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NAY DÍAZ

“Me hubiera gustado ser un 'teenager'
norteamericano de los años sesenta”


 
 
Este tinerfeño se trasladó a Madrid hace seis años para formarse en la escuela de Cristina Rota. Como otros tantos discípulos de la profesora argentina, levantó el telón gracias al veterano cabaré La katarsis del tomatazo, que le dio la oportunidad de presentar sus propios números. Su siguiente aventura fue Ex-preso a Bélgica, una tragicomedia que Diana I. Luque escribió y dirigió para los estudios de Dramaturgia en la RESAD. Sus escenas retrataban la familia disfuncional de un lingüista tetrapléjico, envenenada por la infelicidad y el desprecio. En noviembre de 2011, con motivo de las elecciones generales, representó sobre las tablas del teatro Arenal Debate con Bate. Ese espectáculo de sketches en verso, creado por el también actor Nacho Aldeguer, criticaba el esperpento de diferentes campañas políticas realizadas alrededor del mundo. Poco después llevó a la sala Cuarta Pared No Future, una obra experimental en la que los actores ejercieron de creadores, mientras que el director se limitaba a ordenar sus ideas. El mensaje que lanzaban al público era rotundo: evitar la violencia como medio para resolver conflictos.

Entró al mundo del cortometraje por la puerta grande. Y es que su segundo título, La broma, compitió en la Seminci vallisoletana de 2011. Él encarnaba a Ramón, uno de los amigos que abandonaban a Yassin en el autobús urbano tras una noche de borrachera. La madre del chico les llamaba al día siguiente porque no aparecía, pero pronto se enteraban de que le habían trasladado al Centro de Internamiento de Extranjeros: ninguno sabía que era inmigrante irregular cuando planearon semejante gansada. El actor Álvaro Cea, que se puso detrás de la cámara con Moneda de cambio, le hizo llorar en ese angustioso relato sobre personas estancadas e incapaces de emprender un camino vital satisfactorio. Roberto Pérez Toledo, su prolífico paisano, le concedió un papel para Chico especial. Una joven preguntaba a todos los hombres que la rondaban cuáles eran sus habilidades. Uno le tocaba melodías infantiles en un pequeño teclado, otro la espantaba al retratarla sin demasiado talento, otro intentaba sorprenderla con pasos de baile ridículos… Él dio vida a un cortometrajista que presumía de su obra Pateras, aunque solo había sido seleccionada por el festival de Parla. Volvió a trabajar con el lanzaroteño en Historia de una cama de noventa, cuyo reparto reunió a treinta intérpretes, entre ellos Verónica Echegui o Álex García. Su argumento reflexionaba sobre cómo nos cambia la gente que pasa por nuestra alcoba. 131 ºC, del polifacético Xoel Fernández, es su última inmersión en el formato breve. Durante tres minutos se mete en la piel de un supuesto periodista que, después de mucho insistir, logra entrevistar a un especulador soberbio y avaricioso. Este solo se esfuerza por obtener el máximo dinero posible de los mercados de inversión y afirma que la crisis se está cebando merecidamente con esos insensatos que compraron viviendas a precios desorbitados para sentirse importantes. Ante tanta crueldad, acaba disparándole, pero él se suicida después.

Un lugar para las butter cookies, que contó con la participación del mismísimo Hugo Silva, fue su salto al largometraje. Esa propuesta independiente narraba el alocado viaje de una chica a Ibiza, donde debía cumplir la última voluntad de su amigo, un famoso escritor cuyas cenizas llevaba en una caja de galletas. Y a él le tocó hacer de descerebrado que mataba el tiempo pegado a su pistola. Su segunda película es Casting, ganadora de dos Biznagas en el último Festival de Málaga, una historia coral protagonizada por los variopintos intérpretes que acuden a una misma prueba. Los espectadores que han podido verla le recordarán como el muchacho que sueña con ser el nuevo Al Pacino, aunque ya no existan papeles como los del neoyorquino.

Más breve es su andadura televisiva. El pasado verano aterrizó en Telemadrid con la comedia diaria Lo que yo te diga, que se alimentaba de los enredos entre personajes bastante peculiares, la mayoría procedentes de Escenas de matrimonio.

 


HÉCTOR ÁLVAREZ JIMÉNEZ
 ¿Recuerda el momento particular en que decidió ser actor?
− De pequeño siempre fui el gracioso de la clase. Recuerdo que un profesor de Primaria nos preguntó un día qué queríamos ser de mayores. Casi todos dijeron que futbolistas o astronautas, pero yo deseaba ser actor.
 
− ¿Quién fue la primera persona a la que se lo contó?
− A todos mis familiares. ¡Lo vivieron en sus propias carnes! [Risas]
 
 ¿Cuál ha sido el mayor golpe de suerte que ha recibido hasta ahora en su carrera?
− He tenido varios: cuando trabajé en el largometraje Un lugar para las butter cookies y todo el viaje que ha conllevado Casting.
 
