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14-01-2025

#LeerSientaDeCine

 

Ir a contracorriente de la mano de Rafael Azcona

 

La editorial Pepitas rescata las obras mayores del extraordinario escritor y guionista logroñés en una caja que incluye nueve novelas y un volumen introductorio a cargo de Bernardo Sánchez

ANTONIO ROJAS (@mapadeutopias)

Poco vamos a descubrir a estas alturas avisando de que Rafael Azcona (Logroño, 1926 – Madrid, 2008) fue un extraordinario guionista, un novelista magnífico y un humorista de altura, facetas todas en las que cada vez va siendo más (re)conocido. Pero no pocos de sus biógrafos y amigos insisten en afirmar que aún escasean los españolitos que han visto sus películas o leído sus libros, y muchos menos aún son los que sabrían responder a la pregunta de quién fue ese señor que un buen día, durante los años cincuenta del siglo pasado, decidió abandonar su ciudad natal –con una mano delante y otra detrás– y probar suerte en la capital, donde acabaría encontrándola a raudales. Tras pelear por ello, eso sí, con sumo ahínco.

 

Quizá todo este debate resulte baladí, y lo relevante de verdad sea ponerse manos a la obra con la lectura de un autor que, con esa prosa afilada, ingeniosa, rotunda, tierna y puñetera a un mismo tiempo, fue capaz de tirarle de las orejas a la severidad, la tristeza, la melancolía y la estupidez del prójimo; y todo ello, sin perder la amabilidad ni la capacidad para encontrarle el ángulo cómico a asuntos tan sumamente delicados como la familia, las buenas costumbres, la religión, la represión sexual, la falta de libertad o el matrimonio, que en los tiempos en que trató de ellos no eran motivo de chanza, sino más bien todo lo contrario: sustentos del régimen dictatorial del general Franco. Crítica social con intención moral.

 

Gracias al atrevimiento (y tamaña osadía) de la editorial riojana Pepitas de Calabaza, ahora podemos disfrutar de toda la producción literaria mayor de quien fuera guionista de referencia de Luis García Berlanga o Marco Ferreri. La caja en cuestión contiene nueve novelas de Rafael Azcona en siete volúmenes: casi 1.500 páginas de narrativa clara, directa, pulcra y eficaz, en la que prima el humor agridulce y trascendente, cierta amargura y mucha contemplación comprensiva y acertada de la humanidad (especialmente de los más desfavorecidos), un empeño que conduce a la reflexión y el entendimiento.

 

El otro ejemplar que incluye esta compilación es un magnífico estudio de Bernardo Sánchez, Todo Azcona, en el que se repasa la biografía de este narrador imprescindible, al tiempo que el autor la va vinculando a cada uno de los libros reeditados, a modo de intrahistoria, y la acogida que estos recibieron cuando se publicaron: Vida del repelente niño Vicente (1955 y 2005); Cuando el toro se llama Felipe (1956); Los muertos no se tocan, nene (1956 y 1999); El pisito. Novela de amor e inquilinato (1957 y 1999); Memorias de un señor bajito (mediados de los cincuenta y 2007); Los ilusos (1958 y 2008); Pobre, paralítico y muertoEl cochecito (1960 y 1999) y Los europeos (1960 y 2006). Como se ve, la mayoría de ellas fueron reescritas por el propio Azcona, quien en los últimos años de su vida se enfrascó en una tarea ingrata pero que consideró necesaria a la hora de abordar esas ediciones actualizadas y definitivas.

 

Sánchez, logroñés como Azcona, sigue sus inicios literarios en la capital riojana, aquellos año en los que perpetraba poemas juveniles antes de decidirse a poner rumbo a Madrid. También alude a los textos breves que entregaba a la revista femenina Chicas a partir de 1952 y que firmaba con el pseudónimo de Jack O'Relly, nombre ficticio con el que dio a luz cinco novelas románticas hasta 1958, con títulos como Amor, sangre y dólares y Siempre amanece. Fue esa década de los cincuenta tan prolija que, además de entrar en La Codorniz o colaborar con periódicos como Pueblo, armó toda la producción novelística ahora recuperada. Su fulgurante éxito como escritor evidencia que la España de entonces, tan gris, necesitaba un escritor luminoso que fustigara el exceso de seriedad y satirizara en torno a ciertas costumbres. Que provocara la sonrisa al tratar situaciones que maldita la gracia que tenían. En paralelo tendría lugar su entrada en el cine, con la que incrementó su popularidad en España y también en Italia.

 

Azcona nos acostumbró desde su prosa a poner en solfa todo eso que embadurnamos de solemnidad: una fea costumbre que los españoles cultivamos con sumo gusto hasta el día de hoy. Por eso, leer ahora a este hombre es casi como marchar a contracorriente. A todos nos iría bastante mejor si, al igual que otros ponen a un pobre en su mesa, nosotros colocáramos al logroñés en nuestra biblioteca. Al menos nos echaríamos unas risas bien sanas en estos tiempos de colmillos afilados y polarización extrema.


‘Todo Azcona’ (Pepitas de calabaza, octubre de 2024). 112 páginas, 14,90 euros



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