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23-01-2023

#LeerSientaDeCine

La desmemoria selectiva nos hace culpables

Laura Gost, Goya en 2018 al Mejor Cortometraje de Animación, habla sobre pérdida, identidad y vacío en su segunda y excelente novela, ‘El mundo se vuelve sencillo’

ANTONIO ROJAS (@mapadeutopias)

A sus 29 años, la mallorquina Laura Gost (sa Pobla, 1993) viene avalada por un excelente currículo que incluye varios premios de dramaturgia, un Goya al Mejor Cortometraje de Animación por Woody & Woody, del que firma el guion, y dos novelas: La prima mayor (2020) y, ahora, El mundo se vuelve sencillo.


Pese al título de su nueva entrega, si algo sabemos a estas alturas es que vivir no supone, en absoluto, un acto de sencillez. Y tampoco lo es para la protagonista de este excelente libro escrito en primera persona, a modo de largo monólogo interior. La narradora nos sugiere que la acompañemos a lo largo de un viaje personal que se inicia cuando tiene 14 años y ha de afrontar la muerte de su madre, y concluye ya en la treintena cuando afronta la maternidad; el nacimiento de su hija, María.


La evolución de esta mujer, de la que no importa su nombre, nos acerca a cómo se conforman la personalidad y la identidad. Y esta transcurre, para su construcción, por momentos de incomprensión propia y ajena, de flirteo con el abismo, de cargar con ausencias –voluntarias y sobrevenidas o indeseadas–, de lidiar con contradicciones. Del acierto con determinadas decisiones o de cómo errar en las elecciones nos obliga a levantarnos muchas veces tras otras tantas caídas. Nunca fue fácil, en definitiva, eso de madurar y hacerse mayor.


En esa andadura por el tiempo, la joven afronta la iniciación al sexo (“nada vuelve a ser igual después del primer coito”) y, en consecuencia, la relación con el otro y asomarse al riesgo de que el vínculo que establezca resulte tan tóxico como el de tantas parejas que se hacen daño sin saberlo o quererlo, a veces también sin arrepentirse. Deberá preguntarse si el acto de amar es en sí un hecho cultural, una herencia emocional programada o, por el contrario, el resultado de una acción emprendida desde la plena libertad, el deseo, la voluntad o el capricho.


Este es también un libro sobre la memoria, un territorio desde el que se va construyendo un relato que arremete contra esa memoria selectiva que acaba por convertirnos en culpables. Y también se comporta como una historia sobre el sentimiento de pérdida y cómo nos modela. La protagonista lo experimenta con la inicial muerte de la madre, un aborto espontáneo siendo adolescente o el suicidio, cuando ella enfila ya el tramo final de su embarazo, de quien fuese su primera pareja. Y, lógicamente, con el adiós a la inocencia que acarrea el hecho de crecer. Aunque, nos advierte, no es cierto que la edad lo cure todo: los defectos y las malas costumbres, especialmente, se agravan con el paso de los años.


Igual que el Grillo Parlante ejercía de conciencia de Pinocho, aquí son la madre y la abuela, ya fallecidas, quienes asoman de improviso en sus pensamientos y dialogan con la protagonista, tratando de reconducir la conducta de una joven rebelde que se niega a aceptar la naturaleza normativa de los comportamientos y los sentimientos. Que se subleva contra aquello que puede atarla y convertirla en una persona normal. En una más.


En este combate entre fortaleza y vulnerabilidad sobresale el vacío; un sentimiento que esta mujer gestiona, real y metafóricamente, a través del vómito, de la bulimia. Pecado, castigo y purga confluyen en ese trastorno alimenticio. Ha de convivir con un vacío que el vómito arregla, porque al expulsar lo que ha ingerido se libera y obtiene una sensación de plenitud que la satisface. Pero no por ello está ausente el sentimiento de culpabilidad, cierto afán por dejar atrás esa práctica de empacharse para a continuación expulsarlo todo. A fin de cuentas, como cree en su adolescencia, el día en que la vida la llene de verdad ya no serán necesarios ni atracones ni vaciamientos. Y ese momento llega, finalmente, con la maternidad, pues al vaciarse el vientre, el vacío se va. Por muy contradictorio que pueda parecer.


Laura Gost despliega en El mundo se vuelve sencillo una prosa lúcida, muy cuidada, inteligente, irónica, salpimentada de un humor refinado que provoca momentos de hilaridad. Aunque lo que se narre no tenga maldita gracia.

 ‘El mundo se vuelve sencillo’ (Editorial Barrett, septiembre de 2022). 160 páginas, 18,90 euros (eBook, 9,61 euros)



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