“Podría recitar íntegra ‘Annie Hall’
con un margen de error del 10%”
No hay más que leer sus respuestas para comprender que a esta pacense de Fregenal de la Sierra y 31 años muy bien aprovechados sobre el mundo le bullen las ideas, los proyectos y las inquietudes en la cabeza. Musa en no pocos cortometrajes de culto (el más reciente, La lavadora), Vicente Aranda ya la convocó para Juana la Loca cuando solo contaba veinte años de edad. La pantalla grande se enamoraría definitivamente de Ballesteros cuando Fernando León de Aranoa la convirtió en Miss Metadona para Princesas. El regreso de Alicia, 8 citas o Amanecer en Asia también destacan en una filmografía que se complementa con algunos papeles televisivos de relieve, sobre todo gracias a Impares y La pecera de Eva. Y el futuro, pese a todo, pinta halagüeño: María anhela compaginar la interpretación con la dirección, y el entusiasmo reflota cuando habla de una nueva serie de trazas bandarras, Balas perdidas.
NANO AMENEDO
Fotografía: Enrique Cidoncha
– ¿Recuerda el momento particular en que decidió ser actor/actriz, y por qué?
– Pues así un momento concreto no podría decir, pero creo que cuando con seis años me ponía los flecos de las cortinas de falda y cantaba arrebatada a Ana Torroja, ya apuntaba maneras.
– Si el teléfono dejara de sonar, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
– Realmente me falta tiempo para ser todas las cosas que me gustaría ser de mayor. Quizá precisamente por eso sea actriz. Es una forma de poder cambiar de personaje a cada poco. Me gusta mucho escribir y en este momento estoy levantando la financiación para rodar mi primer cortometraje. En esta profesión, desde mi punto de vista, la supervivencia es difícil sin un plan B. Esperar no es una acción.
– ¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
– Mientras trabajaba en Obsesión, un culebrón al mas puro estilo venezolano pero rodado en la Ciudad de la Imagen. Con dos dedos de grosor de maquillaje (sombra violeta en los ojos incluida) y a punto de tirar a mi padre tetrapléjico escaleras abajo, una se plantea muchas cosas…
– ¿Cuál cree que es el principal problema del cine español, si es que ve alguno?
– Fernando Fernán Gómez dijo una cosa sobre España que me hizo reflexionar mucho sobre nuestro país. No es literal, pero venía a decir algo así: “Todo el mundo dice que el problema de nuestro país es la envidia, pero yo no lo creo. En España, el problema que tenemos no es la envidia sino el desprecio. Ojalá fuéramos envidiosos, porque así aspiraríamos a hacer lo mismo que hacen aquellos a los que envidiamos”. Pues yo creo que en el mundo del cine pasa un poco eso. Vamos a ver las pelis los unos de los otros con ganas de ponerlas a caldo, y así no se avanza. Despreciar (y hay muchas formas de desprecio) el trabajo de los otros nos hace sentirnos mas listos, pero en realidad, nos convierte en idiotas. Nos paraliza.
– ¿Se le ocurre alguna solución imaginativa para paliarlo?
– Empezar a ver las pelis de nuestros compañeros con ganas de que nos gusten en lugar de sentarnos en le cine con la escopeta cargada. Yo creo que eso ayudaría.
– ¿A quién le devolvería antes la llamada, a Spielberg o a Woody Allen?
– A Woody Allen le devolvería la llamada ipso facto, taquicárdica y dándome de cabezazos contra la pared por haber tenido el móvil silenciado. Pero inmediatamente después de colgar llamaría a Spielberg. Le enseñaría la serie que voy a empezar a rodar en enero, Balas perdidas, y le diría: “Amigo, creo que deberías comprar los derechos de esta serie y hacer la segunda temporada con HBO”.
– ¿Cuál fue el primer actor o actriz que le conmovió, que le dejó al borde mismo de la lágrima?
– Cuando Ethan Hawke se sube a la mesa en El club de los poetas muertos y dice: “Oh capitán, mi capitán”. Aún hoy me es prácticamente imposible no llorar. Fue una peli que en mi adolescencia me marco mucho.
