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Javier Rey
 
 
“Otro gallo cantaría si se defendiese al cine tanto como al fútbol”
 
 
 
HÉCTOR MARTÍN RODRIGO
1. Curtido en los escenarios
Este gallego, nacido a principios de 1980 en la localidad de coruñesa de Noia, se estrenó como actor con la compañía local Éteatro. Tenía 21 años cuando presentó ante sus vecinos el polémico texto decimonónico Ubú Rei, que criticaba los perniciosos efectos del poder político en los gobernantes. Puso cara entonces a Bordure, cómplice del capitán Ubú en el asesinato del rey de Polonia y casi toda su familia. Una vez desaparecida la dinastía, el trono era ocupado por el ambicioso militar, que instauraba un régimen tiránico. Pero el único hijo vivo del depuesto monarca pedía auxilio al zar de Rusia, cuyo ejército derrotaba a ese déspota casi absurdo, finalmente exiliado junto a su esposa. Ese mismo grupo teatral creó en 2002 el espectáculo Exercicios de amor polo teatro, aunque alcanzó mayor éxito al rescatar la trágica obra Concerto. Xosé Manuel Esperante y él aparecían en un parque teñido por esa irremediable nostalgia otoñal y relataban sus sinsabores. Movidos por el pesimismo, lamentaban que la sociedad actual camine hacia la destrucción de las utopías, cada vez más inalcanzables por la resignación imperante.
 
   Bastante carga existencialista tuvo también Matanza, la historia de dos cerdos (muy humanos) que conversaban poco antes de que el cuchillo les desangrase. Durante la espera sacaban a relucir sus diferentes posturas en cuestiones de todo tipo, representaban formas opuestas de entender la vida: la valentía frente a la cobardía, la lucha frente a la sumisión, la inquietud intelectual frente al disfrute físico… A pesar de que ambos iban a tener idéntico final, uno de ellos había sucumbido a mediocridad de la masa, mientras que el otro la había trascendido.
 
 

 
 
   En el circuito alternativo de Madrid representó la adolescente Estación de juego, que abordaba los problemas cotidianos en las aulas, entre ellos el creciente bullying. Ahora ha dado el salto al Teatro Lara con un retrato generacional llamado Los miércoles no existen, cuyos personajes son seis treintañeros que exponen situaciones de pareja muy reconocibles. El montaje explica cómo algunas decisiones provocan una cadena de acontecimientos que acaban cambiando la vida, pero no se lo pone fácil al espectador, ya que dichos sucesos no siguen un orden cronológico encima de las tablas. La propuesta de Peris Romano funciona tan bien que ya va por su segunda temporada.
 
 
2. Actor eminentemente televisivo
A mediados de 2005 probó suerte en la pequeña pantalla gracias a Al filo de la ley, aquella producción de TVE sobre un despacho de abogados integrado por Emilio Gutiérrez Caba, Natalia Verbeke o Leonardo Sbaraglia. En un episodio fue el novio de Carla, la hija del dueño del bufete, donde ambos acudían una noche para darse el lote. Y aunque los pillaban dos empleados, todos se lo tomaban a risa. Su primer papel importante, Rafa, le esperaba dos años más tarde en una serie diaria de TVG, Valderrei. Su argumento, bastante similar al de la catalana Ventdelplá, tenía como protagonista a una mujer que escapaba de un matrimonio infeliz y se escondía con sus dos hijos en un pueblecito. Allí se encontraba con parientes, hacía amistades, iniciaba nuevas relaciones… Él era un joven de la localidad y exteriorizaba sus pensamientos a través de las vivencias con su pandilla. Regresó a la televisión pública estatal de la mano de Amar en tiempos revueltos, que durante tres capítulos le puso en la piel de Sancho, un árbitro de encuentros futbolísticos de categoría regional. ¡Le encantaba que todo el mundo le obedeciera en el campo siempre que tocaba el silbato! Un día se le ocurrió que Marcelino, el cándido camarero del bar El Asturiano, sustituyese a un linier que no asistiría al siguiente partido. A pesar de que esa propuesta alegraba mucho a su amigo, al final acababa pasándole factura, pues su esposa estaba harta de que la engañase cada dos por tres para ir al estadio.
 
