– Intuyo que el primer indicio de su hiperactividad fue matricularse de muy pequeñita en violín.
– ¡Sí! Eso y que cuatro años después, con 11, vi un espectáculo de danza del vientre en la tele y grité: ¡mamá, yo quiero hacer eso! Mi madre se puso a buscar alguna academia por toda Coruña donde me enseñaran y por aquellos tiempos la miraban casi como si fuera una degenerada, jajaja.
– ¿Qué le enseñó Sarasate?
– Bastante música, pero, sobre todo, muchísima disciplina. Con el violín descubrí esa cosa terrible de que las artes, cuando las abandonas, te dan la espalda. Estudié ocho años de instrumento, lo dejé a un lado… y cuando quise cogerlo de nuevo era una principiante.
– ¿Ha recuperado ahora el hábito de tocar?
– De pura casualidad, porque en Kafka y la muñeca viajera, de Eme2, necesitaban una actriz y violinista… y yo debía de ser la única en toda Galicia. Esa obra me permitió reencontrarme con la música, ser la última novia teatral de Xosé Manuel Olveira “Pico” [fallecido en 2013] y aprender de él miles de cosas. Hasta cómo gestionaba las pausas para el cigarrito…
– ¿Y cómo las gestiona ahora usted?
– Charlando y charlando. Como buena Géminis, y como quizás esté advirtiendo, me encanta la comunicación…