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16-01-2015

Julián López
 
“Siempre he querido desmarcarme de la figura del humorista”
 
 
Lo suyo era tocar la trompa… hasta que con sus amigos ‘chanantes’ empezó a hacer el ganso. Ahora reivindica no llevar el chiste “hasta las últimas consecuencias de mi vida”
 
 
ANTONIO FRAGUAS
El niño del pueblo de El Provencio (Cuenca) que se compraba la revista Fotogramas nunca pensó que sería actor. Dicen que la mejor manera de alcanzar la maestría en cualquier disciplina es, de buenas a primeras, tomársela como un juego. Divertirse. Es lo que le pasó a Julián López (1978) con la interpretación. Él iba para músico profesional, y de hecho en 2001 lió el petate con el objetivo de estudiar su instrumento, la trompa, en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid. Pero para reírse y pasarlo bien empezó con sus amigos Joaquín Reyes, Raúl Cimas, Carlos Areces y Ernesto Sevilla a hacer el indio. Y lo hacían muy bien. Después de una decena de programas televisivos, algunos ya tan clásicos como La hora chanante o Muchachada nui, y otras tantas películas (entre ellas Pagafantas y No controles, de Borja Cobeaga) Julián López protagoniza ahora junto a Santiago Segura la gran franquicia española del cine de humor: Torrente 5: Operación Eurovegas. El cómico, que no humorista, quiere además internarse por otros derroteros. Hijo de un administrativo municipal y de un ama de casa, está encajando la fama de la mejor manera posible: con los pies en el suelo.

– ¿Se puede ligar tocando la trompa?
– Bueno, yo ligaba en el Conservatorio, pero no sé si por la trompa o por mi gracejo. La trompa es un instrumento redondito con una campana para atrás. Proviene de la trompa de caza. No confundir con el corno inglés, que es de la familia de los instrumentos de viento-madera. Es muy romántico en muchos aspectos de la palabra. No solo por lo elegiaco que suena, por lo aterciopelado del sonido, sino porque en la época del romanticismo tuvo un auge en la música.

– Usted no tiene formación de actor, pero a fin de cuentas los músicos también interpretan…
– Claro, no dejas de interpretar. Todo es conocer un lenguaje. Te voy a contar una cosa que me ocurría y que ya he aprendido a llevar mejor. Con mis colegas de Muchachada y de La hora chanante hacíamos algo muy personal. Éramos amigos haciendo algo que por suerte le gustaba a alguien; no pensábamos que fuera nuestro trabajo, que fuéramos cómicos o actores. Pero cuando nos fueron llamando, cuando yo empezaba a hacer los primeros papeles, cuando nos empezaron a llamar para participar en series o en películas, me dije: "Esto hay que tomárselo en serio". Y recuerdo que en el rodaje de Que se mueran los feos en las tertulias de la comida estaban Juan Diego, María Pujalte, Tristán Ulloa, Javier Cámara, Carmen Machi… Y hablaban de teatro, de dramaturgia y de interpretación. Yo tenía mucho pudor y me sentía muy cohibido porque no vengo de ahí. Sólo escuchaba y me callaba. Con el paso del tiempo me di cuenta de que yo había aprendido otro tipo de lenguaje, que es el lenguaje musical, que también me sirve mucho en la interpretación, con el fraseo, el ritmo, el tempo, la musicalidad. Todo eso me ha ayudado mucho.

– El escudo de su pueblo es una especie de zapato de fantasía…
– Es una calza, con cuadrados negros y amarillos. A mis amigos de Zaragoza siempre les digo que hay una conexión, las terminaciones en -ico, que son muy mañas y muy manchegas… y la segunda equipación del Zaragoza, que es amarilla y negra. 

– ¿Cómo fue su infancia en El Provencio?
– Mis amistades de toda la vida están allí. Hasta que fui a la universidad, a Cuenca, viví en El Provencio. Yo mismo me pregunto cómo podía sobrevivir, con todo el mundo interior que tengo. El cine local desapareció cuando yo era muy pequeñín. Si se proyectaba algo era en VHS. Yo grababa mucho. La joya de la corona de mi colección era Regreso al futuro.