   Más empaque tuvo su personaje en La chica de ayer, aunque esa ficción de Antena 3 no arrasara entre la audiencia. Retrocedió entonces a 1977 para encarnar a José Cristóbal, un policía inocente y torpe que estaba bajo las órdenes de dos inspectores, uno casposo en extremo y otro llegado misteriosamente desde el siglo XXI. Absorbía todos los conocimientos de sus compañeros, pero eso no le libraba de cometer continuos errores, como interrogar a un alemán sin tener ni idea de ese idioma. Sus dudas a la hora de aplicar los métodos policiales del franquismo u otros más modernos reflejaban la situación de una España aún novata en la democracia tras dejar atrás una larga dictadura.
 
 

 
 
   El mismo canal le convirtió luego en Esteban, un graciosillo que buscaba pareja a través de la agencia de Impares. Las citas, desarrolladas ante la cámara a base de improvisación, casi nunca le salían bien. Pensaba que ligaría sin problemas gracias a su sentido del humor, pero no era raro que las mujeres huyesen despavoridas. Hasta que conocía a la alocada Paloma, dispuesta a desbaratar su intachable conducta: se marchaban de un bar sin pagar, se liaban en el probador de una tienda, robaban una prenda carísima… A principios de 2009 recibió su tercera oferta consecutiva por parte de la cadena del Grupo Planeta. Se trataba del telefilme Marisol, inspirado en la intensa vida de esa niña prodigio. A él le tocó el papel de Carlos, hijo de Manuel Goyanes, el productor encargado de lanzar a la malagueña al estrellato cuando apenas tenía doce años. Vio tanto potencial en la chiquilla que la sacó de su ciudad natal para someterla a una formación intensiva en su mansión de Madrid. El joven Carlos, que creció junto a ella mientras estrenaba películas taquilleras y maravillaba al público con sus canciones, fue después su primer marido. Sin embargo, esa breve unión resultó amarga, ya que Pepa Flores se rebeló contra la autoridad que la familia Goyanes había ejercido sobre ella.
 
   Poco después intervino en Bicho malo (nunca muere), de Neox, la disparatada historia de seis treintañeros perdedores que alucinaban con las apariciones de un amigo común ya fallecido. Este volvía del más allá para reírse de ellos o echarles una mano si era necesario. También pasó de puntillas por Telecinco con La que se avecina, que le afianzó en el terreno de la comedia. Su Manuel era un seminarista que abandonaba momentáneamente la fe y conocía una noche a la mujer de sus sueños. Se hacía pasar por pediatra, dormían juntos, ella le proponía al día siguiente que viviesen bajo el mismo techo y él aceptaba sin dudarlo. Pero la prima de su novia aparecía recién parida y amenazaba la incipiente relación, definitivamente rota cuando él retomaba su camino religioso tras ser incapaz de perder la virginidad.
 
   Hispania: la leyenda le trasladó al siglo II aC, cuando los soldados del sanguinario pretor romano Galba (Lluís Homar) trataban de imponer su poder sobre varios pueblos autóctonos de la Península Ibérica, todos capitaneados por Viriato (Roberto Enríquez). A lo largo de las tres temporadas, emitidas de 2010 a 2012, fueron constantes las batallas entre los dos bandos y las rencillas internas en cada uno de ellos. Suyo fue el personaje de Alejo, un aristócrata hispano prometido con la hija del hombre más perverso de Caura, el poblado en el que transcurría la mayor parte de la acción. Su dinero le servía para apoyar los negocios de su futuro suegro y obtener a cambio la mano de Helena (Manuela Vellés). Antes de la boda descubría que ella le era infiel con Viriato, así que aparecía públicamente junto a una prostituta en señal de venganza, sin importarle demasiado el escándalo. Aunque estaba enamorado, encerraba a su mujer una vez casados. De nada servía: la joven tenía un hijo con su amante y él se enteraba. Tantos desengaños le hacían odiar al líder rebelde, hasta el punto de pactar con los romanos para asesinarlo.
 
