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Ken Appledorn


“Me identifico mucho
con Billy Elliot”

 
 
De Detroit a Sevilla. Ese es el peculiar trayecto que completó este joven de 33 años para dar rienda suelta a su vocación artística. “Me costó entender el idioma, sobre todo los chistes, que a los andaluces les encantan. ¡Y creía que la playa estaba a solo diez minutos de la ciudad!”, recuerda. Antes de dejar su ciudad natal ya había actuado profesionalmente en cinco obras, algunas tan conocidas como Macbeth o Heaven can wait. Los monólogos de Paramount Comedy le subieron por primera vez a las tablas españolas en 2008 y ese mismo año entonó con la compañía Viento Sur un canto contra la guerra titulado Pic-Nic. Los padres de un soldado visitaban la trinchera donde se refugiaba y criticaban la lucha al ver que los bandos implicados anhelaban la paz. Pero cuando iban a detener el conflicto, la violencia irracional les abatía a golpe de metralleta. Durante el verano de 2010 representó Carmen en la vieja Fábrica de Tabacos sevillana, el lugar que a mediados del siglo XIX inspiró a Merimée para escribir el trágico idilio entre la cigarrera más universal y un militar. Ahora llena los teatros de todo el país gracias a En positivo, el espectáculo que Los Morancos han diseñado para combatir el pesimismo a base de carcajadas. La fórmula del éxito sigue siendo la misma: los enredos en que se ven envueltos sus míticos personajes y un puñado de nuevas canciones que derrochan ingenio.
 
   Empezaba 2009 cuando saltó a la primera línea televisiva con Yo soy Bea, la versión de Betty la fea que Telecinco emitió diariamente a lo largo de tres años. En su fugaz paso por la serie encarnó a un ejecutivo inglés que llegaba a Madrid para firmar un convenio entre su empresa y una revista de moda, pero la pluma perdía tinta, así que terminaba completamente manchado y restaba solemnidad al acto. Luego grabó algunos capítulos para las dos primeras temporadas de Malviviendo, una comedia con tintes críticos que ha enamorado a millones de internautas pese a sus precarios medios. Él interpretaba un vagabundo desequilibrado que había perdido su puesto de abogado al servicio del diablo y solo era feliz mientras cantaba en la calle, hasta que un policía corrupto le apaleaba brutalmente y le arrebataba su recaudación. David Sainz, guionista y director de esa aplaudida ficción, creó a su medida El viaje de Peter McDowell. Sus doce episodios, ofrecidos por Canal Sur en los meses estivales de 2009, describían las dificultades que encontraba un refinado escritor británico para adaptarse a la idiosincrasia andaluza durante su periplo: vendía bragas a gritos en el mercadillo, se emborrachaba con unos rumberos aprovechados que no pagaban ni una sola ronda, prescindía de los calcetines cuando se ponía chanclas… Su prolífica alianza con Sainz sumó un nuevo título al año siguiente, Paco’s Pissa, una serie para Internet donde aparecía totalmente entregado a la música de sus enormes cascos. A pesar de su ensimismamiento, un muchacho le contaba que trabajaba duro como repartidor de una vomitiva pizzería para comprarse una moto.
 
 

 
 
   Millones de televidentes le recuerdan como el famoso fotógrafo Spencer Tunick, que iba a inmortalizar un desnudo colectivo en el sórdido barrio de Aída. Las mujeres estaban dispuestas a exhibir sus cuerpos porque se trataba de una campaña contra la malaria, pero los hombres solo querían unirse por verlas sin ropa. ¿Cómo acababa esa peculiar guerra de sexos? Ellas se enteraban de sus sucias intenciones y posaban con camiseta, por lo que la iniciativa solidaria se iba al garete. Su siguiente papel fue el de Matthew, un educado negociante londinense que viajaba a la Andalucía decimonónica de Bandolera para adquirir grandes cantidades de un licor exquisito. Tras grabar un capítulo de Museo Coconut y otro de La respuesta está en la historia, a finales de 2011 regresó por todo lo alto a la cadena autonómica andaluza con el programa de Los Morancos Qué buen puntito, en cuyos desternillantes sketches dio vida a diversos personajes: un cliente demasiado exigente a la hora de pedir su café, una animadora americana que llegaba a España sin saber nada de castellano, un gorrilla enamorado del baile… El mismo canal ha vuelto a contar con él para su última gran producción, Flaman, una curiosa mezcla de comedia y ciencia ficción. El protagonista es un estudiante de Informática que tiene poderes y aspira a convertirse en superhéroe con la ayuda de sus compañeros. A él le ha tocado ser Benjamin J. Perry, que dedica su tiempo a repartir pizzas y a entrenar al chico en sus sobrenaturales habilidades, pues es un friki de ese tema. Pronto verá la luz el proyecto internacional The avatars. Es la nueva versión de una serie musical que ya emitió la televisión italiana y, aunque está rodada por las calles de Madrid, sus actores son adolescentes estadounidenses que hablan en inglés para facilitar la venta internacional. Su argumento no aporta nada nuevo: aspirantes a estrellas del rock que, ante la indiferencia de las discográficas, forman un exitoso grupo a través de la Red.
 
