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Mariana Expósito



“Cerraba los ojos y me tapaba los oídos en la escena de ‘Ghost’ donde muere Carl”
 

 
El de esta lucense de 30 años recién estrenados es uno de los nombres que sobresalen en la nueva cantera de actores gallegos. Pese a que en su adolescencia había defendido pequeños papeles sobre el escenario y delante de la cámara, esperó hasta la mayoría de edad para instalarse en A Coruña y empezar a formarse.
 
   Emprendió su singladura por el mar cinematográfico en 2003 con Zeltia, un cortometraje que presentaba a una joven pareja de novios jóvenes cuyo método anticonceptivo fallaba y tenían que acudir a un centro de planificación familiar, pero el hermano de ella trabajaba precisamente allí… Poco después retrató la despoblación de las zonas rurales en el galardonado A soga da soidade. Un hombre llevaba cinco años viviendo completamente solo en una remota aldea, ya que su esposa se había suicidado tras la marcha de su hija, atraída por las oportunidades que podía ofrecerle la gran ciudad. A medio camino entre la locura y los sueños, el único morador del lugar imaginaba un matrimonio feliz y a su hija de vuelta por Navidades. Su última pieza vio la luz en 2007 bajo el título Unha noite de chea y en ella estuvo rodeada de colegas gañanes que salían de marcha martillo en mano, huían de los bares sin pagar e improvisaban de todo con tal de divertirse en una ciudad de provincias.
 
   Mientras avanzaba ese camino por el formato breve forjó unos prometedores inicios en el mundo del largometraje gracias a la ópera prima de Rodrigo Cortés, El concursante (2005), en la que se convirtió en alumna de las clases de Economía que impartía un agobiado Leonardo Sbaraglia. Y es que el profesor se enfrentaba a ese regalo envenenado que son los premios de los concursos televisivos, a menudo generadores de gastos incontrolables. Hasta 2008 no reapareció en la gran pantalla, aunque en esa ocasión lo hizo con la más sonada Diario de una ninfómana.
 
   A 2005 se remonta su debut en la pequeña pantalla, cuando Belén Macías contó con ella para la película Atlántida. TVG le ofreció por entonces dos papeles en el programa humorístico El show dos Tonechos: primero hizo de azafata secuestrada a bordo de un avión y luego encarnó a una adolescente lesbiana. Entretanto recibió un personaje para la serie Maridos e mulleres (protagonizada por cuatro parejas de recién casados), al que siguieron apariciones puntuales en A vida por diante (la tragedia de cinco viudas de marineros fallecidos tras un naufragio) y la emblemática Padre Casares (centrada en las vivencias de ese sacerdote), capaz de mantenerse aún en antena desde el ya lejano 2008.
 
 
 

 
 
   “Aquí se hacen cosas con muy buena calidad, teniendo en cuenta el poco dinero que hay”, comenta acerca del panorama audiovisual en su tierra. Bien lo sabe ella. A finales de 2010 se incorporó a otra exitosa producción de la cadena autonómica, Libro de familia, como secretaria del ayuntamiento de Santalla en los años setenta. Y aunque esa era una época de esplendor para la localidad, debido sobre todo al despegue del negocio de los viveros, allí persistían la lucha de clases y los amores imposibles. La belleza de su Celia hacía que los habitantes hombres pagasen la contribución de buena gana, sin sospechar que en realidad el alcalde la había contratado como ayudante en su faceta empresarial. Los planes para enriquecerse más allá de la política exigían que ella mantuviese un idilio con un habitante estratégico: el adinerado hijo de un indiano. Y cumplía con creces dicho objetivo.
 
   El año 2011 fue para ella un año intenso que empezó con el estreno del telefilme Reliquias, una aventura que la trasladó a la Galicia medieval en la piel de la monja María. En su monasterio las religiosas convivían con los monjes, hasta que un enviado del Papa llevaba allí la orden de suprimir ese carácter mixto, misión de la cual no salía vivo. Al mismo tiempo que concluyó su participación en Libro de familia se intensificó su presencia en la también aplaudida Matalobos. En ese retrato de las pugnas entre clanes del narcotráfico en Sardiñeira puso cara a la yonqui Xulia. Los 30 capítulos en que trabajó le sirvieron para trazar un amplio arco dramático: superaba su aguda adicción a la heroína, cuidaba a la matriarca enferma de uno de los imperios delictivos que operaban en el municipio, salía con un exsicario asesinado por un capo de quien poseía información… Ese otoño no se lo pensó dos veces a la hora de sumarse al rodaje de una nueva cinta televisiva, A pesar de todo, quérote, cuyo argumento trataba las brechas que un espeluznante accidente de tráfico abría en un grupo de amigos veinteañeros.           
 