 

 
 
   Pese a que la grabación de esa serie histórica de Antena 3 le dejaba pocos huecos libres, en 2011 regresó a la gallega TVG con el intrigante telefilme Reliquias. Ambientado en la Galicia del siglo XII, contaba la extraña muerte de un emisario del Papa en el mismo monasterio donde se escondía el arzobispo de Santiago, responsable de un importante robo. ¿Se trataba de un asesinato? Lo cierto es que la llegada del representante papal había despertado los recelos de las monjas y monjes allí confinados, ya que tenía la intención de poner fin a la convivencia entre hombres y mujeres dentro de los mismos muros. También el propio arzobispo podría estar interesado en acabar con él si se descubría su hurto. TVE emitió por entonces Operación Malaya, la miniserie sobre la investigación policial y judicial que puso al descubierto la trama corrupta gestada durante lustros en Marbella, escenario de gestiones urbanísticas irregulares bajo el amparo de varios cargos públicos. Allí coincidieron muy diversos delitos: malversación, blanqueo de dinero, cohecho, prevaricación, narcotráfico… Él interpretó al abnegado juez Miguel Ángel Torres, que encarcelaba a los alcaldes Julián Muñoz y Marisol Yagüe o al asesor municipal y empresario Juan Antonio Roca tras muchas dificultades. La dimensión mediática que adquirió el caso le empujó a pedir su traslado a Granada.
 
   Ya en el verano de 2012 se unió a la telenovela Bandolera, cuyos episodios le llevaron a la agitada Andalucía decimonónica. Adoptó entonces el nombre de Raúl Delgado, miembro de una organización criminal que se hacía pasar por fotógrafo y acababa enamorando a la protagonista, decidida a hacer justicia al margen de la ley. La diferencia entre ambos era notable: mientras él robaba solo para enriquecerse, ella lo hacía para echar una mano a los jornaleros oprimidos por los caciques. Sin embargo, el amor les animaba a dejar tan peligrosa ocupación y huir a Londres, lejos de cualquier represalia. Su siguiente proyecto, Isabel, le proporcionó el año pasado el papel de Diego Pacheco. Ese noble del siglo XV defendió el derecho de Juana la Beltraneja a reinar en Castilla, pero el trono ya lo ocupaba Isabel la Católica (Michelle Jenner), así que se desencadenó una guerra sucesoria en la que el bando isabelino resultó vencedor. Ante tan adverso desenlace, su soñada influencia se esfumó.
 
   Los telespectadores le siguen ahora en Velvet, la exitosa serie de Antena 3 ambientada en unos grandes almacenes a finales de los años cincuenta. Él se ocupa del hedonista y canalla Mateo Ruiz, amante de la buena vida y las malas costumbres. Frecuenta fiestas, seduce a mujeres sin parar… Su mejor amigo es Alberto Márquez (Miguel Ángel Silvestre), el heredero del importante negocio de moda, a quien aconseja tanto en lo profesional como en su complicado idilio con una costurera de familia humilde.
 
 

 
 
3. Un talento por explotar en el celuloide
Su primer largometraje, 8 citas, se presentó en el Festival de Málaga de 2008. Los espectadores de esa comedia amorosa le vieron en la piel de un muchacho patoso que no se desenvolvía muy bien durante su coqueteo nocturno con una chica: le daba un coscorrón cuando se acercaba a ella, le narraba su larga lista de fracasos sentimentales… A mediados de 2009 filmó en las montañas marroquíes Mighiss, una película histórica sobre la Guerra del Rif, que enfrentó a españoles y rifeños a lo largo de un lustro (1921-1926). El bajo presupuesto con que contó esa historia de amor y lucha entre gentes de dos culturas hizo imposible su llegada a las salas nacionales. “Teníamos una escuela como camerino, un catering de bocadillos y actuábamos bajo un sol abrasador”, recuerda una de sus compañeras.
 