   Se enfundó el traje de maître para la película juvenil Fuga de cerebros, en la que Mario Casas falsificaba su mediocre expediente académico con el fin de acceder a la prestigiosa universidad de Oxford y cautivar así a Amaia Salamanca, la chica inteligente que le había robado el corazón tiempo atrás. Su segundo trabajo cinematográfico fue Madre amadísima, la historia de un gay nacido en pleno franquismo que rememoraba sus experiencias vitales (marginación, amor materno, drogas…) mientras vestía a una virgen antes de la procesión. La soledad del triunfo desvelaba los entresijos del mundo taurino más allá de los ruedos y le puso en la piel de un paparazzi que seguía sin tregua a un famoso matador.
 
   Los espectadores del último Festival de Málaga comprobaron que su papel en Casting era bastante parecido a sí mismo, un actor cansado de que le tomasen el pelo por tener un acento diferente. El mes pasado llegó a la gran pantalla The imposter, un documental británico presentado como thriller psicológico que ya ha ganado un BAFTA e impresionado al selecto público de Sundance. Él interpreta al cónsul estadounidense en España, encargado de enviar a Texas a un muchacho reclamado desde su secuestro y finalmente liberado, aunque en realidad se trataba de un francoargelino que había usurpado su identidad para vivir mejor al otro lado del océano. Los cegados familiares descubrían la estafa tras cinco meses de convivencia, cuando el verdadero desaparecido daba señales de vida y veían que el impostor apenas guardaba parecido físico con él.
 
 

 
   Ahora tiene por estrenar tres títulos independientes. León le sube al cuadrilátero para presentar los combates de un luchador brillante que debe elegir entre el triunfo deportivo o la vida tranquila de su Mérida natal. Opta por cumplir su sueño, pero las malas compañías precipitan su caída. El macabro The extraordinary tales of the times table, su primer largo como protagonista, muestra la relación postal entre dos jóvenes trastornados que dan el paso de conocerse y tienen un hijo tras contraer matrimonio. La historia de carretera Anochece en la India le ha permitido compartir elenco con un Juan Diego que, postrado en silla de ruedas por una enfermedad degenerativa y acompañado de su fiel asistenta rumana, viaja hasta el país asiático para morir. A lo largo del recorrido ambos charlan sobre el amor, el paso del tiempo y la necesidad de vivir un último momento de felicidad.
 
   Su currículum se ha llenado de cortometrajes durante los últimos cuatro años. Recibió uno de los personajes más atípicos de Vité, el cíborg (ser compuesto por elementos orgánicos y electrónicos) que procedía de un lejano planeta y aparentaba 24 años, cuando ya había cumplido 133. Su romance con una humana le alegraba sus últimos días, ya que una rara enfermedad le estaba matando sin saberlo. Marx no la conocía presentaba a un chico que había planeado al detalle su primer encuentro sexual, pero las ganas de orinar le anulaban completamente, un problema demasiado habitual en su vida. Él hizo de voluntario de Greenpeace al que el chaval no era capaz de atender por ese mismo motivo.
 
