– ¿Un actor narra o solo interpreta lo escrito por otro?
– Los actores, a partir de un material dado, narramos todo el tiempo. Le sucede lo mismo a un artista plástico. Los artistas nos narramos a nosotros mismos. Todo el mundo lo hace, en realidad. Ahora estoy demenciada con el lenguaje. Me he puesto a estudiar Lengua y Literatura en la UNED y ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Soy autodidacta y el mundo académico me está dando la estructura intelectual que yo ya intuía. Los autodidactas tendemos a pensar que todo comienza con nosotros. Estudiando me doy cuenta de la presencia del pasado y de su continuidad.
– ¿Qué asignaturas tiene este año?
– Pues he cogido cuatro. Por ejemplo, el Siglo de Oro.
– ¡Pero se lo sabrá usted de sobra!
– No crea. Los actores somos muy pellejos. Tenemos un conocimiento físico y carnal de los personajes con los que nos tenemos que enfrentar. Conozco La dama boba, de Lope de Vega (he interpretado a la Nise, a la hermana lista). También he visto mil veces El alcalde de Zalamea, pero es un conocimiento anárquico y los actores lo tenemos demasiado cerca como para verlo en perspectiva.
– ¿A qué edad descubrió su vocación de actriz?
– Hacia los 20 años. Y tuve una crisis porque vengo de clase muy humilde y la familia me había diseñado el futuro, el destino.
– ¿Y qué futuro era ese?
– Hice bachiller y después secretariado: mecanografía, inglés… Y la idea era entrar en una empresa solvente, de esas de toda la vida. Y luego pescar algún cargo medio, embarazarte… Llegué a trabajar unos años de secretaria en Dragados y Construcciones. Pero tuve que decirles que yo conducía mi propio coche y que el camino me llevaba en otra dirección.