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Una violencia que pervive en el tiempo
Ana Campoy reivindica la memoria con una novela desagarradora, ‘El paracaidista’, que da voz a las mujeres silenciadas tras las Guerra Civil española
ANTONIO ROJAS (@mapadeutopias)
Cuenta Ana Campoy (Madrid, 1979) que siendo niña escuchó contar las infancias de sus abuelos y cómo la Guerra Civil provocó un corte abrupto en sus vidas, lo que le lleva a afirmar: “la generación que estaba destinada a renovarlo todo mutó en una de personas traumatizadas”. Personas silenciadas. Obligadas a un mutismo que además se volvía más negro y espeso si se era mujer. Después de años de acarrear con esa historia atada a la espalda, y como manera de combatir la sensación de injusticia que aún siente, heredada de sus mayores, ahora se ha liberado con la publicación de un libro desgarrador: El paracaidista.
El relato se sitúa en mitad de la nada, en un tiempo indefinido. Porque la autora renuncia a facilitar fechas, lugares e, incluso, nombres, pues todos los personajes son conocidos por sus apodos: Tuerta, Chico, Niña Muda, Barda, Molienda, Pico, Alcuza, Cascas Grande, Cascas Canijo… De ese modo, en este asfixiante drama rural que narra y en el que se percibe el aire de Federico García Lorca, podemos ver reconocidos a miles y miles de españoles que sufrieron la infamia de los vencedores. Y también identificar cualquiera de esos centenares de pueblos de nuestra geografía que se transformaron para los vencidos en auténticas ratoneras de las que les era imposible huir.
Campoy, que ha trabajado para cine y televisión como redactora, realizadora o guionista (además de su ascendente carrera como escritora de libros infantiles), nos remite a días negros y desgraciados, en un espacio donde solo importan las huertas, las olivas y las ovejas; todo lo demás, incluidas las personas, es pérdida de tiempo. Años oscuros en los que el único lugar seguro en el que refugiarse es el silencio, la ausencia de palabras. Las frases se esconden, se callan y acaban enquistadas. Duelen. Queda también el refugio de la memoria, que siempre acerca momentos más luminosos aunque no menos duros y difíciles. Y que, a veces, es también una bomba que estalla sin remedio, desbordando las emociones. Memoria necesaria, pese a todo, frente al olvido que quisieran algunos.
El protagonismo de esta novela coral lo adquiere, sin duda, la figura de la Tuerta, hija de un tintorero asesinado en las tapias del cementerio y enterrado de mala manera en una tumba extramuros, y una madre que ya no pudo más y acabó ahorcándose de un olivo para poner fin a su vida. Esta mujer evoca una infancia de color y luz mientras lleva una existencia parca en palabras, dedicada al cuidado de sus dos hijos, Chico y Niña Muda.
La suya es una vida anodina en la que arrastra la humillación y la venganza de quienes se hicieron con todo el poder en la aldea. Esa opresiva cotidianidad se rompe bruscamente con la llegada del extraño personaje del paracaidista, un desconocido que tampoco pronuncia palabra alguna y al que cobija en su casa. Silencio, más silencio en una atmósfera sofocante, de infamia, maldad y tormento. Pero de la que acaban brotando destellos ilusionantes, porque el cuerpo que se creía yermo revive por la pasión.
En este territorio de odio antiguo y vileza, de donde no se ha evaporado el olor a muerte, la violencia se perpetúa. Da igual que ya no haya dos bandos enfrentados en un conflicto bélico, porque persiste el ánimo sanguinario y vengativo de los que salieron triunfantes de él. Y cuando no emerge el crimen lo hace el suicidio, como una sombra indetectable que todo lo cubre.
Hay quien prefiere callar, pero también está el que prefiere elegir sus propias mentiras para contárselas a sí mismo. Porque el recuerdo de aquella guerra, tan pródiga en heridas interesadamente abiertas y en tremendas injusticias, acaba sobrevolándolo todo.
Consigue Ana Campoy arrastrar al lector a unas páginas que por momentos se hacen irrespirables por su dramatismo. Acierto de escritora. Literatura que conmueve, que remueve y golpea duro, pero cuya desazón se disipa cuando se vislumbra –a lo lejos, eso sí– una rendija por la que se cuela la esperanza.
‘El paracaidista’ (Editorial Las Afueras, noviembre de 2024). 208 páginas, 16,95 euros (eBook, 9,99 euros)