21-09-2018
EL LOCALIZADOR
Desencuentro y reconciliación
La ciudad castellana pudo ser conocida en todo el mundo gracias a la laureada ‘Calle Mayor’ de Bardem, pero la detención del director hizo que la película cambiara de escenario. Las cámaras no regresaron hasta 1999, cuando Uribe desplegó por sus rincones al aclamado reparto de ‘Plenilunio’
JOSÉ CARLOS MATÉ El destino no quiso que Palencia se convirtiera en la gran protagonista de Calle Mayor, quizás el mejor largometraje de Juan Antonio Bardem. Bueno, el destino y la Brigada Político-Social, que detuvo al director a los pocos días de trasladarse a la ciudad junto a todo su equipo. Con un kilómetro de longitud y sus soportales sostenidos por un total de 199 columnas, esta emblemática arteria palentina se disponía a acoger el rodaje de la película que más tarde estaría a punto de conseguir el León de Oro en el Festival de Venecia. Corría el año 1956 y los importantes sucesos acaecidos en Madrid y Barcelona como consecuencia del movimiento estudiantil contra el franquismo hicieron que, por primera vez desde el fin de la Guerra Civil, se declarara un estado de excepción en España. La Brigada Político-Social detuvo a los que suponía cabecillas, y el 11 de febrero Bardem era arrestado y conducido hasta las dependencias de la Dirección General de Seguridad de Madrid tras acusársele de un delito de opinión.
El rodaje de Calle Mayor se suspendió, sobre todo, gracias a la actitud de quien protagonizaba la cinta: Betsy Blair. Y de los sindicatos franceses, que pese a las presiones ejercidas por el gobierno español para sustituir a su director, impidieron que se filmase un solo fotograma sin su presencia. Meses después se retomaría la grabación, pero las calles palentinas cambiaron por las de Logroño.
Es probable que la voz de alarma corriera por los círculos cinematográficos y ningún realizador se atreviera a elegir esta tierra como soporte geográfico para sus películas. Hasta 1972 hubo que esperar para ver correr de nuevo el celuloide de la mano de Rafael Gil con su adaptación de la obra de Lope de Vega El mejor alcalde, el rey. Aunque la provincia tuvo un peso importante en el filme, únicamente la cripta de la catedral se vio en la pantalla. Si el rodaje transcurrió sin sobresaltos, no resultó tan tranquilo el estreno, que tuvo lugar en la ciudad el 26 de octubre de 1973. El cine Ortega registró un lleno absoluto de espectadores ansiosos por ver de cerca al director y a algunos de los actores protagonistas. El locutor de La Voz de PalenciaJavier Lostalé se encargó de conducir un acto en el que fue llamando uno a uno a los artífices del filme. Cuando el intérprete Fernando Sancho abandonaba el escenario entre una gran salva de aplausos se precipitó al foso de la orquesta… y arrastró en su caída al presentador. Lostalé sufrió contusiones y hematomas, mientras que al artista le trasladaron a la clínica de la Cruz Roja, donde fue atendido por varios desgarros internos en su brazo derecho.
La gárgola del fotógrafo Pese a la riqueza patrimonial de la capital provincial, sus calles volvieron a quedarse huérfanas de séptimo arte. El imponente Cristo del Otero, la Calle Mayor, las incontables iglesias, el casino o la catedral cejaban en sus ambiciones de saltar a la fama, quizás perseguidos por el maleficio que arrastraba su estela. Ni siquiera la inquietante gárgola del fotógrafo, con su cámara en mano, tenía oportunidad de quedar inmortalizada en el cine. Muchas son las leyendas que circulan sobre el origen y la identidad de este misterioso habitante de ‘La bella desconocida’, como se conoce a la catedral, si bien podría tratarse curiosamente del productor, realizador, iluminador y fotógrafo palentino Luis R. Alonso. Su amistad con el arquitecto encargado de las obras de restauración del templo en torno a 1910 pudo ser el motivo de su recreación escultórica. Alonso había nacido en Palencia en 1888; años más tarde se convertiría en un técnico imprescindible para directores de reconocido prestigio, como José Buchs o Florián Rey.