– ¿Qué frase de película le gusta aplicar como ‘leit motiv’ personal?
– Pues ahora que me he acordado de El club de los poetas muertos, “Carpe diem”. El final de Con faldas y a lo loco: “Nadie es perfecto”. “Cosas por las que merece la pena vivir”, al final de Manhattan… ¡Hay tantas! Pero creo que si tengo que elegir una, me quedo con Jesucristo en la cruz cantando Always look at the bright side of life. Sí, definitivamente es el grito de guerra que trato de sostener.
– ¿Qué largometraje ha visto tantas veces que se sabe los diálogos completos de alguna escena?
– Annie Hall, de Woody Allen. Excedo lo de “alguna escena”. Me atrevería a decir que soy capaz de reproducir los diálogos de la peli entera con un margen de error del diez por ciento.
– ¿Le gusta volver a verse en los filmes o series en los que ha participado?
– Mmmmm. Depende. En general no, porque si no te gustas (cosa que pasa con frecuencia) ya no tiene arreglo. Pero trato de hacerlo: se aprende mucho viendo lo que has hecho mal.
– ¿Cuál fue la última película que no fue capaz de ver hasta el final? (si es que ha habido alguna).
– Enter the void, de Gaspar Noé.
– ¿Cuál es el primer consejo que le ha dado alguien cercano –ya sea del ámbito profesional o personal– para ejercer mejor el oficio de la interpretación?
– Lástima que Spencer Tracy no sea familia, pero aquello de “Apréndete bien el texto y no te choques con los muebles” es un consejo que recuerdo con frecuencia.
– ¿Intuitivo o metódico? ¿En qué porcentaje?
– Ojalá fuera metódica pero caretas fuera: intuitiva en un 95 por ciento.
– ¿Qué canción o canciones escogería para ponerle banda sonora al momento actual de su vida?
– You can´t always get what you want, de los Rolling; One, de Jon Brion, y To built a home, de The Cinematic Orchestra.
– Adelántenos, ahora que no nos escucha nadie… ¿Cuál es el próximo proyecto que se va a traer entre manos?
– ¡Sí, sí, que nos oigan! Estoy con dos proyectos que me ilusionan mucho. Epitafios, mi primer corto como directora, en el que cuento con la participación de Raúl Arévalo, Natalia Mateo, Luis Bermejo, Marta Aledo, Teo Planell y Teresa Lozano; y Balas Perdidas, una serie de dos chavales jovencísimos y talentosísimos, que tiene poco que ver con lo que estamos acostumbrados a ver en la producción televisiva española y que, sinceramente creo que va a dar mucho de que hablar. Dicho queda: Balas Perdidas.
– ¿Qué le gustaría estar haciendo dentro de cinco minutos?
– Pues afortunadamente lo que voy a hacer: Montar el teaser de mi corto.
– ¿Y dentro de cinco años?
– Poder vivir holgadamente de mi trabajo como actriz y directora, sin necesidad de tener que trabajar en proyectos en los que no crea ideológicamente.
– ¿En qué otra época de la historia le gustaría haber nacido?
– Supongo que en ninguna para quedarme del todo, pero pasar unas vacaciones en cualquiera. Desde luego no querría salir del estado de derecho por mucho tiempo.
– Díganos qué le parece más reseñable de AISGE (si es que hay algo) y en qué aspecto le gustaría que mejorásemos (si es que hay alguno).
– Yo hacia esta sociedad solo tengo una gratitud infinita. Hasta donde sé, un día me apunte a la entidad y desde entonces, y sin que yo haga nada –literalmente nada de nada–, anualmente recibo una suma de dinero por mis derechos de imagen. Eso, sin contar con las ayudas que ofrecéis, de las que amigos muy queridos se han beneficiado. Para mí sois como dice la canción de Sabina: “De esas que da siempre un poco más de todo y nada pide…”. Pues eso, que gracias y, parafraseando a Groucho Marx: “Gracias por existir”.