“Desde que empecé aquí, en agosto, memorizo el texto cada vez más rápido. Tenemos que estudiar una cantidad enorme de secuencias. Grabamos en dos tomas, así que hay que conocer los diálogos a la perfección. Algunos son muy difíciles y cuentan con una gran carga dramática. Me concentro en un segundo: dan el acción y me toca estar en el personaje y en la situación. Y no puedo darlo todo en la primera secuencia, porque me queda todo un día por delante”, resume la artista, ya sentada en su camerino. Un ayudante de producción le recuerda que el equipo de peluquería lleva un buen rato buscándola. Aunque ese día a Hernández no le toca, cada tres semanas se perfila el corte de pelo y se repasa el tinte de los actores.
Minifaldas franquistas
Henar Pacheco, la joven a la que la intérprete encarna en la ficción, fuma, bebe, viste minifalda y conduce una motocicleta. En los años sesenta, cuando la dictadura de Franco estaba en plena forma, se la intuye más moderna de la cuenta. Es algo en lo que Hernández se despega del personaje. “Me siento actual, a secas; y afortunada, porque trabajo en lo que me gusta. Sí me sentí algo adelantada a mi tiempo cuando salí de mi isla para estudiar Comunicación Audiovisual. Y recuerdo contarle a mis padres que me iba a Cambridge a estudiar inglés. Me preguntaban cómo se me ocurría tirar así un año entero. ¡Lo veían como una pérdida de tiempo!”, recuerda la actriz. Fue un cartel en el metro de Madrid, de la escuela de actores TAI, el que la llevó a un curso de interpretación por las tardes. Y a dejar, dos años después, la licenciatura por la que había viajado hasta la capital.