Fernando Franco
y la gramática
de la naturalidad
Actuar es reaccionar. El Goya a mejor director novel (‘La herida’) anima a los intérpretes a contener el gesto como lo hacemos en la vida real
FRANCISCO PASTOR
Reportaje gráfico: Enrique Cidoncha
Una intérprete actúa frente a la cámara mientras uno de sus compañeros, enfrente y fuera de plano, le va dando la réplica. Los alumnos restantes, otros ocho, conocen el texto y lo han estudiado, aunque ninguno sabe a qué largometraje pertenece el fragmento. Junto a ellos, sentado, casi escondido, Fernando Franco –uno de los jóvenes cineastas más reconocidos por la industria cultural española– anota con su gesto lo que le impresiona y lo que le despista de aquello que está viendo.
Para clausurar su penúltima sesión frente a los alumnos en el madrileño Centro Actúa (calle de Cavanilles, 15), el director ha elegido el suspense. O, al menos, algo que pueda intuirse así, tanto a un lado como al otro de la pantalla. En la realidad, la actriz Susana Fernández se encuentra rodeada de sus compañeros y cara a cara con la cámara. La vuelta de tuerca llega cuando, en la ficción, también da vida a una intérprete; una joven que actúa para una prueba en la que el diálogo es macabro, relativo a un crimen, y en el que no está claro qué es texto y qué, desvarío. “Me gustan los juegos de muñecas rusas. Es una ambigüedad que me permite sacar más de los actores”, anota el profesor.