Los estrenos del 9 de diciembre
‘Cuerpo abierto’ (O corpo aberto)
VIAJE DE VIDA Y MUERTE
ALBERTO ÚBEDA-PORTUGUÉS
Este filme de terror folk (subgénero ambientado en entornos naturales, recónditos y con tradiciones desasosegantes) está dirigido por la gijonesa Ángeles Huerta. Ha recibido el premio a la mejor película asturiana en el Festival de Gijón y ha sido aplaudido en la Seminci (Valladolid) y el OUFF (Ourense). Basada en un relato de Xosé Luis Méndez Ferrín, Cuerpo abierto se rodó en la región del Xurés-Gêres, entre Galicia y Portugal, con producción de las compañías OlloVivo (Galicia), Fasten Films (Cataluña) y Cinemate (Portugal). Su destacado reparto lo encabezan los conocidos Tamar Novas y María Vázquez.
1909. Al joven profesor Miguel lo destinan a una aldea inhóspita llamada Lobosandaus, de tradiciones ancestrales y fronteriza entre España y Portugal. El invierno llega, la oscuridad se apodera de todo, pero crece el deseo de Miguel por la enigmática Dorinda. La extraña muerte de un vecino del pueblo libera a un espíritu libre que busca un cuerpo que le permita vivir, y eso lleva a Miguel a cuestionar la realidad de los vivos y los muertos.
“Tener el cuerpo abierto es una expresión de estos lugares entre Galicia y Portugal, con la que se expresa la situación de una persona a la que le invade un espíritu”, cuenta Tamar Novas en el rol de Miguel. Ha desempeñado papeles importantes en los recientes largometrajes A 1.000 kilómetros de la Navidad (Álvaro Fernández Armero) o El juego de las llaves (Vicente Villanueva) y en la serie El desorden que dejas.
La viguesa María Vázquez se ocupa de encarnar a Obdulia. Ha captado nuestra atención en películas como Quien a hierro mata (Paco Plaza) y Trote (Xacio Baño), así como en las series Vivir sin permiso, Néboa y Santo. “Obdulia, como el resto del pueblo, vive con naturalidad que haya fenómenos que solo se expliquen desde una concepción mística de las cosas, y la llegada de Miguel viene a perturbar esta especie de orden que hay allí, donde la vida y la muerte parecen unirse”, comenta la actriz.
En el elenco interviene también la portuguesa Victória Guerra como Dorinda. Aquí la hemos visto en la pequeña pantalla con Auga Seca y Santo. Otros rostros presentes en esta historia son los de Elena Seijo (a las órdenes de Isabel Coixet en Elisa y Marcela y en la serie Vis a vis), Federico Pérez Rey (en las cintas Cuñados y As bestas) y Miquel Ínsua (bajo la dirección de Carlos Vermut en Magical Girl y Mantícora).
Límites de identidad
“Cuerpo abierto habla de los límites, de esa frontera difusa entre España y Portugal donde se sitúa la película. Habla de la fragilidad de las identidades que creamos y creemos: identidades lingüísticas, políticas, sociales, de género…”, manifiesta la directora Ángeles Huerta. Su primer largometraje, Esquece Monelos (2017), fue nominado a los premios Feroz en la categoría de documental. “Esta película muestra que cualquier identidad es una opción que puede ser aceptada por una comunidad. Obdulia, el papel de María Vázquez, es un hombre en el momento en que todos le dan permiso para serlo. Todo sistema cultural define lo que es normal y lo que resulta anormal. Nos volvemos locos siempre dentro del orden establecido. Que Obdulia tenga el cuerpo abierto, que ella pueda ser el espíritu de un muerto, es algo que solo escandaliza a un forastero, al maestro que interpreta Tamar Novas”, en palabras de la cineasta. Es autora también del corto The fetch.
Ha pensado Huerta para su filme en referencias tan diferentes como Nosferatu (F. W. Murnau), La noche del cazador (Charles Laughton) o El árbol de los zuecos (Ermanno Olmi). “Cuerpo abierto no es solo un título que sugiere cierto erotismo. En mi opinión, es el componente humano esencial de la experiencia artística. Cineastas y espectadores somos cuerpos abiertos poseídos de imágenes”.
Los espectadores somos tan extraños como el personaje de Tamar Novas en un lugar donde lo irreal parece normal. Asistimos a un carnaval de vida y muerte en el que perdemos nuestra identidad. Cuerpo abierto es como un sueño que nos da miedo, pero del que no podemos huir, y en esa atmósfera claustrofóbica y difusa nos quedamos de la mano de la directora Ángeles Huerta, que nos ha empapado de niebla de valles y de ritos ultramundanos.