– ¿En qué consistió esa prueba?
– Trabajamos varias escenas durante dos o tres horas, de manera muy relajada. Era casi como un ensayo. Raúl estaba más confiado que yo de que nos darían el papel. Yo, de natural, soy escéptico y lo paso fatal en las pruebas, aunque las veo imprescindibles para evitar sustos luego. Los dos sabíamos que teníamos material explosivo entre las manos.
Curiosamente, buena parte de los mejores trabajos de Gutiérrez en la pantalla o en las tablas son en pareja, como en Un franco, catorce pesetas, Águila roja, Elling o El traje. En esta clase de interpretaciones “es vital la sintonía, porque tú trabajas para el otro. Bebes de la otra persona y de lo que te da”, sostiene el actor. “Siempre hay que estar receptivo a lo que te rodea, y sumar con generosidad para que destaque todo el conjunto. Cuentan que Dustin Hoffman en Marathon Man estaba pendiente de todos y cada uno de los detalles a su alrededor, desde la mirada de su compañera a la corbata de un extra. Eso hace que brille la película, y tú con ella”.
– Háblenos de ‘El desconocido’ y 'Truman', sus próximos proyectos cinematográficos.
– Truman es una colaboración pequeñita, pero que me apetecía mucho por trabajar para Cesc Gay, y encima con dos pesos pesados como Javier Cámara y Ricardo Darín. Da gusto ver a Cesc dando notas a los actores. En cuanto a El desconocido, es una película que recae sobre los hombros de Luis Tosar que, ya le adelanto, está en estado de gracia. Es uno de los grandes.
– Otro gallego.
– Je, je. Sí, otro. Pero no puedo desvelarle nada de la película, no sea que me busque un lío.
– Si pudiera, ¿borraría algo de su currículum?
– No. Hay cosas que me gustán más y otras menos. Y algunas, nada de nada. Pero no me arrepiento de ellas. De todo he aprendido, de cuando estás poco dirigido y te sientes solo, y de cuando estás muy arropado. Me gusta formar parte del proceso, discutir con los compañeros, negociar con los directores. Del desacuerdo nace el acuerdo. Me irrita mucho el actor que está esperando que se lo marquen todo. Prefiero un actor arriesgado y equivocado a un actor cómodo y que se sienta a gusto. Creo que los actores debemos estar incómodos [hace hincapié en el adjetivo], pero ojo, sin sufrimiento, con serenidad.
– No sea que pase lo de ‘Woyzeck’.
– No, claro. No recuerdo qué actor alemán decía que estaba harto de matar a seres queridos. A veces puedes entrar en zonas oscuras que te pasan factura. Andrés Lima siempre dice que la madre de la interpretación es la relajación.
– ¿Y qué destacaría de su historial que suela pasar inadvertido?
– La habitación del niño, un telefilm de 2004, que pasó sin pena ni gloria y en el que Álex de la Iglesia se arriesgó mucho, dándome un protagonista cuando solo me conocía de Crimen ferpecto y de algún montaje de Animalario. Me pareció maravilloso que confiara en un inexperto como yo. Visto con distancia, creo que mi trabajo tiene defectos, pero Álex hizo una de sus mejores películas.
– ¿Y en teatro?
– Luis Bermejo y yo produjimos hace un par de temporadas El traje, un montaje con texto de Juan Cavestany. Le pedimos que escribiera algo con drama y comedia en el contexto de la corrupción, y salió esta función. Estuvimos de gira y funcionó bien, pero en Madrid no cuajó. Queremos volver a probar.