− ¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− En la primera escena de mi primer personaje: cuando llegué al set de rodaje tuve que tumbarme semidesnudo sobre una cama y con una compañera de esa misma guisa a mi lado.
− ¿Le gusta volver a ver los títulos en los que ha participado?
− Es algo muy difícil, no me gusta nada. Si ya me cuesta escuchar mi voz, como para verme en pantalla… Nunca consigo ser objetivo.
− ¿Cuál considera que es el principal problema del cine español y qué solución se le ocurre para paliarlo?
− El sector debe adaptarse a los nuevos tiempos: se están creando propuestas fílmicas muy interesantes, plataformas donde poder verlas, fórmulas para que el propio espectador contribuya con una pequeña subvención… En definitiva, las nuevas tecnologías deben ser impulsoras del cine, no sus enemigas. Lo más doloroso son los precios de las entradas.
− ¿A quién le devolvería antes la llamada, a Tarantino o a Burton?
− No podría marcar el número de teléfono de ninguno porque me daría un infarto, aunque supongo que a Tarantino.
− ¿Cuál fue el primer actor o actriz que le conmovió, que le dejó al borde mismo de la lágrima?
− Soy muy llorica, la verdad, así que no podría decir uno.
− ¿Qué frase cinematográfica le gusta aplicar como leit motiv personal?
− Hay muchísimas, pero me gusta mucho una que pronuncia Kevin Spacey en American Beauty: “Es genial comprobar que todavía tienes la capacidad de sorprenderte a ti mismo”.
− ¿Qué largometraje ha visto tantas veces que se sabe los diálogos completos de alguna escena?
− Unforgiven, de Clint Eastwood; Star Wars, de George Lucas; Matrix, de los hermanos Wachowski…
− ¿Cuál fue la última película que no fue capaz de ver hasta el final?
− Siempre suelo terminarlas, pero no pude con Primer, de Shane Carruth. No entendía absolutamente nada y, tras enfadarme un rato conmigo mismo, me quedé dormido. ¡Espero que hiciese algo de hipnopedia [aprendizaje durante el sueño] para la siguiente vez que intente verla!