   Nada más comenzar 2012 adoptó aspecto gótico y gesto rebelde para el telefilme Vacas, porcos e zapatos de tacón, el divertido drama de unos millonarios que se veían condenados a trasladarse al campo desde la cómoda urbe. Reformaban una casa abandonada y aprendían tanto a cultivar la tierra como a criar animales. En su rápido retorno al formato de las series semanales estaba esperándole su Xulia de Escoba!, la sobrina del director de un centro sociocultural donde todavía sigue coincidiendo con cinco mujeres maduras. Estas comparten sus frustraciones cotidianas alrededor del tapete sobre el que juegan a las cartas: la soledad, los achaques, los desamores, el miedo a la vejez… Las carcajadas aumentan cuando allí termina como el rosario de la aurora cualquier propuesta de entretenimiento, desde una fiesta de carnaval a una función de teatro pasando por un concurso de monólogos o un desfile de modelos. ¿Por qué? Porque ella, la más joven de todas, siempre quiere salirse con la suya. Su carácter caprichoso cambia al descubrir que las cuentas bancarias de su tío se han vaciado. No le queda otra que trabajar en el mantenimiento del local, aunque le horroriza que entre sus labores figure la limpieza de los retretes.       
 
 
 

 
 
   Continuó abonada a la comedia con Chapa e pintura, en torno a la eterna guerra de sexos, donde un mecánico y una esteticista rompían su matrimonio por ciertos deslices. De ahí el título. Ella se encargó de la psicoterapeuta Castro, que velaba por la salud mental de la protagonista, rabiosa ante los coqueteos de su exmarido con quien se le ponía delante. Mientras tramaba todo tipo de venganzas, buscaba ligues en bares o Internet, siempre siguiendo los consejos de su desenfadada amiga. Su siguiente proyecto ante la cámara fue El Faro, la primera serie en cuya producción intervinieron prácticamente todas las cadenas autonómicas de España, presentada en 2013 con un elenco al frente del cual estaba Raquel Espada. Narraba las dificultades de los dueños de un restaurante para mantener a salvo el negocio, amenazado por el azote de la crisis económica y la construcción de una carretera en los terrenos.
 
   Ya en agosto de 2014 la vimos enfundada en el uniforme de policía local para Maratón, una tv movie que contaba la historia de un marroquí llegado a A Coruña en compañía de su esposa. El destino le daba un revés cuando se quedaba sin trabajo, pero lejos de amilanarse, se apuntaba a carreras populares para ganar dinero. En su empeño (aún más meritorio porque coincidía en el plano personal con el ayuno del ramadán) le ayudaba un veterano entrenador también desempleado (Xosé Manuel Olveira). Como ya hiciese en Matalobos, ahora cautiva de nuevo a buena parte de sus paisanos mediante el canal regional. Desde el pasado octubre presencia los misterios de Serramoura, la producción semanal que transcurre en un pueblo maderero del interior gallego, gracias al turbio personaje de Luz. Durante esta primera temporada se mantiene al corriente de los asuntos locales a través de las charlas con una agente de la Guardia Civil (Lucía Regueiro) y su empleo de tabernera, que le obliga continuamente a mediar en los conflictos entre los parroquianos, más intensos todavía a raíz de las habladurías y acusaciones desatadas por el asesinato de una amiga suya. Dicha misión pacificadora se le volvía a ratos complicada por su carácter arisco y su afición a la retranca. La posterior sucesión de crímenes ponía en peligro su vida y la de su hermana.
 
   Pocos meses atrás ha estado grabando la miniserie Hotel Almirante, inspirada en la novela homónima de Marta Rivera de la Cruz y prevista para abril, sobre una joven encontrada sin vida en la habitación de un hotel. Lo que en principio parece un suicidio esconde un asesinato cometido por motivos sentimentales, ya que una carta que la fallecida había publicado en el periódico acaba implicando a un hombre de buen linaje.
 
 
 

 
 
 
   De 2006 a 2007 se curtió como profesional en el espectáculo infantil El arquitecto del mar, que rescataba hechos reales para inculcar a los niños un amor profundo a la naturaleza. Contaba cómo un hombre llamado Manfred Gnädinger llegaba a la Costa da Morte y quedaba impactado por el paisaje, se enamoraba, no era correspondido e iniciaba entonces una vida de anacoreta. Pero no se dedicaba únicamente a la meditación, sino que creaba un museo al aire libre con esculturas cinceladas en rocas junto al mar. Tanto esfuerzo durante años le acercaba a los vecinos del pueblo de Camelle y a los animales marinos. Hasta que la marea negra que originaba el naufragio del Prestige le mataba de tristeza tras ensombrecer su obra. Mientras estudiaba en Theatre for the People, la escuela que capitanea en Madrid el neoyorquino Adan Black, representó a sus órdenes The one night show. Hiló entonces un montón de escenas pertenecientes a célebres textos de creadores clásicos y contemporáneos. Más tarde se unió a sus compañeros de Matalobos para levantar el montaje de microteatro Habitación con vistas, representada desde 2012 ante los espectadores coruñeses. Dos años después la esperaba en la capital la descacharrante Dependientes, que por ahora cierra su currículum escénico.   
 
