– Sorprende mucho de su biografía el hecho de que rechazara participar en Al salir de clase…
– ¡Ya! Pero como me pasó lo que me pasó en Colombia tan joven, tenía pavor a que me sucediera aquí lo mismo: una cosa tan abrupta. Quería hacer mi carrera, tomar yo las decisiones. Mis representantes, en Mesala, lo entendieron. El que realmente me dio la mano nada más llegar fue Fernando Ramallo y siempre le estaré agradecida. Él me puso en contacto con mis representantes.
– ¿Ya se siente integrada como una actriz española más?
– Me ha costado mucho, pero hoy por fin puedo decir que sí. Tengo la doble nacionalidad, he hecho una familia aquí, tengo mi vida aquí. Yo elegí España para vivir, soy una exiliada voluntaria. Tengo el corazón dividido: llevo muchos años aquí y me siento colombiana pero también española. Mi carrera dio un giro definitivo cuando decidí trabajar el acento. Y lo hice a conciencia, todos los días una hora todas las noches con un foniatra. A partir de ahí ya empecé a competir por los personajes. Así que sí: me siento española.
– ¿Es usted distinta según el acento con el que hable?
– Sí, cambia el carácter. En castellano una es más sobria.