− ¿A cuál de los personajes que ha encarnado le tiene especial cariño? ¿Por qué motivo?
− Al Roco de Un lugar para las butter cookies. Dentro de su comicidad extrema había mucho amor y ternura, buscaba un lugar en el mundo.
 
− Si el teléfono dejara de sonar, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
− La verdad es que no suena mucho, aunque no me planteo otra profesión. De momento trabajo de cualquier cosa para sobrevivir en Madrid. ¡Tengo claro mi rumbo!
 
− ¿Ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
− No. Ha habido momentos en los que he tocado fondo, pero tengo la suerte de estar rodeado por gente que me da mucha fuerza y amor.
 
− ¿En qué momento de qué rodaje pensó: "¡Madre mía, en qué lío me he metido!"?
− En Casting, aunque la verdad es que ha sido un viaje en todos los sentidos, he aprendido mucho.
 
− ¿Le gusta volver a ver los títulos en los que ha participado?
− Intento verlos como un espectador más. Cada día juzgo menos mi trabajo, me limito a analizarlo de manera constructiva.
 
 ¿Cuál considera que es el principal problema del cine español?
− Es un tema muy delicado hoy en día. La crisis económica y la subida del IVA lo están maltratando. Además, en España se percibe como algo gratuito, cuando no es así. Igual que compramos una barra de pan o una cajetilla de tabaco, ver una película también cuesta dinero, ¿no? El cine puede concienciar al país, cambiar esta situación, por ello debemos cuidarlo. Pero no lo valoramos, algo que sí hacen en otros lugares.
 
− ¿A quién le devolvería antes la llamada, a Tarantino o a Burton?
− Son dos de mis directores favoritos. Me encantaría hablar sobre masajes de pies mientras voy a matar a unos tíos. Y también sueño con adentrarme en el surrealismo timburtiano.
 
− ¿Cuál fue el primer actor o actriz que le conmovió?
− Russell Crowe en Gladiator.
 
− ¿Qué frase cinematográfica le gusta aplicar como leit motiv personal?
− "Si tienes un sueño, debes protegerlo". Pertenece a En busca de la felicidad.
 
− ¿Qué largometraje ha visto tantas veces que se sabe los diálogos completos de alguna escena?
− Scarface. ¡Me sé todo lo que dice Tony Montana!

 
− ¿Cuál fue la última película que no fue capaz de ver hasta el final?
− El dilema. Tengo que terminar de verla.
 
− ¿Recuerda alguna anécdota divertida que haya vivido como espectador en un teatro o sala de cine?
− Fui a ver Los amantes pasajeros con un colega francés. De repente, a mitad de la película, me pregunta: "¿Qué es mamarracha?" No pude parar de reír.
 
− A qué serie de televisión está enganchado?
− A How I met your mother. Tiene un código de comedia muy medido y todos los personajes están construidos a conciencia.
 
− ¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado alguien cercano para ejercer este oficio?
− "El talento es solo un diez por ciento, el resto es trabajo y disciplina". Me lo dijo mi maestro y amigo Juan Codina.
 
− ¿Qué punto fuerte destacaría de usted como intérprete?
− Mis ganas y mi amor por esta profesión. Mi trabajo vuela en cada escena cuando me siento libre.
 
− ¿Y débil?
− La exigencia y el resultado a veces interfieren en mí y limitan mi trabajo.
 
−Adelántenos, ahora que no nos escucha nadie… ¿Cuál es el siguiente proyecto que se va a traer entre manos?
− Ahora estoy con la postproducción del cortometraje Enamorados, dirigido por Víctor Cerdán, en el que participo como intérprete y productor. Es una comedia romántica impregnada de bizarrismo.
 
− ¿Qué sueño profesional le gustaría hacer realidad?
− Poder trabajar de actor hasta el fin de mis días.
 
− ¿Qué titular le gustaría leer en el periódico de mañana?
− Nace el amor propio, el respeto y la honestidad en las calles de Madrid".
 
− ¿Qué canción o canciones escogería para ponerle banda sonora al momento actual de su vida?
− Brindo por ti, de Macaco; y My way, del gran Sinatra.
 
− ¿En qué otra etapa de la historia le gustaría haber nacido?
− Me hubiera gustado ser un teenager norteamericano de los años sesenta y conducir un descapotable mientras escucho el nuevo tema de The Beach Boys: Surfin' USA.
 
− ¿Díganos qué le parece más reseñable de AISGE y en qué aspecto le gustaría que mejorásemos.?
− Los intérpretes tenemos asegurados nuestros derechos de imagen gracias a vuestra gestión. Y, además, promovéis muchas actividades vinculadas al sector

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