   En el disparatado Mortal topic fue un repeinado presidente de EEUU, aficionado a los bombardeos y las becarias, que había encomendado a un aguerrido soldado hispalense el asesinato de Osama Bin Laden. Y aunque jamás le agradeció semejante hazaña, volvía a llamarle para una nueva misión: aniquilar a unos hippies nazis que acompañaban con flautas y guitarras sus canciones dedicadas a Hitler. Repitió en Mortal topic 2 como militar americano destinado a un país musulmán donde se escondían peligrosos terroristas con mostacho. Y disparaba incluso al gato cósmico Doraemon, todo un referente entre los niños de todo el planeta, solo por tener bigote. Su mafioso O’Connor de Machote demostró que también tenía habilidad con la pistola al tirotear a una pareja de recién casados y al fotógrafo que les retrataba.
 
   En marzo de 2011 recibió aplausos por el papel principal de 13 segundos, un maltratador que controlaba la agresividad contra su novia gracias a un don que le fue concedido cuando cumplió trece años: podía retroceder un instante en el tiempo y modificar así su conducta. Su aparición más reciente se la debe a Peor imposible, sobre dos amigos desempleados que tenían la oportunidad de cambiar su penosa existencia si robaban la recaudación de varios conciertos.
 
 

 
HÉCTOR ÁLVAREZ JIMÉNEZ
¿Recuerda el momento particular en que decidió ser actor?
− Cuando tenía cuatro o cinco años mi madre me llevó al teatro del barrio en Troy (Michigan) e hice el casting para participar en la obra Peter Pan. Conseguí el papel de uno de los niños perdidos y desde entonces quise repetir, aunque el momento en que pensé que podía ganarme la vida como actor fue cuando grabé la serie El viaje de Peter McDowell.
 
− ¿Quién fue la primera persona a la que se lo contó?
− A los 17 años les dije a mis padres que quería estudiar Arte Dramático y me aconsejaron que hiciera otra carrera, pues la interpretación es complicada, solo da trabajo a unos pocos privilegiados. Les hice caso, así que me matriculé en Administración de Empresas y Matemáticas, pero siempre lo compaginé con proyectos teatrales y talleres.
 
− ¿Cuál ha sido el mayor golpe de suerte que ha recibido hasta ahora en su carrera?
− Participar en Casting. Tuve la oportunidad de grabar con Natalia Mateo la secuencia más bonita de mi carrera. Es una profesional como la copa de un pino y jugar con ella fue un privilegio. También tuve la suerte de actuar a las órdenes de Jorge Naranjo, que no solo sabe coger la cámara, sino que me dejó disfrutar con las emociones. Y además gané la Biznaga de Plata junto a todos mis compañeros de reparto, fue muy satisfactorio ver que a la gente le gustara tanto la película.
 
− ¿A cuál de los personajes que ha encarnado le tiene especial cariño? ¿Por qué motivo?
− A dos: el Ken Appledorn de Casting y Peter McDowell en El viaje de Peter McDowell. El primero es muy parecido a mí, ha sido un trabajo muy personal. E interpretar al segundo fue divertidísimo, ya que era un inglés con muchas ganas de conocer Andalucía y contaba sus aventuras y desventuras en esa tierra.
 
Si el teléfono dejara de sonar, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
− En Michigan me dedicaba a llevar las cuentas de una agencia de publicidad, así que seguramente buscaría algo similar o trabajaría como profesor de inglés, un empleo que ya tuve durante dos años en una escuela de Sevilla.
 
− ¿Ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
− ¡Nunca! Soy consciente de lo complicado que es este oficio y siempre lo he alternado con otros trabajos.  
 
− ¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− Durante un rodaje para el Festival de Cine Instantáneo de Córdoba, que exige filmar y montar un cortometraje en solo 24 horas. Hubo tanta tensión que llegué a pronunciar esa misma frase.
 
− ¿Le gusta volver a ver los títulos en los que ha participado?
− Al principio me cuesta porque me critico demasiado, pero es necesario para advertir fallos y mejorar. Con el paso del tiempo se me hace más fácil. Por ejemplo, pasaron casi dos años desde el rodaje de Casting hasta que la vi por primera vez en el Festival de Málaga, y había un montón de detalles de los que no me acordaba. Escuchar la reacción positiva del público fue emocionante, estoy muy orgulloso de la labor que ha hecho todo el equipo. ¡Tengo muchas ganas de que se estrene para volver a verla con toda la familia!
 

