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24-10-2013


Javier Botet


“Lo que puedo aportar como actor va más allá de la peculiaridad de mi silueta”
 

Mientras le felicitan por su reciente actuación en ‘Las brujas de Zugarramurdi’, cuenta los segundos para el estreno de ‘Al final todos mueren’, largometraje que también dirige. Creció como intérprete gracias a la Niña Medeiros de ‘[Rec]’ y tantas otras criaturas, pero su talento late, sobre todo, detrás de la máscara
 
 
FRANCISCO PASTOR
El camino que le llevó a escena no fue el que suelen recorrer la mayoría de actores. Licenciado en Bellas Artes, un curso sobre efectos especiales le ayudó a conocer a quienes le introdujeron en la industria del cine; y su ligerísimo cuerpo, dotado de unas extremidades inusualmente largas (lo que se conoce como síndrome de Marfan), le concedieron su primer sí. A partir de aquí, este natural de Ciudad Real tuvo que estar a la altura interpretativa del resto de compañeros de su gremio. Y lo consiguió con creces. A sus 36 años ha trabajado con Álex de la Iglesia y Guillermo del Toro, y su infinita curiosidad le ha llevado también a coger la cámara. Reservado pero siempre sentimental, Javier Botet sueña con una España más amable con su cine y con textos en los que haya galanes, por qué no, hechos a su medida. Aunque rodeado de buenos amigos, su principal miedo es curiosamente aquel de las criaturas a las que tantas veces ha interpretado: la soledad.
 
– ¿Siempre pensó que su papel sería el del villano?
– Hasta donde recuerdo, sí. Los villanos me parecen más interesantes que los protagonistas. Aunque todo el mundo se siente más identificado con los héroes, a mí me resultan menos carismáticos. En todos los entornos en los que he vivido me he encontrado diferente y extraño, por lo que siempre he empatizado más con los malos de la película.
 
– Las primeras veces que se presentó como actor lo hizo hablando de las posibilidades que ofrecía su cuerpo. Después de trabajar con Álex de la Iglesia y Guillermo del Toro, ¿sigue pensando que eso es todo?
– Claro que no. Es cierto que encontré una puerta que estaba abierta para mí y entré en el mundo del cine, al que espero dar muchísimo más. Unas cosas me han llevado a otras y algunas personas han ido confiando en mí poco a poco, y siento que voy trazando un camino en el que lo que destaca no es mi cuerpo. Lo que puedo aportar como actor va mucho más allá de la peculiaridad de mi silueta. Espero que se abra el abanico, porque me encantaría hacer de todo. 
 
– ‘[Rec]’ va camino de su cuarta entrega, arrasó en taquilla y cuenta con un ‘remake’ estadounidense. ¿Cuál diría que fue su ingrediente secreto?
– Hay una cosa que aprendes en cine: haz siempre lo mejor que puedas, porque nunca puedes predecir el éxito de una producción. Hay algunas que cuentan con todos los ingredientes y no salen bien y otras que, sin saber cómo, conectan con la audiencia. [Rec] lo tenía todo para triunfar y lo hizo. Inauguró un estilo cinematográfico muy fresco que llegó justo en el momento adecuado. Nos divertimos haciéndola y probamos cosas distintas. Todo gracias a Paco Plaza y Jaume Balagueró, que son dos maestros del terror, y también a mi papel, el de la Niña Medeiros: aunque solo fuera la guinda del pastel, da muchísimo miedo.
 
 

 
 
– ¿Alguna vez le ha contado a uno de los niños para los que ilustra cuentos infantiles que usted es, en realidad, el monstruo de tantos de sus malos sueños?
– Cuando dibujo ilustraciones, mi nombre suele pasar más inadvertido que cuando trabajo frente a la cámara. En realidad, aunque realizo diseños para literaturas de todos los tipos, si alguien me ha reconocido habrá sido de casualidad. Pero no, no he coincidido con nadie que me haya encontrado en una publicación y se haya escandalizado al saber quién se escondía detrás de ello. ¡Sería divertido!
 
– Muchas veces actúa con la cara cubierta. ¿Tiene algún truco para seguir siendo expresivo solo a través del cuerpo?
– Sí. Mi cuerpo es algo que conozco bien desde antes incluso de empezar a actuar. Ya había aprendido a manejarlo bien, ante los demás, a lo largo de mi vida. Pero incluso cuando me cubren máscaras y capas de maquillaje, estos suelen ser elásticos. Antes de rodar, hago ejercicios en el espejo para saber hasta qué punto los gestos que hago debajo salen o no hacia fuera. Así puedo saber cuánto tengo que exagerar mis expresiones faciales, reducidas por las prótesis, a la búsqueda de resultados coherentes.
 
