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17-09-2015

 
Juana Acosta
 
“Soy una exiliada voluntaria”


Era una estudiante bohemia de Bellas Artes cuando se convirtió en ídolo de la tele colombiana. Hoy, con el corazón aún dividido, ya no se siente “Juanita”


TOÑO FRAGUAS
Ya era una superestrella colombiana cuando llegó a España por primera vez en los años noventa. Aquí se le despertó definitivamente la vocación de actriz y aquí arraigó en el año 2000. Tras dos décadas en la profesión, Juana Acosta (Cali, Colombia, 1976) se siente una estrella más del firmamento de intérpretes españolas, una fama labrada gracias a una veintena de series y películas como Crematorio, Hospital central, Los 2 lados de la cama o Bienvenido a casa. Elige para esta charla la cafetería de la Filmoteca Española, en Madrid; pero al llegar descubrimos que la están fumigando. No importa, en un bar cercano desplegará su locuacidad y cercanía. La cosa es adaptarse, y poca gente sabe tanto de adaptación como Juana Acosta.
 
 
 

 
 
– ¿Cómo la llamo, Juana o Juanita?
– Todo el mundo en Colombia me llama Juanita. En mi DNI pone Juanita. Cuando me vine a vivir a España hace 15 años, una profesora de teatro me preguntó si nunca me había planteado llamarme Juana. Y la verdad es que a partir de ese momento me gustó. Quería darle un giro a mi vida y a partir de ahí seguí presentándome como Juana. En Colombia hay gente a quien todavía le molesta que me presente como Juana…, pero hoy por hoy me siento más Juana que Juanita.
 
– Usted se crió en un país convulso, donde el narco todavía campaba a sus anchas.
– Colombia ha dado un giro muy grande. Cuando yo me vine a España entraban aquí 600 colombianos al día. El éxodo era gigante. Y ahora se ha dado la vuelta. Todo el mundo quiere regresar. Me ha impactado mucho estos últimos años que actores, directores y escritores españoles me llamaran para preguntarme cómo están las cosas en Colombia, cómo les podía ayudar. Hasta hace poco recibía al menos una llamada al mes de algún español que se quería ir. Colombia se ha convertido en un punto de producción importante para Latinoamérica. En los últimos años han llegado Fox, Sony…
 
 
 

 
 
– Debutó en series de televisión y publicidad sin haberse formado. ¿Cómo fueron esos comienzos?
– Siempre me interesó el teatro, pero no encontré en Colombia una buena escuela y tenía la obsesión de hacer una carrera universitaria. Me gustaba Bellas Artes. En vacaciones hacía obras de teatro con mis amigas, pero a los 18 años no tenía claro que la interpretación fuera mi futuro, era algo latente. Tras acabar el colegio en el Liceo Francés y un viaje a Estados Unidos, volví a Bogotá. Quería independencia económica. La dueña de la tienda de ropa en la que trabajaba una amiga me puso en contacto con Julio Sánchez Cristo, un periodista colombiano cuya familia era dueña de una gran productora. Julio cambió mi vida para siempre. Dimos un paseo por los estudios y me hizo una prueba ese mismo día. Me ofreció presentar un programa llamado Panorama. Yo le dije que tenía clases y que quería seguir con la Universidad y él me dio todas las facilidades. Al cabo de un año me ofrecieron un papel en una serie de máxima audiencia: Mascarada. En dos meses me conocía todo el mundo.
 
– ¿Cómo sobrellevó esa fama repentina?
– Me agobié mucho. Yo era una estudiante bastante bohemia, incluso hippie. De pronto todo el mundo sabía quién era Juanita Acosta y me asusté. Pero me permitió ahorrar dinero y en 1996 me vine. Viajé por Europa, vine a España e hice las pruebas en la escuela de Juan Carlos Corazza. Me enamoré de España, me enamoré del teatro, se me abrió un mundo: Leí mucho y vi mucho cine europeo. Pero al cabo de un año me tenía que volver: se me acabó el dinero, se me acabó el visado y me ofrecieron una serie en Colombia, y quería acabar la carrera. Aunque yo tenía la idea de regresar a España en poco tiempo, al final estuve tres años locos en Colombia. Culminé Bellas Artes e hice tres series de televisión, tres películas y tres obras de teatro… Y todo eso solo con un año de preparación en Corazza. Así que en 2000 me dije: me vuelvo a España a terminar mi formación de actriz.
 
 
 

 
 
– Sorprende mucho de su biografía el hecho de que rechazara participar en Al salir de clase
– ¡Ya! Pero como me pasó lo que me pasó en Colombia tan joven, tenía pavor a que me sucediera aquí lo mismo: una cosa tan abrupta. Quería hacer mi carrera, tomar yo las decisiones. Mis representantes, en Mesala, lo entendieron. El que realmente me dio la mano nada más llegar fue Fernando Ramallo y siempre le estaré agradecida. Él me puso en contacto con mis representantes.
 
– ¿Ya se siente integrada como una actriz española más?
– Me ha costado mucho, pero hoy por fin puedo decir que sí. Tengo la doble nacionalidad, he hecho una familia aquí, tengo mi vida aquí. Yo elegí España para vivir, soy una exiliada voluntaria. Tengo el corazón dividido: llevo muchos años aquí y me siento colombiana pero también española. Mi carrera dio un giro definitivo cuando decidí trabajar el acento. Y lo hice a conciencia, todos los días una hora todas las noches con un foniatra. A partir de ahí ya empecé a competir por los personajes. Así que sí: me siento española.
 
– ¿Es usted distinta según el acento con el que hable?
– Sí, cambia el carácter. En castellano una es más sobria.
 
 

 
 
– También ha trabajado en Francia y en alguna ocasión ha dicho que le gustaría vivir allí. Como nos descuidemos nos la roban…
– El año pasado hice mis dos primeros papeles protagonistas: Santuario, en la que interpreto a la etarra Yoyes, y luego Anna, una coproducción francesa-colombiana que aún no se ha estrenado. Voy a París cada tres o cuatro meses para reuniones de trabajo, entrevistas y para que mi representante allí vea que estoy implicada. A vivir no me quiero ir, pero pasar una temporada larga me apetece. Tengo la sensación de que para el poco tiempo que le he dado a Francia, Francia me ha dado mucho.
 
– ¿La belleza también encasilla en un tipo de papeles?
– Nunca he sentido que me hayan encasillado en personajes de guapa. En algunos momentos el hecho de ser guapa pudo haber sido complicado para que yo pudiera ganar algún papel; porque a lo mejor a priori podía haber algo de “es demasiado guapa para hacer este personaje”. Pero esos son los personajes por los que más he luchado.
 
– ¿Al principio no temía que le ofrecieran papeles casi de mujer-florero?
– Si repasas mi carrera hay muy pocos de esos. Los he evitado porque cuando una actriz es guapa y se encasilla en papeles de guapa, entonces la carrera es poco duradera.
 
 

 
 
– ¿Le queda alguna espinita que se quiera sacar desde el punto de vista interpretativo?
– El teatro. En España no he hecho teatro. Lo siento como una asignatura pendiente y tengo muchísimas ganas de hacerlo. Sé que va a llegar algún momento.
 
– ¿Qué hará el día en que le den un Goya?
– ¡Uf! Me pongo tan nerviosa que prefiero ni pensar en eso, ¡imagínate!
 
 
 

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