Los fracasos comerciales de La Coquito (1977) o Mamá es boba (1997), esta no muy estimada por los palentinos debido a la imagen provinciana que ofrecía de la ciudad, tampoco hacían presagiar un futuro halagüeño para el romance entre Palencia y a los destellos de las cámaras. Tuvo que ser un intrépido director nacido en El Salvador, aunque afincado en el País Vasco, el que rompiera el gafe y mostrara en toda su plenitud la ciudad situada a orillas del río Carrión. Imanol Uribe tomó la drástica decisión de cambiar las calles de Úbeda por las de la capital palentina y convirtió el rodaje de Plenilunio en el más grande de los acontecimientos cinematográficos que se recuerdan aquí. Así argumentaba Uribe su elección: “Muñoz Molina, autor de la novela, la escribió con Úbeda en la cabeza, que es su territorio natal, y tuve el privilegio de que me enseñara los escenarios donde transcurría, pero cinematográficamente no me acababan de convencer las dimensiones. Necesitaba una ciudad lo bastante grande como para que se cometan asesinatos de ese tipo y lo suficientemente pequeña como para que los personajes se crucen por la calle y se conozcan. Eran unas medidas muy imprecisas, pero Úbeda me pareció un poco reducida para eso”.
Durante los meses de noviembre y diciembre de 1999 y enero de 2000, las calles y entornos de Palencia se convirtieron en un plató por el que vagaron los personajes de la película. Adriana Ozores, Juan Diego Botto, María Galiana, Miguel Ángel Solá, Charo López o Chete Lera fueron vistos en puntos tan emblemáticos como el Casino, la catedral, el complejo hospitalario San Luis, la Calle Mayor, el Puente de Hierro, la Audiencia Provincial, la Plaza de Abastos, el Colegio Jorge Manrique o la iglesia de San Miguel. Incluso el propio Muñoz Molina intervino con un pequeño papel. “Me hacía mucha gracia la idea de que un académico de la Lengua hiciera de bedel de colegio”, explicó Uribe.
Fue tal la expectación que cientos de vecinos se ofrecieron como figurantes. Y eso que la mayoría de las secuencias se filmaron durante la noche. Tampoco el alcalde de la ciudad y algunos concejales perdieron la oportunidad de quedar inmortalizados para siempre en el celuloide.
El rodaje constituyó un acontecimiento escrito con mayúsculas, pero no lo fue menos el estreno comercial en el mítico cine Ortega el 29 de septiembre de 2000. Las entradas se agotaron a las pocas horas de ponerse a la venta, Uribe firmó en el Libro de Oro de la ciudad, el paseíllo de los intérpretes desde el Ayuntamiento hasta el Ortega fue vitoreado por los numerosos ciudadanos que se quedaron sin sitio en el interior… Plenilunio se proyectó previamente en el Festival de San Sebastián, pero los honores del estreno se quedaron en tierras palentinas.
La crítica trató de forma desigual el largometraje, aunque la Academia de Cine la nominó en cinco categorías para los Goya. Con galardones o sin ellos, vapuleada o alabada por la prensa, difícilmente olvidarán los palentinos aquel frío invierno en el que la capital se convirtió, por fin, en un auténtico plató de cine. Lecturas adicionales#LeerSientaDeCine: "La mancha", el debut en clave queer y feminista de Enrique Aparicio, accésit en 2020 del Premio Paco Rabal #AluCineEnREDes: ¿Gente del cine que siempre da la cara? Un, dos, tres, responda otra vez: Juan Diego Botto Los estrenos del 18 de octubre La habitación de al lado La loca realidad "Valenciana" de los noventa |
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