– En su caso lo que le viene al galgo no es la casta de actor, sino de músico…
– En mi casa había tres elementos importantes: amor y cariño, música, cine y televisión. A mi madre le encanta cantar, a mi padre también. Él siempre ha tenido clavada la espina de no haber aprendido a tocar un instrumento, pero sí cantaban ambos en la coral de El Provencio y ahora están en una coral que hay para mayores.

– ¿Esperaba que su vida fuera así?
– Para nada. Todo estaba enfocado a que yo fuera músico profesional o profesor. Luego me he dado cuenta de que en mi habitación sí pensaba en esto. Como buen aficionado al cine y a la música me ponía bandas sonoras y me hacía tráilers en la cabeza, hacía mis movimientos…. Mucho E. T., mucho Encuentros en la tercera fase

– ¿Cómo vive la fama? ¿No le parece algo irreal?
– Lo bueno en mi caso es que está siendo muy poco a poco. Sí que es verdad que la primera vez que vas a los Goya hay algo de irreal. O cuando sales en una revista de cine. Por ejemplo me ocurrió cuando aparecí en Fotogramas. Yo compraba con 15 años esa revista.

– ¿Se trabaja igual para minorías que para mayorías? Porque ahora con ‘Torrente 5’ llega usted a uno de los hitos del humor en español…
– Es verdad que antes uno se dejaba llevar más por otras sensaciones: estar con amigos y echarse unas risas. Lo hacía y al día siguiente me iba al Conservatorio. Ojo, yo quería hacerlo todo bien y que la gente se riera. Pero ahora ponemos el ejemplo de Torrente 5, que se supone que va a ser muy taquillera, y es mucha responsabilidad. Siempre intento que todo sea honesto y auténtico. Y todavía lo paso bien, por suerte. No he tenido ninguna experiencia de rodaje que diga: ‘esto ha sido un calvario’. En Torrente 5 he disfrutado muchísimo.

– ¿Qué le sugiere la palabra ‘taquillazo’?
– Me sugiere alegría [risas]. Cuando Muchachada se empezaba a hacer popular nos lo decían: "Jo, es que ya lo ve más gente…". Pues eso es justo lo que queríamos.

– ¿Y la palabra ‘españolada’? Porque ‘Torrente’ es una especie de ‘metaespañolada’…
– Es una palabra que ha hecho mucho daño. Recuerdo una frase de La niña de tus ojos, cuando el personaje de Resines dice: ‘somos españoles y hacemos españoladas, ¿qué quiere que hagamos?, ¿italianadas, americanadas?’. Casi aplaudo en el cine. Ese tipo de etiquetas son absurdas. Creo que Torrente es una comedia muy necesaria y quiero romper una lanza por ese personaje y por Santiago (y los que me conocen saben que no es peloteo). Es un personaje muy potente, que aúna todas las miserias y todas las cosas malas que puede tener un ciudadano español. Algo muy necesario para hacer autocrítica.

– Su personaje de Juancarlitros en ‘No controles’ se definía como humorista. ¿Usted lo es?
– Siempre he querido desmarcarme de la figura del humorista. Ojo, y es una figura que me ha dado muchas alegrías desde niño. Pero no creo chistes sin parar, ni hago imitaciones… y sobre todo no llevo eso a todos lados. Me han pedido muchas veces que haga de Juancarlitros y no he querido. No me sale. Me gusta la magia de hacer los papeles cuando corresponde y que queden ahí. Abusar de un personaje fuera de lugar me daría pena por el personaje en sí. Sí me considero un cómico, en el sentido en el que se empleaba el término en El viaje a ninguna parte. He trabajado el humor desde la interpretación y desde el pensamiento, pero no lo llevo hasta las últimas consecuencias en mi vida. Soy más tímido, más seriote. En calidad de humorista me llaman para galas y programas de variedades y casi siempre digo que no. He elegido hacer ficción porque yo quiero ser actor.

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