Las ‘Libertarias’ (y su discurso)
no envejecen
La aclamada película de Vicente Aranda cumple 25 años. Reunió a actrices veteranas y emergentes que brindarían estampas icónicas a la historia del cine español
FRANCISCO PASTOR
“Compañeras, ha estallado la libertad”, declama Laura Mañá, en la piel de una miliciana anarquista, a los pocos minutos de empezar el metraje de Libertarias. La cinta de Vicente Aranda retrata los primeros meses de la Guerra Civil, cuando la contienda contra el franquismo permanecía desordenada, con los batallones en defensa de la República —o de la revolución— actuando por libre. Por ello ese arranque resulta encendido, pero no menos cómico: Mañá recita esas palabras vestida con los colores del anarquismo en el burdel que ella y otras compañeras clausuran con una redada. Pretenden enrolar a las meretrices, una por una, en las trincheras del bando republicano. Hará falta que Ana Belén lance algunos gritos más y suelte unas cuantas palabras malsonantes para que esas mujeres se decidan por fin a dejar la lencería y coger las armas.
Así se iniciaba el viaje de unos personajes que salieron de un lupanar, lucharon en el frente de Aragón y llegaron finalmente a las pantallas de los cines un 19 de abril de 1996. Libertarias obtuvo la atención de cerca de 265.000 espectadores y se situó entre los largometrajes más taquilleros del año. Alcanzó luego seis nominaciones a los Goya, como la de Loles León en calidad de actriz de reparto. “Deseaba muchísimo estar en la película. Y tan bien acompañada. Vicente [Aranda] me dio el guion y me dijo que eligiera el papel que quisiera. Mi personaje, el de Charo, fue un placer, un trocito de todas las mujeres que perdieron la guerra de España. Libertarias y su director nos embriagaron a todas las actrices que trabajamos allí”, cuenta la artista. Su personaje es el que mejor acomete el periplo moral que trata de representar el filme: una prostituta ajena por completo al mundo de la política, pero que acaba enamorándose de la causa.
El de Mañá, desde luego, no es el único discurso lapidario de la película. Ni el de esas cortesanas el único arco moral. Ariadna Gil encarna a una joven novicia que, aunque al principio apenas siente apego por el bando en el que le ha tocado combatir, se ilusiona con las mismas promesas que el resto de milicianas. “Toma. Lee y aprende. Entérate de cuántas formas diferentes hay de matar”, le espeta Victoria Abril, que le arroja unos libros sobre la cama. Intenta que la joven pierda de una vez sus reservas hacia la guerra que anarquistas, comunistas y otros grupos estaban emprendiendo contra el ejército de Mola y Franco.
Durante casi dos horas de historia, las Libertarias cruzan disparos por el aire, a una orilla y otra del Ebro, pero también comparten con el público sus conflictos ideológicos. Esas diferencias entre ellas se dirimen en asambleas. “¿Parece que estemos locas porque queremos ir al frente? No entendemos por qué la revolución debe correr a cargo de la mitad de la población solamente. Queremos pegar tiros para poder exigir nuestra parte a la hora del reparto. El corazón no nos cabe en el pecho, y sería un error quedarnos en casa haciendo calceta”, grita una convincente Ana Belén. Y es que algunas líderes de su organización empiezan a plantear que el lugar de las milicianas está en la retaguardia, no en las trincheras. El soliloquio se corona con un plano en el que Loles León, mientras llora, susurra algunos vivas a las mujeres.
“Aunque desde hace un tiempo se estrenan más películas sobre aquella época, sigue habiendo muchísimas lagunas. Hay que explicar a la gente joven quién fue Franco y qué fue la República. Hay que continuar informando. La información es libertad”, reflexiona Mañá. Este 2021, cuando se cumple un cuarto de siglo del estreno de Libertarias, ella misma ha presentado un documental sobre Federica Montseny, la anarquista que fue ministra durante la República. “Aunque ya no está entre nosotros, siento a Vicente Aranda muy cerca. Los largos discursos que daba mi personaje me han resonado mucho mientras preparaba este otro trabajo”, cuenta una actriz que es también directora desde los años noventa. María Pujalte, Blanca Apilánez, María Galiana, Ángeles Martín o Patricia Vico engrosaron el elenco de una ficción en la que se escuchan los ecos del himno A las barricadas. O en la que se aprecia cómo la cartelería revolucionaria decora edificios de Cataluña y Aragón. Jorge Sanz fue de los pocos hombres presentes en el reparto.
