– Ya estamos disfrutando de la segunda temporada de ‘El Príncipe’, con la certeza de que no habrá una tercera. ¿Qué le parece?
– Me parece mal para los que se quedan sin trabajo, desde luego, pero desde el punto de vista narrativo me parece fantástico. Si los guionistas trabajan con un punto final, la historia y los personajes se fortalecen enormemente. Cuando matas protagonistas sin miedo a que tengan que resucitar, el shock que provocas en la audiencia es doblemente contundente. El camino tomado a lo largo de los 31 capítulos, centrándose en las células yihadistas, por desgracia tan de actualidad, no da más de sí. Alargar las tramas innecesariamente suele ser el pecado de las series.
Quiero ver a Cooper
– Desde que Urbizu le dio el papel del matarife de ‘La caja 507’ y luego al Santos Trinidad de ‘No habrá paz...’, no paran de lloverle tipos duros. ¿Le agobia la idea de quedarse para vestir ataúdes?
– No, hombre. El tipo duro se carga al galán. Ja, ja. El cine negro y policíaco es mi género predilecto, así que me quedaría ahí para los restos. No me importaría hacer una comedia romántica, por ejemplo, pero de tipo duro estoy en mi salsa. Además a estas alturas. Fíjese en Clint Eastwood.
– Hablando del rey de Roma, ¿le tienta dirigir?
– Me encanta la dirección. En la tele dirijo mucho en la sombra. No lo digo de tapadillo porque lo saben y me lo permiten. En una serie los directores vienen y van, pero nosotros estamos siempre ahí y sabemos más del personaje que el director que viene de nuevas. En cuanto a la técnica, son muchos años fijándome. El abecé me lo sé. Algún día lo haré en serio, pero hoy por hoy me quito la espinita tocándole las narices a otros. Mientras haya trabajo de actor, es más honesto por mi parte seguir donde estoy.
– Volviendo a la comedia romántica, ¿se ve de tipo inseguro que tiene problemas con la novia, al estilo Hugh Grant?
– Eeeh... Sí, pero no. No me apetece hacer el payaso tontorrón. Desde que empecé en esto, mis referentes han sido Cary Grant y Robert De Niro. Para una comedia romántica me quedo con Cary como modelo, mejor que Hugh.
– ¿Urbizu le cambió la vida?
– Sí, Enrique asesinó al galán y parió al tipo duro. El guion me alucinó y así se lo dije, pero creía que Resines sería el matón y yo el empleado del banco. “No, yo quiero que tú seas el killer”. Aquello me puso cachondo como un verraco. “Pues te vas a enterar”, le contesté.
– ¿En quién se inspiraron para crear al personaje?
– Queríamos un tipo gélido, con el rostro pétreo y el cabello blanco. ¿Se acuerda de Héctor Cooper, el entrenador del Valencia? Él fue nuestra inspiración. Pero teñir de blanco es muy difícil, pregunte si no en su peluquería. Hay que dar decenas de capas hasta conseguirlo. Yo quería ver a Cooper. Un mes antes del rodaje acabé con un gorrito como el de Laura Ingalls en La casa de la pradera porque tenía la cabeza abrasada. Desistimos y optamos por el corte militar, que también quedó bien.