– Debido al tipo de personaje que suele interpretar, ¿nunca ha temido que los efectos visuales le quiten el puesto?
– Siempre he amado lo que se hace con las manos y se va a poner ante la cámara, pero también confío en los retoques digitales. Creo que el futuro de unos y otros será más provechoso en la medida en que los combinemos. En Mamá, casi todos los efectos tuvieron lugar en escena, e intentamos que los demás apoyos visuales tuvieran solo un pequeño lugar en la postproducción. Quienes en su día delegaron demasiado en el ordenador se equivocaron y diría, incluso, que han aprendido de sus errores.
 
– ¿Hay algo que tengan en común las distintas criaturas a las que ha dado vida?
– Cuando me meto en el papel de monstruo sé que voy a obtener muchísima atención, porque el momento en el que este aparece por primera vez es uno de los más esperados en cada película. Se trata de auténticas obras de arte, que requieren muchísima preproducción y suelen reportar una satisfacción equiparable al esfuerzo que conllevan. Además, me marcan en lo personal: están atormentados, son distintos, muy atípicos y creo que criaturas así nos encantan, por definición, a todos los actores. 
 
– Le hemos visto pasándoselo en grande en el videoclip de la que, de alguna manera, ha sido la canción del verano. ¿Qué recuerdo guarda de una experiencia tan cómica como ‘Cuidado con el cyborg’?
– A mí me entusiasma la comedia absurda y me lo paso muy bien entregándome a ella con mis amigos, a los que nos encanta reírnos de nosotros mismos. Carlos Areces apareció en mi vida hace un tiempo y enseguida vi que coincidíamos en el tipo de humor que nos gusta. Antes de aparecer en este vídeo yo ya había disfrutado de la canción, por lo que recibir su llamada me hizo una ilusión tremenda. Si ha gustado como ha gustado y la gente se lo está pasando bien con nosotros, estoy más que encantado.
 
 

 
 
– Fue uno de los cinco directores y guionistas de ‘Al final todos mueren’, contando una historia bastante diferente de aquellas a las que nos tiene acostumbrados. ¿Qué tal su primera vez dirigiendo un largometraje?
– Los autores de esta película nos hemos incubado en el Notodofilmfest y, sobre todo, por nuestra cuenta. Ahora y entonces, son nuestras cámaras, nuestros medios y nuestros amigos quienes actúan. Cogimos la agilidad que poníamos en nuestros cortometrajes y la hemos alargado: hemos puesto un poco más de seriedad y trabajo y el resultado ha sido muy enriquecedor. Que ahora se vaya a estrenar en las salas de cine nos ha dado ilusiones y nos ha quitado definitivamente el miedo a cumplir nuestro sueño.
 
– Ha trabajado también al otro lado del Atlántico. ¿Tenemos tantos motivos como parece para envidiar a Hollywood?
– Envidio la suerte que tienen, viviendo y trabajando con las comodidades que hacen falta para centrarse en crear. Nuestros profesionales aquí tienen que ganar dinero, pagar el alquiler, y tienen que trabajar para poder hacer lo que quieren, y tantas veces lo hacen por dos duros. A nosotros se nos escapa un respeto a los autores que allí sí existe, y ellos mismos piensan que no cuidamos de nuestro cine como debiéramos. Tienen razón, porque somos el segundo país del mundo en descargas ilegales.
 
– Y a veces, ¿no le gustaría que le dieran el papel de galán?
Soy muy consciente de que llamo la atención por mi físico, que no es el de un chico especialmente mono o atlético y, para mí, ocupar el papel del caballero está complicado. En los guiones al uso no se escriben personajes así, pero sí cuento con que en algún texto bueno y elaborado, algún día, haya sitio para galanes como yo. Mi madre me pide que hable con Álex de la Iglesia sobre esto, y yo lo hago y nos reímos; pero él sí dice que hay mucho que ver en mi mirada y mi corte. Sé que esto es improbable en la gran industria y lo entiendo, pero claro que me gustaría ponerme en la piel del héroe. Ojalá.
 
 

 
 
En pocas palabras

Para reír
– La comedia absurda
Para llorar – Solo lo más importante, que es casi nada
Para sentir miedo – El aislamiento y la soledad

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