Los estrenos del 27 de octubre
‘Mamacruz’
EN PLENA EDAD DE VIVIR
ALBERTO ÚBEDA-PORTUGUÉS
Kiti Mánver es la gran protagonista de esta atractiva comedia intimista firmada por la venezolana Patricia Ortega, mejor película en el festival de Nashville y presentada esta misma semana en la Seminci de Valladolid, precisamente el certamen que ha concedido a la actriz malagueña la Espiga de Honor como reconocimiento a toda su trayectoria. Con guion de la directora y José Ortuño, Mamacruz se rodó en Sevilla con un magnífico reparto en el que, junto a Mánver, figuran de manera destacada los nombres de Inés Benítez, Silvia Acosta, Mari Paz Sayago y Pepe Quero.
Cruz es una abuela que lleva muchos años, o más bien décadas, sin saber ni por lo más remoto qué es un orgasmo. Ella, devota de sus creencias religiosas, no le concedía importancia ni le producía mayor frustración, hasta que un día, navegando por internet, empieza a sentir de nuevo deseos y sensaciones que ya creía extinguidos. Pero... ¿cómo compaginar sus creencias con este nuevo despertar sexual y sensual que ha llegado de manera tan repentina a su vida?
“Mi personaje viaja desde la contención religiosa a un encuentro pagano con la sensualidad”, explica Kiti Mánver, la actriz ganadora de un Goya en 1991 por Todo por la pasta, de Enrique Urbizu, y con títulos tan relevantes en su espléndida carrera como Mujeres al borde de un ataque de nervios, La flor de mi secreto, Los abrazos rotos –todas de Pedro Almodóvar–; Boca a boca, de Manuel Gómez Pereira; Cosas que dejé en La Habana, de Manuel Gutiérrez Aragón; La luz prodigiosa, de Miguel Hermoso, o El inconveniente, de Bernabé Rico. Ha sido mejor actriz en el festival de Málaga y regresó a la carrera de los Goya como finalista en 2021.
“La película habla del deseo en las personas mayores y desmonta la idea de que las pasiones terminan a cierta edad”, cuenta Mánver, también destacada en La comunidad, de Álex de la Iglesia; Luz de domingo, de José Luis Garci, Te doy mis ojos, de Icíar Bollaín y Las heridas del viento, de Juan Carlos Rubio. Sumémosle a todo ello su faceta televisiva, con series como Menudo es mi padre, Las chicas del cable, La casa de papel o Todos mienten.
Respaldando a la protagonista figuran la muy joven intérprete Inés Benítez (nieta de Cruz); Silvia Acosta (Carlota, hija de la protagonista), en las series Caronte, Élite y Dos vidas; o Mari Paz Sayago (Marina, amiga de Cruz), con su destacado papel en Te estoy amando locamente, de Alejandro Marín, aún reciente en nuestras retinas. Y mención aparte merece Eduardo, el marido de Cruz, un papel que Pepe Quero, al que recordamos por películas como El mundo es suyo, de Alfonso Sánchez, y las series Águila Roja o El príncipe.
Luminosa y vitalista
“Mamacruz es una comedia íntima, luminosa, alegre y vitalista. Una llegada a la edad adulta, pero ya desde la tercera edad. Y un homenaje a las madres y a las abuelas que deciden tomar las riendas de su propio destino. También la quise concebir como un brindis a cada ser humano que defiende su identidad y sus sueños, más allá de los dogmas establecidos”, relata Patricia Ortega. El primer filme de esta realizadora, Yo, Imposible, ya había logrado en la Seminci de 2018 la Espiga Arcoíris.
Kiti Mánver alaba la atención extrema de la cineasta a cualquier detalle que acontecía durante el rodaje. “Todo lo que sucede en plano le interesa, o más bien le apasiona”, enfatiza. Por su parte, Ortega asegura que Mamacruz "es tanto una película como una experiencia vital, de esas que te cambian de arriba abajo. Una historia tan inmigrante como yo, impregnada con la subjetividad de todas las personas que participaron en su realización". Y resume: "Mi mayor deseo es que el público goce con la película”.
La cámara busca y encuentra el gesto, la emoción y el talento de una actriz como Kiti Mánver, que borda (y nunca mejor dicho, puesto que en la cinta es costurera de figuras religiosas) el rol de una mujer demasiado constreñida por su fervor católico. La directora Patricia Ortega reivindica una vida más natural, más inclinada a lo que las personas necesitan (amor, pasión) y alejada del concepto de familia convencional. De ahí que, en un momento de la cinta, el personaje de Mánver le espete al de su marido, Pepe Quero: “Ya está bien de ser solo floreros”. Es un buen resumen del espíritu que atesora el filme: es hora de sentir de otra manera, más viva, y no mirar continuamente la edad en el carnet de identidad.