 
 
− ¿Cuál considera que es el principal problema del cine español y qué solución se le ocurre para paliarlo?
− No sé, pero habría que abrir mucho más el abanico, buscar otros formatos y otras maneras de llegar al espectador.
 
− ¿A quién le devolvería antes la llamada, a Burton o a Tarantino?
− ¡Vaya pregunta! [Risas] Son dos cracks y no hay manera de elegir: le tengo un cariño especial a Big fish y Reservoir dogs también está entre mis filmes favoritos.
 
− ¿Cuál fue el primer actor o actriz que le conmovió?
− No me acuerdo. Soy muy sensible y me han conmovido muchas películas, aunque me identificaba mucho con el personaje que interpretó Jamie Bell en Billy Elliot.
 
¿Qué diálogo de película le gusta aplicar como leit motiv personal?
“Yesterday is history, tomorrow is mistery, today is a gift. That’s why it’s called the present”. Es un juego de palabras que aparece en Kung Fu Panda y su traducción al español sería esta: “Ayer es historia, mañana es misterio, hoy es un regalo. Por eso se le llama presente”.
 
− ¿Qué largometraje ha visto tantas veces que se sabe los diálogos completos de alguna escena?
He visto mil veces Forrest Gump, tiene escenas que para mí son joyas. Una es cuando Jenny vuelve a la casa de su infancia y Forrest le dice: “Supongo que a veces no hay suficientes piedras”. ¡Se me rompe el corazón! 
 
− ¿Cuál fue el último filme que no fue capaz de ver hasta el final?
− La única que recuerdo es Mary Reilly. Tenía 16 años y me aburría tanto que me fui del cine a mitad de la película.
 
 

 
− ¿Recuerda alguna anécdota divertida que haya vivido como espectador?
− Mi primer recuerdo cinematográfico es ir a ver Pinocho junto a mis tres hermanos mayores. Tendría cinco o seis años y, para ahorrar dinero, hicimos nuestras propias palomitas en casa. Después nos las escondimos con los caramelos y las bebidas debajo de los abrigos y en los bolsillos. Lo pasé tan bien…
 
− ¿A qué serie de televisión está enganchado?
− A Juego de tronos. Tiene unos ingredientes fantásticos: guiones, decorados, actores, música…
 
− ¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado alguien cercano para ejercer este oficio?
− Mi marido, Jorge Cadaval, siempre me dice que disfrute de las experiencias. Si alguien no me trata bien ni me permite gozar con lo que me gusta, mejor dejarlo, ya que no merecerá la pena.
 
− ¿Qué punto fuerte destacaría de usted como intérprete?
− Mi tesón.
 
− ¿Y débil?
− Soy poco paciente.
 
− Adelántenos, ahora que no nos escucha nadie… ¿Cuál es el siguiente proyecto que se va a traer entre manos?
− Acabo de rodar The extraordinary tale of the times table, un largometraje dirigido por Laura Alvea y José Ortuño. Es un proyecto pequeño, pero muy bonito y hecho con mucho cariño. ¡Creo que va a sorprender!   
 
− ¿Qué sueño profesional le gustaría hacer realidad?
− Poder seguir actuando. Y mucho mejor si es en proyectos que transmitan algo al público.
 
− ¿Qué titular le gustaría leer en el periódico de mañana?
− Que se ha acabado la situación de hastío en el país.
 
− ¿Qué canción o canciones escogería para ponerle banda sonora al momento actual de su vida?
Can’t keep it in, de Cat Stevens.
 
− ¿En qué otra etapa de la historia le gustaría haber vivido?
− En el presente. Hoy siguen existiendo muchos prejuicios, pero antes había incluso más. Día a día se están logrando los mismos derechos para todas las personas, aunque se avanza muy poco a poco.
 
− Díganos qué le parece más reseñable de AISGE y en qué aspecto le gustaría que mejorásemos.
− Me gustan mucho los cursos que ofrece a precio asequible, especialmente los encuentros con directores. Participé en uno con Santiago Zannou (El truco del manco, La puerta de no retorno, Alacrán enamorado) y fue fantástico.

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