 
HÉCTOR ÁLVAREZ JIMÉNEZ
¿En qué momento decidió ser actriz?
− Tenía cinco o seis años la primera vez que sentí que esto me hacía feliz. Mi tía me recogió en el colegio y me propuso que asistiera a una clase de expresión corporal a la que iban mis primos. Yo ya tenía fama de teatrera entre mi familia, por lo que pensaron que me encantaría, pero me daba mucho miedo: no conocía a casi nadie, las clases habían empezado hacía meses, no sabía qué iba a tener que hacer... Al final fui y me sentí increíblemente bien. ¡Fue una sensación indescriptible! Recuerdo que tomé oficialmente la decisión a los 14 años, cuando en un campamento de verano me pidieron que leyese las cartas de despedida de unos compañeros. Las leí con distintas voces y mientras hacía todo tipo de personajes. Percibí que la gente disfrutaba tanto como yo. Incluso el director del centro, que sabía bastante de interpretación, se acercó a felicitarme. Me confesó que había visto en mí muchísimo talento y aseguró que podía dedicarme a esto. ¡En ese instante parecía que me lo estuviese diciendo la mismísima Meryl Streep! Fue el empujón que me faltaba para tomármelo en serio y luchar por mi sueño.
 
− ¿A quién se lo contó primero?
− A mis padres, justo a la vuelta de ese campamento. Pensaron que era algo que me gustaría hacer solo como hobby. Por eso se preocuparon un poco al ver que la cosa iba muy en serio, aunque reconozco que siempre he tenido su apoyo incondicional. Ahora juegan un doble rol: son mis representantes y presidentes de mi club de fans [Risas].
 
− ¿Cuál ha sido el mayor golpe de suerte que ha recibido hasta ahora en su carrera?
− Desde hace un lustro estoy actuando casi sin parar. Y tal como están las cosas, ¡es una gran suerte!
 
− ¿A cuál de los papeles que ha interpretado le guarda especial cariño?
− A mi Xulia de Matalobos. Por varios motivos. Porque empezó siendo un personaje episódico y terminó siendo mi primer personaje fijo en una serie. Porque le dediqué muchísimo trabajo, pues para mí suponía un gran reto encarnar a una drogadicta, me aterraba. Quería crear algo profundo, alguien con quien el público pudiera empatizar. Que se viera a esa joven como la víctima del narcotráfico. Y para lograr todos esos objetivos, como ese mundo era muy ajeno a mí, me documenté de mil maneras distintas. Me tocó bastante emocionalmente hablar con personas que sufren fuertes adicciones y con los especialistas que los tratan. La mayoría era buena gente que había pasado por un mal momento y tomó malas decisiones por culpa de una fuerza tan imparable como la droga. A algunos les costó la propia vida y otros siguen luchando como pueden para recuperar lo que les queda de ella. Fue un proceso maravilloso.
 
 
 

 
 
Si el teléfono dejase de sonar, y ojalá que no, ¿a qué cree que se dedicaría?
− No lo sé. Me hacen esta pregunta a menudo y cada día contesto algo diferente. Después llego a casa, me imagino trabajando el resto de mi vida en el empleo que se me haya ocurrido en ese momento y me deprimo mucho, hasta el punto de descartarlo como opción. Hiciera lo que hiciera, nada conseguiría que fuese feliz, así que tengo la esperanza de que siempre suene.
 
− ¿Ha pensado alguna vez en tirar la toalla?
− He tenido momentos de bajón, pero nunca hasta el extremo de pensar en rendirme.
 
¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− Aunque ha habido rodajes más liosos que otros, no me he echado las manos a la cabeza, jamás me he arrepentido de haber aceptado algún proyecto.
 
− ¿Cuál considera que es el principal problema del celuloide español y qué solución se le ocurre para paliarlo?
− Que está maltratado. No se le da (salvo en casos contados) demasiada promoción. Y es que al Gobierno no le interesa la cultura, por eso aplica también una incomprensible subida del IVA que nos asfixia. ¿Y si siguiéramos el ejemplo de países como Irlanda, Francia, Alemania o Italia? Tampoco estamos abordando bien el problema de las descargas online: si cerramos hoy un portal ilegal, lamentablemente aparecerán otros cinco mañana. Así no solucionamos mucho. Hay que pensar en cómo aprovechar Internet, buscar la manera de aliarnos con esa tecnología para salir beneficiados. Ese es el futuro.
 
