– Sorprende que la serie se haya grabado en apenas una semana y con tan buena factura técnica y artística. ¿De dónde les viene esa destreza?
– [J. C.] No habíamos hecho nada, pero hemos crecido en platós. Desde que tengo 15 años estoy viendo cómo se hacen las series.
– [J. A.] Además, los dos llegamos cada día a casa y vemos series y más series. Y películas.
– [J. C.] No entiendo cómo profesionales que se dedican a esto aseguran no ver nada. Entiendo, aunque no comparto, que alguien no quiera ir a una clase de interpretación: a veces te hacen más mal que bien, y muchos de mis actores favoritos no van a escuelas. Pero que uno no siga las cosas que se hacen… me impacta.
– [J. A.] Entonces, ¿en qué te basas?, ¿cómo aprendes? Nosotros vemos todo.
– La producción online no termina de librarse de la etiqueta low cost. ¿Qué les sugiere esa expresión tan manida?
– [J. C.] El low cost me ha dado mucho. Mucha libertad, falta de presión. Y está muy bien porque te quita prejuicios, haces lo que deseas.
– Hace cinco años escribíamos que podíamos estar ante un cambio de modelo.
– [J. C.] Paquita no habría salido adelante en ninguna cadena. Internet nos ha dado la oportunidad de poder decir: “Mira, algo así funciona”. La red ha vuelto muy democrático el contenido, pero habría que quitar el prefijo ‘web’. Paquita Salas es una serie, como lo son House of cards, Stranger things y todas las de Netflix. ¿A qué nadie se referirá a Las chicas del cable [primera gran producción de Netflix en España] como una webserie?
– [J. A.] Internet es como los espacios off del teatro. Te permite expresarte de verdad.