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17-10-2023

#LeerSientaDeCine

 

La carrera sin complejos ni soberbias de Javier Cámara

 

Ánjel María Fernández publica una singular biografía del actor riojano, integrante de esa estirpe única de artistas que representa al español medio

ANTONIO ROJAS (@mapadeutopias)

Si decidiéramos hojear Javier Cámara: El hijo del Labrador por sus páginas finales, en las que aparece una relación pormenorizada de los muchos largometrajes, cortos, series televisivas o montajes teatrales en los que ha intervenido, así como de los numerosos premios y reconocimientos recibidos (la relación es impresionante), quizá caeríamos en el error de pensar que estamos ante una biografía al uso de este actor excepcional. Pero no es del todo así. A través de la lectura descubriremos la trayectoria personal y profesional del protagonista de cintas como El olvido que seremos, Truman o Vivir es fácil con los ojos cerrados. Pero su autor, Ánjel (así, con jota, muy juanramoniano) María Fernández (Arnedo, 1973), riojano como el homenajeado, se sirve de la vida y milagros de Cámara para construir una entretenidísima novela.


Precisemos. A un actor –que hace las veces de narrador– le proponen participar en una película, El genio alegre, dirigida por un tal León Solana y en la que ha de hacer de Javier Cámara. Tiene un año para profundizar en el personaje y prepararse el papel. El libro, contado en primera persona, a modo de supuesta autoficción, es el relato de las pesquisas, viajes, encuentros con familiares y compañeros de profesión que lleva a cabo para conocer al Javier Cámara persona e intérprete, y de las muchas dudas que le van surgiendo a medida que lo hace. “¿Cuánto más allá de Javier habré de ir para conocer a Javier?”.


Con mucha ilusión y no menos miedo –que acompaña de un hambre atroz y compulsiva–, el actor emprende un viaje al pasado de Cámara, su personaje. Un periplo que lo llevará a su pueblo natal, Albelda de Iregua, donde transcurrieron sus primeros años de vida. A entrar en contacto con su familia (su madre, Araceli, y sus hermanas, Araceli y Loreto, con la figura siempre presente del padre ya fallecido, Teodoro, conocido como El Labrador), con sus profesores, con quienes lo han dirigido (David Trueba, Pedro Almodóvar, Isabel Coixet, Cesc Gay, Fernando Colomo…) y con algunos que han compartido platós o escenarios con él. Y, por supuesto, con el propio Javier.


Y mientras nos dirigimos tras el rastro de Cámara, miga a miga como pulgarcitos, nos topamos con aquel niño que no era buen estudiante y renegaba de las labores del campo, pero que se transformaba por completo en cuanto subía a un escenario. Y con aquel joven que decidió dejar atrás la vida rural y aventurarse en la gran urbe madrileña para hacer realidad lo que se había propuesto: trabajar en el mundo de la interpretación, aunque ni siquiera tuviese claro si como actor, maquillador o técnico de iluminación. Daba igual; lo que no haría en ningún caso era regresar al pueblo.


Sabemos así de los vaivenes de quien, mientras se preparaba para ser ese “fenómeno nacional” o “cómico grande” (como lo califica el menor de los Trueba en el prólogo), estudió en la Resad, afrontó unos inicios difíciles y buscó ocupaciones esporádicas y mal pagadas mientras le llegaba la oportunidad de demostrar a los demás (y a sí mismo) lo mucho de que era capaz. En cuanto la tuvo, supo aprovecharla hasta convertirse con el tiempo en ese actor que se erige en representante del español medio, integrante de una estirpe en la que se han ido sucediendo José Luis López Vázquez, Fernando Fernán Gómez, Agustín González o José Luis Ozores.


En todo el proceso de conocer a un hombre a través de un actor, se nos va desvelando el talante de alguien del que todos hablan maravillas, en un elogioso retrato en el que abundan numerosos vocablos acabados en el sufijo –dad: humanidad, afabilidad, sensibilidad, emotividad, vitalidad, responsabilidad, generosidad…Pero también empatía, sencillez, compañerismo, cercanía, inteligencia, ternura, esfuerzo o intuición.


Lo de menos es si, finalmente, el narrador se atreverá a ponerse en la piel de Javier Cámara. Porque, por encima de todo, queda la imagen de un actor que entiende la profesión como un camino hacia los demás. Porque sabe bien que actuar no es un trabajo individual ni íntimo, sino que solo encuentra pleno sentido cuando sirve para el reflejo del otro. 


‘Javier Cámara: El hijo del Labrador’ (Pepitas de calabaza & Ediciones Aborigen & Los aciertos, septiembre de 2023). 104 páginas, 18,50 euros (eBook, 7,99 euros)



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