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17-07-2024

#LeerSientaDeCine


Radiografía de un siglo efervescente para el cine musical


Carlos Ezquerra se adentra con afán divulgativo y crítico en los títulos más determinantes de un género nacido en Hollywood y que en el cine español, más amigo de películas sobre cantantes, apenas ha tenido desarrollo

ANTONIO ROJAS (@mapadeutopias)

Más de uno habrá tenido la tentación de aprovechar que jarreaba para lanzarse a la calle, paraguas en mano, y remedar a Gene Kelly cantando bajo la lluvia. O imitar en el salón (salvando las distancias) los hipnóticos pasos de baile con los que tantas veces nos deslumbraron Fred Astaire y Cyd Charisse. Son imágenes intensas que han quedado en nuestra memoria cinematográfica y que hablan, por sí solas, de la trascendencia de los filmes musicales en nuestras vidas. Por no aludir, claro está, a las entusiastas escenas del garaje en West Side Story o los compases iniciales de La la Land, con todo el elenco bailoteando sobre los coches en mitad de un colosal atasco. 


Puede resultar exagerada la afirmación de Carlos Ezquerra de que este género es, en muchos sentidos, la quintaesencia del séptimo arte. Pero resulta adictivo surcar las páginas de su Historia informal del cine musical, que recorre casi un siglo de existencia del género, revisa los grandes clásicos, nos descubre otros títulos menos divulgados y deja impronta crítica en cada uno de los largometrajes visitados.


Este viaje sintético pero muy completo se inicia, como es lógico, por El cantor de jazz (1927), primera película sonora y primer musical, aunque de poco relumbre y con más valor histórico que artístico. Prefiere el autor la serie de vodeviles y operetas de Ernst Lubitsch, desde El desfile del amor, de 1929 –primer musical genuino, en su opinión–, hasta La viuda alegre (1934), apoteosis de la incursión del genial director de origen alemán en el género.


Carlos Ezquerra, que es también autor de una Historia informal del cine negro, se detiene en cada una de las décadas para destacar sus hitos, pero sin perder de vista el resto de producciones. Hace hincapié en los grandes protagonistas, desde Astaire y Charisse a Kelly, Rita Hayworth, Jeanette MacDonald, Judy Garland, Leslie Caron, Mario Lanza, Doris Day, Bing Crosby o Vera-Ellen.  De la frivolidad de los años treinta se evoluciona a la gravedad, el sentimentalismo y la propaganda de los cuarenta y los primeros cincuenta, cuando los mejores creadores se ponen al servicio de los musicales. Aunque, si de ases se trata, habremos de citar ineludiblemente a los realizadores Charles Walters, Stanley Donen, Vicente Minnelli y George Sidney.


Las páginas del volumen resaltan la importancia de West Side Story, de 1961, como cima de este tipo de producciones; la contribución ramplona de Elvis Presley o las aportaciones de Bob Fosse y Milos Forman para enfilar la desorientación de los ochenta y las rarezas de años noventa 90 al 2000. Se le reserva un apartado especial a La la Land (2014), que significó un regreso del género por la puerta grande y abre paso a títulos últimos como Bohemian Rhapsody (2018), Ha nacido una estrella (2018) o West Side Story (2021), en la relectura de Steven Spielberg.


Aunque queda claro que nos encontramos  ante un género mayoritariamente estadounidense y gestado en Hollywood, Ezquerra no pierde la ocasión en los dos últimos capítulos para hacer breves paradas en algunos países que también se han aventurado con dispar éxito por el territorio de los musicales cinematográficos. Las escalas acontecen en Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Suecia, Rusia e India, cuna de esa inacabable fábrica de películas que es Bollywood.


Por lo que respecta a España, el autor nos deja algunas conclusiones propicias para la controversia. A su juicio, no está claro que la industria de nuestro país haya producido cine musical en sentido estricto, si exceptuamos los estupendos títulos que Carlos Saura dedicó a la música o algunos intentos puntuales, hoy apenas recordados, como Diferente (José María Delgado, 1961) o Escala en Hi-Fi (Isidoro M. Ferry, 1963).


En lo que sí hemos sido genuinos es en hacer películas al servicio de cantantes (y, no se nos olvide, de toreros: Spain is different): fesde Imperio Argentina a Lola Flores, Juanita Reina o Carmen Sevilla, pasando por Concha Velasco, Sara Montiel, Raphael, Marisol, Rocío Dúrcal o Julio Iglesias. Filmes muy desiguales, algunos estimables y, en general, despreciados por la crítica, que han acabado formando parte de la parrilla de programas televisivos destinados a alimentar la nostalgia.


‘Historia informal del cine musical. De 'El cantor de jazz' a 'La la Land” (Erasmus Ediciones / Editorial Almuzara, noviembre  de 2023). 416 páginas, 25 euros


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