   Arturo Ruiz Serrano se le llevó en 2010 a Almería como protagonista del cortometraje La última secuencia, que mostraba el caótico rodaje de un spaghetti western a finales de los años sesenta. Y es que surgían problemas de todo tipo: dos actores de una película de nazis se colaban en una escena, el director solo pensaba en el fútbol, los pistoleros no se sabían el guion, se eliminaba atrezo por falta de dinero, el productor se pasaba el día junto a una de las actrices dentro de la caravana, no había negativo suficiente… A él le tocaba resolver los infinitos contratiempos y proponía un complicado plano secuencia a una sola toma para finalizar con los escasos recursos disponibles.
 
   Al año siguiente viajó a Londres para rodar Love-illness, una pieza sin apenas acción, construida a partir de pensamientos en off. Él era un muchacho que, incapaz de superar la ruptura con su pareja, se resignaba a la soledad. Había sufrido tanto que le daba miedo otra relación sentimental. ¿Cuánto tiempo dura el amor? ¿Qué pasa si uno de los dos pierde el interés y el otro no? ¿Existe un sentimiento verdadero o es solo paciencia? ¿Y si todo consiste en fingir? Esas preguntas pesimistas le animaban a buscar cosas buenas en su condición de soltero convencido. También sufrió en Inertial Love, que comparaba el final de su noviazgo con un accidente de tráfico. El coche en el que viajaba la pareja estaba quedándose sin gasolina, igual que su convivencia iba perdiendo la pasión, hasta que ella pisaba el freno y él salía disparado por la luna delantera. Hacía autostop en cuanto se levantaba de ese asfalto que le había herido, con la suerte de encontrarse rápidamente a una nueva conductora que le abría la puerta de su automóvil. Arrancaba así, poco a poco, un nuevo idilio.
 
   En 2012 fue el turno de La tercera historia. Dio vida entonces a Óscar, un camarero que atendía amablemente a una clienta llegada de noche, cuando el bar ya estaba cerrado. A partir de ese momento, en cada nueva visita colmaba a la joven de atenciones y no la perdía de vista. La seguía varias veces hasta su portal, hasta que ella se daba cuenta… y subían juntos al piso.
 
 

 
 
¿Recuerda el momento particular en que decidió ser actor?
− A los 19 años actuaba con la compañía amateur Éteatro y solo me preocupaba de divertirme, hasta que me ofrecieron un espectáculo más profesional llamado Concerto y durante los ensayos me di cuenta de que quería aprender el oficio.
 
− ¿A quién se lo contó por primera vez?
− A mi amigo Xosé Manuel Esperante, a mi hermano y a mi pandilla de Noia. Todos me dieron fuerzas para que lo intentase.
 
− ¿Cuál ha sido el mayor golpe de suerte que ha recibido hasta ahora en su carrera?
− Encontrar a Mayte Ortega, mi representante. ¡Todo han sido alegrías desde que empezamos a trabajar juntos!
 
− ¿A cuál de los personajes que ha encarnado le tiene especial cariño? ¿Por qué motivo?
− Al Cristóbal, alias ‘Cristinita’, de La chica de ayer. Era el primer papel de peso que interpretaba en Madrid y me sirvió para comprobar que podía hacer buenos trabajos en comedia.
 
Si el teléfono dejase de sonar, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
− No lo sé. Fabricaría metanfetamina de color azul, me haría policía para perseguir a traficantes de crack por Baltimore, regentaría con mi familia una funeraria… [Risas]. Lo cierto es que me he hecho muchas veces esa pregunta y aún no he encontrado una respuesta. ¡Espero no tener que encontrarla jamás!
 
 

 
 
− ¿Ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
− Sí… Salir de la escuela y enfrentarme al abismo fue muy duro.
 
− ¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− Hace años fui a Marruecos para rodar una película que nunca llegó a estrenarse. En una secuencia se producían explosiones dentro de una cueva y, por error, colocaron en mi toma los explosivos que debía esquivar el especialista. El director gritó “¡Acción!” y salté por los aires, aunque no me ocurrió nada grave, solo magulladuras y cortes. Me puse a llorar cuando vi las imágenes en el combo, ya que una llamarada me había pasado por toda la cara.
 
− ¿Le gusta volver a ver las series y películas en las que ha participado?
− No me agrada demasiado porque me juzgo, aunque es un aprendizaje necesario.
 
− ¿Cuál considera que es el principal problema del cine español y qué solución se le ocurre para paliarlo?
− El celuloide de este país es brillante en lo creativo. Los problemas son el IVA al 21 por ciento y unos dirigentes que menosprecian a un sector que aspira a ser rentable. No sé cuál sería la solución, pero otro gallo cantaría si se defendiese al celuloide tanto como al fútbol.
 
− ¿A quién le devolvería antes la llamada, a Tarantino o a Burton?
− ¡A Tarantino!
 
− ¿Cuál fue el primer intérprete que le conmovió?
− Supongo que, como a muchas personas de mi generación, el actor que encarnó a Elliot en E.T. El momento más emotivo del filme es el desenlace, cuando el extraterrestre le dice “estaré aquí mismo” y se le enciende el dedo.
 
¿Qué frase cinematográfica le gusta aplicar como ‘leit motiv’ personal?
− “Guaaaahhhhhhhhhhrrrrrrgr huargrgrgrgr”. La pronuncia Chewbacca en Star Wars [Risas].
 
 

 
 
− ¿Qué largometraje ha visto tantas veces que se sabe los diálogos completos de alguna escena?
Blade Runner y Watchmen.
 
¿Cuál fue la última película que dejó a medias?
− Ninguna. Veo todas hasta el final porque, de lo contrario, nunca podría hacer crítica.
 
¿Recuerda alguna anécdota que haya vivido como espectador en un cine?
− Un grupo de cuatro personas entró a la sala con una pizza y un pollo asado. Lo único que pensé fue: “¿Vienen a ver una película o a cenar?”. 
 
− ¿A qué serie de televisión está enganchado?
− ¡Ahora mismo estoy huérfano de series! Desde que terminé Breaking Bad veo mucho cine.
 
− ¿Cuál es el mejor consejo que ha recibido para ejercer este oficio?
− La primera recomendación que me dieron es útil para cualquier profesión: “Ser puntual, tener una buena higiene personal y escuchar a los compañeros”.
 
− ¿Qué punto fuerte destacaría de usted como intérprete?
− Soy un currante.
 
− ¿Y débil?
− Después de unas cuantas series en las que he montado a caballo, reconozco que no es mi fuerte…
 
 

 
 
− Adelántenos, ahora que no nos escucha nadie… ¿Cuál es el siguiente proyecto que se va a traer entre manos?
− Continúo en el teatro con Los miércoles no existen y ya se ha estrenado Velvet en Antena 3. La serie funciona tan bien que ya nos han anunciado la mejor noticia posible: su segunda temporada se grabará a lo largo de este año.
 
− ¿Qué sueño profesional le gustaría hacer realidad?
− Trabajar con Juan José Campanella.
 
− ¿Qué canción simboliza el momento actual de su vida?
Another Saturday Night, de Sam Cooke.
 
− ¿Qué titular le gustaría leer en el periódico de mañana?
− “El Depor conquista Europa”. Y le añado hasta un subtítulo: “Primera Champions para el equipo herculino”.
 
− ¿En qué período histórico le gustaría haber nacido?
− Me quedo con el que me ha tocado, pero no estaría mal tener una máquina del tiempo para irme de vacaciones a otras épocas.
 
− Díganos qué le parece más reseñable de AISGE y en qué aspecto le gustaría que mejorásemos.
− Creo que, a día de hoy, hacéis más por los actores que cualquier otra entidad.

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