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25-05-2022


Los estrenos del 27 de mayo


'El comensal'

LA MEMORIA DEL DOLOR



ALBERTO ÚBEDA-PORTUGUÉS

Levantó muchos comentarios elogiosos durante su reciente première mundial en el BCN Film Fest este impresionante drama de Ángeles González-Sinde sobre las secuelas del terrorismo de ETA en una familia. La película se basa en la novela homónima y autobiográfica de Gabriela Ybarra y se rodó en distintas localizaciones del País Vasco, Navarra y Madrid a lo largo de mayo y junio de 2021. Producida por Tornasol, Okolin Producciones Cinematográficas y Enbabia Films, se encargan de encabezar su excelente reparto Susana Abaitua y Ginés García Millán.


   Navarra, 2011. Iciar (Susana Abaitua) afronta el cáncer fulminante de su madre, Adela (Adriana Ozores), y se plantea saber lo que su padre, Fernando (García Millán), le ha ocultado sobre el secuestro y asesinato de su abuelo en Bilbao por ETA en 1977. En aquel año Fernando (Fernando Oyagüez) era un joven que apenas asimiló la brutal desaparición de su padre. Por todo ello, Iciar investiga y reconstruye los tensos días del secuestro, del que han transcurrido 40 años.



   “Películas como esta son muy necesarias para no caer de nuevo en el horror y en la barbarie”, según la vitoriana Susana Abaitua. La hemos visto en los largometrajes 70 binladens (Koldo Serra), 4 latas (Gerardo Olivares) o Estándar (Fernando González Gómez), así como en las series Sé quién eres y Patria. Ginés García Millán abunda en lo que dice su compañera y añade: “Hablar de nuestro dolor, de lo que hemos sido y somos, es muy positivo. El cine y la literatura tienen mucho que decir a este respecto”, cuenta al actor murciano. Ha destacado en el cine con Felices 140 (Gracia Querejeta), La punta del iceberg (David Cánovas) o El asesino de los caprichos (Gerardo Herrero), mientras que en televisión le recordamos en La catedral del mar y Matadero.


   Hemos admirado a Adriana Ozores en filmes como Cerca de tu casa (Eduard Cortés), Thi Mai (Patricia Ferreira) e Invisibles (Gracia Querejeta). “Una de las funciones que tiene el cine como mecanismo social es, sin duda, ayudarnos a recordar y exponer la verdad de lo que nos incumbe”, señala la actriz. Le avalan sus papeles recientes para la pequeña pantalla en Alba y Velvet Colección. Fernando Oyagüez (de las series Reinas y 45 revoluciones) opina que “cambian los personajes, el contexto o los asesinos, pero la historia es la misma: el ser humano haciendo el mal. Y nosotros, como artistas, purgamos esos desastres construyendo algo posiblemente bello mediante el arte y el cine”.


   El elenco incluye a Ane Gabarain (de las producciones televisivas Patria y Amar es para siempre) y a Iñaki Miramón (también en Amar es para siempre) en la piel del abuelo.



Fernando Oyagüez y Ane Gabarain


La verdadera paz

“Es natural y sanador que en los últimos tiempos hayan aparecido novelas que intentan relatar lo que ocurrió durante más de 40 años de violencia y 829 víctimas mortales. Pero no es su contribución al fin del silencio la principal virtud de El comensal ni lo único que me atrajo inicialmente del proyecto. Fue la voz de su joven autora, Gabriela Ybarra, la descarnada distancia que no cae nunca en lo fácil ni en lo sentimental, que emociona”, afirma Ángeles González-Sinde. Ha dirigido las películas La suerte dormida (Goya en 2003 a la dirección novel) y Una palabra tuya. “Numerosos estudios de antropólogos, psiquiatras y sociólogos confirman que la violencia social no se resuelve simplemente con acuerdos de paz, por muy complejo que sea llegar hasta ellos. Hace falta la elaboración simbólica de lo vivido, lo sufrido, lo perdido. El personaje de Susana Abaitua se empeña en lograrlo, intentando que el padre participe también de esa catarsis”, comenta la cineasta, quien tiene otro Goya por el guion de La buena estrella (Ricardo Franco). Su nombre figura además en los guiones de cintas como Todos estamos invitados (Manuel Gutiérrez Aragón) y Los aires difíciles (Gerardo Herrero).


   González-Sinde subraya que la labor de los intérpretes en El comensal ha sido importantísima porque “la película se construye sobre lo que se oculta tanto como sobre lo que se dice, y ese equilibrio lo han entendido muy bien los actores con sus matices, miradas, gestos y diálogos”.


   Ese viaje de redención que quiere emprender el personaje de Susana Abaitua para airear y purificar el dolor provocado por el espanto terrorista es también el que hacemos los espectadores mientras presenciamos en la pantalla esa violencia absurda que destrozó a la familia protagonista y a tantas otras. González-Sinde cuenta este proceso con emoción contenida y pulso firme, apoyada por los deslumbrantes trabajos de Susana Abaitua y Ginés García Millán.

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