¡Qué éxito el de aquella película!
La nueva España vestía bragas de oro
El contraste entre una Victoria Abril lujuriosa y su tío, escritor falangista, arrasó en los albores de la democracia a partir de la novela de Juan Marsé
JAVIER OCAÑA (@ocanajavier)
La novela había ganado el premio Planeta en el año 1978, coincidiendo con la época en la que escritores de gran prestigio se solían hacer con el galardón. Y aunque, en principio, La muchacha de las bragas de oro no esté considerada como una de las escrituras mayores de Juan Marsé, no deja de formar parte de la obra de uno de los nombres emblemáticos en la literatura española de la segunda mitad del siglo XX. Así que Vicente Aranda, fanático de la obra del escritor catalán, al que volvería tres veces más –en Si te dicen que caí, El amante bilingüe y Canciones de amor en Lolita’s Club–, pensó que había terreno ganado con el bum editorial del planeta para la comercialidad de la película.
En el relato, además, asomaban muchas de las esencias de su cine. La muchacha de las bragas de oro es una película muy de Vicente Aranda basada en una novela muy de Juan Marsé. La crudeza sexual de algunas secuencias ya estaba presente en el libro, y también la explicitud en el lenguaje, que viene de diálogos exactos del original del escritor. En el relato se aúnan el recuerdo del pasado político y amoroso de un escritor falangista, expuesto a través de continuos flashbacks, y una reescritura desde la época contemporánea de unas memorias llenas de falsedades. Y, como eje central de todo ello, la muy ambigua relación del maduro escritor con su joven sobrina, esa muchacha de las bragas de oro.
Como protagonista femenina, Aranda eligió a Victoria Abril, que ya había trabajado con él en Cambio de sexo (1977), después de un largo proceso para encontrar a la actriz ideal. La cinta cambió la carrera de ambos: a partir de ahí se convirtió en la actriz fetiche del director, que nunca más volvió a dudar de la idoneidad de Abril para su cine; y ella logró algunas de sus mejores interpretaciones a su lado, principalmente Tiempo de silencio, El Lute: camina o revienta y Amantes. Para el papel masculino, el elegido fue el uruguayo nacionalizado argentino Lautaro Murúa.
La nueva España de la democracia, representada por la insolencia, la libertad y el deseo sexual del rol de Abril, se enfrentaba de este modo a la vieja España, que luchaba por reinventarse. La muchacha de las bragas de oro, pese a ser una película compleja, llevó a los cines a 700.000 espectadores.