Libertarias muestra las tentativas de sacar a las mujeres de las tropas y disolver las milicias femeninas a medida que avanzaba la contienda y el ejército republicano dejaba de estar conformado por grupos autónomos. Se las acusó de distraer a los hombres. De propagar enfermedades entre los soldados. Pero incluso las recién llegadas a la causa se niegan a entregar las armas, no están dispuestas a dejar la guerra solo en manos de los hombres. “Me quedo con una de las últimas secuencias. Ellas están en pleno frente, preparando unas patatas alrededor de una hoguera para la hora de la comida. Se ve cómo leen las cartas de amigas, de allegadas que están resistiendo en las ciudades mientras ellas están en el monte luchando. En ese momento no saben que están a punto de morir. Me gusta ese minuto de inocencia antes de la tragedia”, recuerda Loles León. Y agrega: “Fueron mujeres valientes. Lo dieron todo para defender la libertad”.
Un rodaje entre heridas abiertas
Del muy nutrido reparto de Libertarias, quizá sea la alavesa Blanca Apilánez quien mejor recuerda las vicisitudes de dicha película. “Aquel era ya mi sexto rodaje con Aranda, así que llevaba tiempo oyéndole hablar de este proyecto. Para mí era un honor actuar en la que habría de ser la pieza más personal de Vicente. Y me impactó comprobar que la herida de la Guerra Civil siguiera estando tan abierta”.
“Éramos un equipo enorme”, afirma la actriz, “invadíamos los pueblos pequeños de Teruel a nuestra llegada. Sus gentes nos recibían como antaño se esperaba la visita del circo. Porque eso éramos: un gran circo que transformaba sus plazas y fachadas y requería la participación de los vecinos como figurantes. La gente venía de los alrededores para verlo. Nos acostumbramos a trabajar con decenas de personas mirando en silencio”. De ese público recuerda especialmente “las miradas de recelo de la gente mayor. Y a aquellas dos mujeres que me sugirieron, en voz muy baja, cómo anudar el pañuelo libertario al cuello. No logré que me contaran nada sobre sus vivencias. Me espetaron: ‘Todo lo que es para recordar, es para llorar”. Apilánez rondaría por entonces los 35 años, y a veces sintió ese recelo de forma explícita. “La ermita de Teruel donde rodamos amaneció una mañana con pintadas contra los rojos. En el municipio de Vic [Barcelona], directamente, nos llamaron putas”.
La adversidad no pudo eclipsar “grandes momentos, como la insurrección de los figurantes en la barcelonesa Plaça Reial. Una multitud de niños y adultos paró el rodaje tras unas horas bajo el sol para pedir a gritos el bocadillo que les habían prometido. Estaban vestidos de milicianos y armados. Vicente no pudo más que parar el rodaje mientras daba vivas a la revolución”, describe. Son vivencias que la actriz guarda muy entreveradas con su admiración por Libertarias. No duda en tildar la cinta de feminista e intuye que se irá revelando aún mejor y más valiente según pase el tiempo.
Iconos de la revolución en las redes
Las publicaciones en las redes sociales se pueden amenizar desde hace algunos años con pequeñas animaciones llamadas GIF. Son habitualmente de humor. No son imágenes al uso; más bien, se componen de tres o cuatro fotogramas que se suceden uno a uno. Las crean los propios usuarios a partir de fotografías, letreros o incluso fragmentos de películas. Gracias a diferentes aplicaciones, los GIF están disponibles para el resto de navegantes, que los pueden buscar por palabras clave. Pues Libertarias, 25 años después de su estreno, es toda una fuente de inspiración para quienes crean animaciones relacionadas con la Guerra Civil o con las pasiones ideológicas de principios del siglo XX. Y no solo en España, sino en el extranjero. Si buscamos “spanish civil war”, encontraremos a Laura Mañá en el discurso del inicio de la película. Al teclear “anarchism”, Loles León y otras compañeras aparecen aupadas, con júbilo, sobre las camionetas que las llevaban al frente. La palabra “communism” nos lleva hasta la asamblea en la que tomaron la palabra Ana Belén y Victoria Abril. También hay quienes han tirado de los fotogramas de este largometraje para ilustrar publicaciones sobre el 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora.