé la casa que a principios del siglo XX habitó la escritora Gertrude Stein, buena amiga de Picasso. Él paseó por el mismo pasillo que yo recorría todos los días”, asegura. Durante sus tres años en la ciudad del Sena recibió clases del dramaturgo Philippe Gaulier (profesor de Emma Thompson o Sacha Baron Cohen) y la veterana compañía Théâtre du Soleil le permitió recorrer medio mundo gracias al espectáculo Le dernier caravanseráil. Esa obra coral, que congregó a actores de 21 nacionalidades bajo la dirección de Ariane Mnouchkine, trataba la dramática experiencia de cualquier refugiado.
Pero su vocación interpretativa había despertado bastante antes en un local de su Málaga natal, La Sala, de donde salieron rostros tan conocidos como Fran Perea o Canco Rodríguez. Aunque a los diecisiete años se fue a Madrid para estudiar Comunicación Audiovisual, acabó compaginando la facultad con la escuela de Alicia Hermida, que le fichó para representar Carnaval infantil y El retablillo de don Cristóbal. Después abarrotó el Teatro Español con el Julio César de Deborah Warner (directora aplaudida por toda Europa) y criticó el egoísmo en la Fuenteovejuna de Laurence Boswell (famoso tras haber estrenado a la mismísima Madonna sobre las tablas). Dejó los grandes clásicos por dos comedias musicales de Pata Teatro, El destino de Simón y Una casa en las afueras, que le hicieron cantar y bailar ante el público infantil. Recientemente ha participado en Mis padres no lo saben, doce historias acerca de la difícil aceptación de la homosexualidad.
Su carrera televisiva arrancó en 2003 gracias a la popular serie andaluza Arrayán y, desde entonces, ha pasado discretamente por Hospital Central o Cuenta atrás. Los espectadores de El comisario le recordarán como un violento traficante de droga que no dudaba en sacarle la navaja a quien le jugase malas pasadas. Mayor repercusión han tenido sus apariciones en el celuloide, al que llegó con Alatriste, la superproducción que reventó la taquilla a finales de 2006. Díaz Yanes le llevó hasta la España imperial del siglo XVII y le puso frente a la cámara junto a grandes figuras: Viggo Mortensen, Elena Anaya, Eduardo Noriega, Blanca Portillo... También ha interpretado al fotógrafo taurino de Blancanieves y ya está esperando el estreno de La mula, una nueva propuesta sobre la Guerra Civil en la que da vida a un soldado nacional que comparte aventuras con Mario Casas o Secun de la Rosa. Placer, único cortometraje que incluye su filmografía, le convirtió en firme defensor del sexo frente al amor.
HÉCTOR ÁLVAREZ JIMÉNEZ
− ¿Recuerda el momento particular en que decidió ser actor, y por qué?
− ¡Jamás me lo había planteado! Trabajando y trabajando, de repente me vi en este embolado.
− ¿Quién fue el primer amigo/a al que se lo contó, y qué le dijo?
− A mis amigos de toda la vida, los que tengo en Málaga. Pensaron que estaba loco y que se me pasaría pronto.
− Si el teléfono dejara de sonar, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
− El teléfono dejó de sonar hace tiempo, pero espero volver a descolgarlo en breve. Mientras tanto… ¡Autoempleo!
− ¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− ¡En todos y cada uno de ellos! El más reciente ha sido el de La banda Picasso, de Fernando Colomo: al principio me dio vértigo interpretar a un pintor tan insigne.
− ¿Cuál cree que es el principal problema del cine español, si es que ve alguno?
− No tengo nada contra el doblaje que se hace en este país; es más, no dudo de que sea el mejor del mundo. Pero si no se doblaran las cintas extranjeras, el público optaría más por las historias autóctonas. También debe cambiar ya la legislación que regula la financiación del sector.
− ¿Se le ocurre alguna solución imaginativa para paliarlo?
− Crear más cinefórums. No estaría nada mal que los colegios impartieran una asignatura sobre la historia del cine para que los pequeños se familiarizasen con los grandes clásicos. Educar a los futuros espectadores sería beneficioso.
− ¿A quién le devolvería antes la llamada, a Spielberg o a Woody Allen?
− ¿Por qué directores estadounidenses? ¡Prefiero el producto nacional! Si no tuviera otras opciones, tiraría una moneda al aire.
− ¿Cuál fue el primer actor o actriz que le conmovió, que le dejó al borde mismo de la lágrima?
− Hay tantos… Pero recuerdo que Faye Dunaway me hizo llorar en Campeón, un filme que vi cuando era un crío.
− ¿Qué frase de película le gusta aplicar como leit motiv personal?
− “Quiero bailar”, de Billy Elliot.
− ¿Qué largometraje ha visto tantas veces que se sabe los diálogos completos de alguna escena?
− Tengo muchos títulos de cabecera que veo de vez en cuando. Encadenados, de Alfred Hitchcock, me parece una historia de amor impresionante. También me apasiona Sunset Boulevard.
− ¿Le gusta volver a verse en los filmes o series en los que ha participado?
− Me cuesta, aunque entiendo que forma parte del proceso de crecimiento como intérprete.
− ¿Cuál fue la última película que no fue capaz de ver hasta el final?
− Suelo verlas enteras para poder opinar sobre ellas cuando acaban. Siempre tengo la esperanza de que me sorprendan.
− ¿Cuál es el primer consejo que le ha dado alguien cercano –ya sea del ámbito profesional o personal– para ejercer mejor la interpretación?
− “Si no eres capaz de ser honesto contigo mismo, no puedes serlo con tu trabajo. Un actor debe estar comprometido con el momento que le ha tocado vivir”. Aprendí muchísimo de Alicia Hermida durante el tiempo que estuve formándome en su escuela.
− ¿Intuitivo o metódico? ¿En qué porcentaje?
− Más bien intuitivo, pero también me encanta la investigación actoral, así que a veces pruebo otras maneras de abordar el personaje. Diría, en definitiva, que tengo un 80 por ciento de intuición y otro 20 por ciento de método.
− ¿Qué canción o canciones escogería para ponerle banda sonora al momento actual de su vida?
− Cualquiera de Jay-Jay Johanson y Najwajean, aunque el flamenco también está muy presente.
− Adelántenos, ahora que no nos escucha nadie… ¿Cuál es el siguiente proyecto que se va a traer entre manos?
− Formé parte del reparto de La mula, un largometraje dirigido por Michael Radford que se estrenará en mayo. Y siempre estoy pegado al teatro.
− ¿Qué le gustaría hacer dentro de cinco minutos?
− Trabajar.
− ¿Y dentro de cinco años?
− Trabajar y vivir frente al mar.
− ¿En qué otra época de la historia le gustaría haber nacido?
− No creo que cualquier tiempo pasado fuese mejor. Me encanta la época que me ha tocado.
− Díganos qué le parece más reseñable de AISGE y en qué aspecto le gustaría que mejorásemos.
− La ayuda a los compañeros que no se encuentran en su mejor momento y la defensa de los derechos de creación que tenemos los actores. Vuestra labor es muy necesaria porque pocos valoran el curro que nos pegamos para construir personajes.
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