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José Luis Cuerda contra la “pornografía sentimental”
Los rescatados ‘Panfletos contra la emoción y el audiovisual’ se erigen en alegato contra la hipocresía y las apariencias
ANTONIO ROJAS (@mapadeutopias)
El añorado José Luis Cuerda, padre del surruralismo cinematográfico, se declaraba un antisistema. Lo justificaba en la obligatoriedad y en la obviedad: lo era por honradez, por justicia. Era, como todos aquellos que defienden un estricto código moral, un ser incómodo, especialmente para los biempensantes y los partidarios de un sistema que beneficia a pocos y empobrece hasta lo insufrible a muchos. Dicho de forma sencilla, ejercía y se sentía muy a gusto en el papel de personaje molesto, de tocanarices (por no descender más en la anatomía).
Con esa actitud de rebeldía publicó en 1997, en la revista de la Academia de Cine, diversos textos reunidos bajo el título genérico de Panfletos contra la emoción y el audiovisual: “Panfleto liminar contra el sentimiento crudo o, como mucho, vuelta y vuelta”, “Panfleto contra el sentimiento guisado”, “Panfleto contra el sentimiento entronizado o patocracia” y, por último, “Recta última y RIP de improperios”. Ahora, la editorial riojana Pepitas de Calabaza, que ha editado un buen puñado de títulos del director albaceteño (Memorias fritas, “Me noto muy cambiá”, Tiempo después o Amanece, que no es poco) rescata aquel opúsculo.
En realidad, no es un alegato contra la emoción o el audiovisual, sino contra el uso torticero e interesado que se hace de la emociones y de los sentimientos, especialmente del amor, en el ámbito audiovisual. Es una declaración contraria a la “infección sentimental” de las pantallas. Es una manifestación, expresada con mucha gracia, algunas gotas de ironía y no poca mordacidad, contra lo que parece y no es (“Todas las expresiones sentimentales son la apariencia de un sentimiento”). El artífice de esa joya del humor inteligente y con mucha retranca que es Amanece, que no es poco denuncia lo que llama el escándalo de las cámaras, el empeño de llenarlo todo con gelatina sentimental. Un producto que, mirado a través del microscopio, está formado por “moco, lapo y llanto a punto de alioli”.
Aunque escrito hace casi un cuarto de siglo, parece que el tiempo no ha pasado (y menos en balde) cuando nos topamos con una pregunta que rebosa actualidad: “¿Alguien cree que es fortuito e inocente el hecho de que cada vez sea mayor el terreno que el sentimiento ocupa en las noticias?”. Y como se niega a aceptar que se reduzca al espectador, por mero mercantilismo, a la condición de juguete, que se le manipule o se le pierda el respeto, se conjura contra lo que llama “la pornografía sentimental que nos invade”.
Y mientras llega a la conclusión de que las emociones inducidas por los medios audiovisuales nos brotan de la flora intestinal misma y no del jazmín del corazón, deja alguna perla y no pocas ocurrencias (inteletos las llaman en Albacete) contra la pereza mental, las trascendencias bobas, el instinto poco modificado, la estupidez, el capitalismo, el marxismo o la risa y el llanto tontos, que él denomina “comicidad de grado uno”.
El libro se cierra con una completa “tele-vídeo-filmografía” del realizador fallecido en 2020 en Madrid. En ella se recogen, con apuntes, explicaciones y justificaciones del propio director (extraídas de diversas fuentes), todas sus aventuras audiovisuales. El listado se remonta a sus inicios en los servicios informativos de TVE, un trabajo que le sirvió para tirar metros de película y adquirir habilidad técnica. En el ente conoció también a Forges, entonces un joven mezclador de imágenes. Sus primeros y olvidadísimos intentos fílmicos, rodados en Super-8, como el inacabado corto Colgar los hábitos, de 1970, en el que aparecía como actriz Rosa María Mateo. O sus muchas y desiguales (según quien las juzgue) películas, entre las que destacan la que ha creado una legión de seguidores amanecistas, El bosque animado, La lengua de las mariposas o Los girasoles ciegos, su creación preferida: “Me gusta. Mucho. La que más de las mías”.
‘Panfletos contra la emoción y el audiovisual’. (Pepitas de calabaza, enero de 2021). 128 páginas. 10,00 euros.