Los estrenos del 4 de octubre
‘Diecisiete’
VIAJE DE CONOCIMIENTO
ALBERTO ÚBEDA-PORTUGUÉS
Presentada entre ovaciones en el Festival de San Sebastián, esta entrañable y tierna historia de Daniel Sánchez Arévalo, su primer filme en seis años, es también una original road movie que sorprende gratamente al espectador. Rodada en diversas localizaciones de Cantabria, Diecisiete es una producción de Netflix con Atípica Films. Después del estreno en salas de España, la citada plataforma la lanzará el 18 de octubre de forma simultánea en más de 190 países.
Héctor (Biel Montoro), de 17 años, interno en un centro de menores, participa en una terapia de reinserción con perros donde establece un vínculo indisoluble con uno tan apocado y esquivo como él. Cuando su perro es adoptado, el muchacho se escapa en su busca. Así empieza un viaje inesperado a bordo de una autocaravana en el que participan su hermano mayor Ismael (Nacho Sánchez), su abuela Cuca (Lola Cordón), dos perros, una vaca y otros animales.
Biel Montoro es un joven actor catalán que intervino en El secreto del corazón (Oriol Gascón), Blue Rai (Pedro B. Abreu) y Superlópez (Javier Ruiz Caldera). “Es un sueño que mi primer papel protagonista fuera en una película de Daniel”, afirma Montoro, al que también hemos visto en Nieve negra (Martín Hodara) dentro de un elenco con Ricardo Darín y Leonardo Sbaraglia.
“Una de las cosas que más me gustaron cuando leí el guion fueron los profundos cambios que experimentan el personaje de Biel y el mío, y eso me motivó mucho para trabajar con ahínco en la película”, comenta el debutante Nacho Sánchez, el actor más joven en obtener el Premio Max de Teatro al mejor actor protagonista por Iván y los perros. Aquello fue en 2018 y él tenía 25 años. Sánchez trabajó anteriormente en el corto Domesticado (Juan Francisco Viruega) y la serie La catedral del mar.
Testigo de las disputas y las reconciliaciones de los hermanos es Lola Cordón, intérprete valenciana a la que avalan las series Libres y Cuéntame un cuento y el telefilme Retorno a Lílifor. En el centro de menores destaca la presencia de Itsaso Arana como monitora. Arana encabezó recientemente La virgen de agosto, de Jonás Trueba, para quien trabajó además en La reconquista. Y sobresalió en las cintas Las altas presiones (Ángel Santos), Acantilado (Helena Taberna) y las producciones de televisión El don de Alba y Vergüenza.
En otros papeles tenemos a Chani Martín (de las series Pequeñas coincidencias y Hospital Valle Norte) y Carolina Clemente (en Pulsaciones y Sé quién eres), que encarnan a los primos del pueblo natal de los protagonistas. Mamen Duch (en Derecho a soñar) es la jueza que se ocupa del caso de Héctor/Biel Montoro. Y el veterano Kandido Uranga (con Agur Etxebeste! en la cartelera) hace de cura de aldea.
Una historia sencilla
“Quería hacer una película sencilla, bonita, con pocos elementos, que se entendiera y se disfrutara de una manera natural”, explica Daniel Sánchez Arévalo. Es autor de cintas tan reconocidas como Azuloscurocasinegro, Gordos, Primos o La gran familia española. “Todo debía ser esencial en Diecisiete: la relación estrechísima de los hermanos y la abuela y su encuentro con dos perros que buscan a alguien que les quiera”, expone el cineasta. Escogió a perros abandonados acogidos en protectoras de animales con la promesa de encontrarles un hogar.
“Todas mis películas son, en cierta manera, exploraciones ficcionadas del estado anímico que tenga en ese momento. De esa forma, yo realmente estoy en la caravana con Biel y con Nacho, me alegro y sufro con ellos”, señala Sánchez Arévalo. En 2015 fue además finalista del premio Planeta con su novela La isla de Alice.
Ha logrado el cineasta madrileño que nos emocione y nos incumba esta historia de dependencia, de infinita ternura y reconocimiento. Tanto el joven Biel Montoro, al que habrá que tener muy en cuenta desde ahora, como Nacho Sánchez, actor abulense que ha demostrado su capacidad en los escenarios, se adueñan de sus personajes y de los brillantes y nada rebuscados diálogos que ha creado con esmero Sánchez Arévalo. Estamos seguros de que al público no se sentirá defraudado con este caudal de amor, de risas e incluso alguna lágrima contenida que, a tragos lentos, uno va disfrutando a lo largo del metraje.