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16-02-2017

 
 
María Ripoll

“No hay malos actores, hay malas conexiones entre director y actores”
 
 
De ‘Lluvia en los zapatos’ a ‘No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas’, el destino nunca le ha negado una sonrisa. Como ella a los espectadores
 
 
 
IRENE CRESPO
Cuando tenía 14 años sumó uno más uno: “Me gustaba contar historias, se me daba bien la imagen, la fotografía, los encuadres: eso es el cine”, recuerda María Ripoll. Tenía que ser directora de cine. Así lo decidió, se lo contó a su padre y la risa que le dio a él la animó más a perseguir un sueño que empezó en Los Ángeles, siguió en Londres y ahora está alcanzando su punto más alto de vuelta a España: como la directora más rentable del cine español, una industria, como tantas otras, dominada por hombres.

   Después de superar el millón de espectadores con Ahora o nunca, en 2016 repitió éxito con una nueva comedia, No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas. Ripoll, en cambio, sí le da las gracias un poco al karma por el momento que vive.
 
– Dice que No culpes al karma… le recordaba a Lluvia en los zapatos, su primera película (1998). ¿Por qué?
– No sé qué es, pero tuve la misma sensación. Primero, me entendí muy bien con los actores. Las dos se desarrollaban en un barrio. El tono es muy similar. Y espero que tenga tanto éxito como Lluvia en los zapatos, que la vendimos en 62 países. Aunque ahora han cambiado mucho las cosas. Lluvia en los zapatos aguantó un año en el cine y esto ahora es impensable. No sé, pero fue un poco todo eso, y cómo me lo he pasado haciéndola. Dicen que una primera película es un primer amor y con No culpes al karma me he vuelto a enamorar. Ha sido muy buen karma. Hacer una película es apasionante, pero muy duro.
 
– ¿Cómo descubrió su vocación tan joven?
 – Gracias a dos libros: la conversación entre Hitchcock y Truffaut y las memorias de Buñuel. Siempre me han gustado mucho los cuentos, me lo creía todo desde pequeña. Y pensé: si me gusta tanto contar y leer historias, y me gusta tanto la imagen, porque se me daba bien el encuadre, la fotografía, esto es cine: historia con imagen. Y le dije a mi padre: “Ya sé, quiero ser director de cine”. Y a mi padre le dio la risa. Y su risa fue lo que impulsó a lograrlo. No sé hacer mucho más. Me gusta mi trabajo de dirigir equipos, de sacar el talento de la gente, de dirigir actores, que me parece lo más difícil. Convertir un libro en imagen.

– La dirección de actores es donde más ha destacado y ahora da clases. Es una parte que se olvida mucho...
– Los directores no somos nadie sin los actores. Ellos te pueden traer propuestas, como lo hizo Verónica en este caso, pero estaba muy de acuerdo con la que yo tenía en mente. Es lo más difícil, porque pueden ser cabezotas, porque no ven más que su parte. Siempre digo que no hay malos actores, hay malas conexiones entre director y actores.
 
– ¿La risa de su padre fue lo que la animó a irse a Los Ángeles?
– En mi familia son todos químicos, nadie se dedicaba al cine y por eso se rió, pero también me dijo: “Vale, entonces te vas a Los Ángeles”. Antes empecé a estudiar en España y a trabajar en rodajes. Me convertí en ayudante de dirección. No paraba de trabajar, había directores que me esperaban para rodar porque soy muy dura.
 
– ¿Con quién trabajó?
– Con Agustí Villaronga, con Bigas Luna, Frances Bellmunt, Carlos Benpar… Me convertí en una buena ayudante de dirección. Y me dije: “¿Ahora qué?”. Podía haberme quedado ahí, pero tenía que avanzar y la única forma de hacerlo era yéndome a Los Ángeles.
 
– Lo curioso es que hizo el camino inverso al que hace casi todo el mundo: empezó rodando en inglés fuera y ha continuado en España.
– Lluvia en los zapatos fue la suerte del novato. Si ahora ha sido la suerte del karma, aquello fue la del novato. Rodamos en Londrescon los actores que queríamos: Penélope Cruz, Lena Headey… Todo fluyó. Pero ahora quiero volver a salir. Quiero rodar una película con Meryl Streep, pero ella no lo sabe todavía [risas]. Hay una novela con Marc Levy que me encanta y creo que ella sería perfecta. Mi gran sueño es salir y poder trabajar con Streep y con Kristen Stewart.
 
– Ya tiene sus contactos y carrera para intentar conseguirlo.
– Con Tortilla Soup creo que alcanzamos el récord de DVD vendidos: hicieron como 30 millones, aunque la directora no ve ni un duro. Después me decidí volverme a España, pero si me hubiera quedado, quizá mi carrera…

– ¿Y por qué se volvió?
– Por amor. Nos casamos en Las Vegas y, como él también era español, nos volvimos.
 
– ¿Se ha arrepentido alguna vez?
– Alguna vez, claro. Pero tampoco mucho, las cosas son como son. También coincidió que me salió Utopía en España y luego Tu vida en 65’. Después tuve hijos y me pasé un tiempo en publicidad. Muy feliz. Y con el tiempo empezó de nuevo la vorágine.
 
– Es increíble, no hay crisis para usted, va a película por año.
– Y en 2017 tengo tres: ¡no sé cómo voy a salir de esa! Tengo muchas ganas de hacer una en concreto, y parece que es la que se va a caer. Aprecio y disfruto mucho este momento de mi vida en el que no paro de trabajar y, además, hago películas que me gustan. Respetan lo que yo digo. Ser mujer y directora es complicado. Ser además la directora más taquillera de España me da un pelín de poder. Pero cuesta, cuesta.

– En Rastros de sándalo trabajó con un equipo solo femenino. ¿Queda aún mucho por hacer?
– Tengo una contradicción con este tema. Si me preguntan cómo es lo de ser mujer cuando se trabaja como directora, digo: “Oye, ¿tú le preguntas a Alberto Rodríguez qué tal eso de ser hombre en el cine?”. Me cansa la pregunta, pero aún hay que hablarlo. En EEUU el debate está más vivo ahora que en Europa, pero porque van a años luz. Cuando más machismo he sufrido en esta profesión fue mientras estaba allí. Aquí me gustaría que no fuera un tema a estas alturas, pero lo es porque los directivos de las cadenas de televisión o de ciertas instituciones son hombres. Hay siempre un pacto entre caballeros. Telecinco, por ejemplo, creo que no ha trabajado con una mujer directora. Aún es complicado, pero si sigues y sigues, quizá lo consigas. Y hay algo que también se olvida mucho: el 80 por ciento del público es femenino, pero eso no quiere decir que solo quieran verse comedias románticas. A mí me gustaría que No culpes al karma... no se viera solo como una película para mujeres por tener protagonista femenina y estar dirigida por una mujer. Todos llevamos a una Sara dentro, mujeres y hombres, esa inseguridad que nos va boicoteando. Por eso no quería venderla como comedia romántica: es comedia y hay sentimientos.
 
– ¿Cómo está la comedia ahora mismo en España?
– Todavía nos falta hacer grande esta industria, llenar las salas, conseguir que la gente vuelva al cine español, quitar esa mala marca. Poco a poco lo hemos ido consiguiendo. Yo siento la responsabilidad de hacer películas como No culpes al karma... o Ahora o nunca, que llenan salas a la vez que llenan corazones. De todos: hombres y mujeres.

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