− ¿Cuál fue el primer intérprete que le conmovió hasta la lágrima?
− Demi Moore en Ghost, que se convirtió en mi cinta favorita cuando tenía unos 8 años. ¡Soy una romántica! La he visto muchas veces, aunque al principio cerraba los ojos y me tapaba los oídos en la secuencia donde muere Carl (encarnado por Tony Goldwyn) y se lo llevan las sombras oscuras. Y admito que aún sigo siendo miedosa: no duermo en toda la noche si una historia me asusta mucho y estoy sola en casa. Lo paradójico es que me encanta estar delante de la cámara filmando secuencias de miedo [Risas].
 
 
 

 
 
 
¿Qué frase de película le gusta aplicar como leit motiv personal?  
 − Tengo varias que mezclaría. “No necesito que sea fácil, solo que sea posible” (de Soul surfer). “Si tienes un sueño, ve a por él” (En busca de la felicidad). Y tampoco olvido esa secuencia de El club de los poetas muertos donde dicen: “Carpe diem. Aprovecha el momento”.
 
− ¿Qué producción ha visto tantas veces que se sabe alguna escena de memoria?
− ¡Unas cuantas! Hace años me sabía prácticamente todos los diálogos de Ghost. Y también muchos de Pretty woman, Dirty dancing, El guardaespaldas... Mi hermano y yo nos divertíamos mucho poniendo películas y bajando el volumen para decir el texto por encima con una interpretación sobreactuada. ¡A veces incluíamos hasta canciones y bailes! Era mi juego favorito.
 
− ¿Nos cuenta alguna anécdota que haya vivido como espectadora?
− Con algo menos de 10 años fui al cine con una amiga. Era la primera o la segunda vez que íbamos sin adultos. Compramos dos entradas para una película que nos pareció interesante por el título, sin ni siquiera leer de qué trataba. Solo éramos tres espectadores, el tercero sacó un bloc de notas y un bolígrafo para anotar, lo cual nos pareció muy raro. Ya al comienzo del filme aparecía un actor completamente desnudo y friendo unos huevos, lo único que no vimos de su cuerpo en esa primera secuencia fue su cara, así que decidimos salir de allí tras reírnos y reírnos. El acomodador se quedó alucinado al darse cuenta de que habían permitido el acceso a esa sala a dos niñas tan pequeñas.
 
− ¿A qué serie de televisión está enganchada?
− A Juego de tronos. Quería leer antes los libros y después ver la serie, aunque no aguanté y he visto las primeras temporadas en tiempo récord. Es maravillosa por su estética, sus guiones, sus actores...
 
− ¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado alguien cercano para ejercer esta profesión?
− “Pasa de preocuparte a ocuparte. Prepárate al máximo para poner cuerpo y alma al servicio del personaje, pero luego confía y disfruta”.
 
 

 
 
 
¿Qué punto fuerte destacaría de usted como intérprete?
− Soy muy trabajadora y disfruto mucho del trabajo, tanto preparando por mi cuenta el personaje como actuando en el plató o sobre el escenario. Por eso casi toda mi energía está dedicada a la interpretación.
 
¿Y débil?
− Muchos. Pero si te los dijera… ¡tendría que matarte! [Risas] Soy muy perfeccionista, a veces eso me quita demasiadas horas de sueño.   
 
¿Cómo titularía la autobiografía de lo que lleva vivido hasta ahora?
Aprendiendo a volar.
 
− Adelántenos, ahora que no nos escucha nadie… ¿Cuál es el siguiente proyecto que se va a traer entre manos?
− Una obra de teatro que estrenaré en Madrid y espero que la segunda temporada de Serramoura.
 
− ¿Qué sueño profesional le gustaría hacer realidad?
− No parar de trabajar en lo que amo, crecer cada día un poco más y morir encima del escenario, satisfecha con todo el camino que haya recorrido. ¿Qué mejor sueño hay que ese? Y hablando a corto plazo, para ser concreta, me gustaría un personaje con un maravilloso arco dramático y en un proyecto de mucha acción. Se me ocurre una mujer dura y segura de sí misma, aparentemente fría y empeñada en ocultar sus emociones, con un arma siempre a mano y también capaz de defenderse sin necesidad de usarla. Si a eso le sumamos un poco de terror, un buen presupuesto, un equipo increíble… ¡Sería perfecto! [Risas].
 
− ¿Qué titular le gustaría leer en el periódico de mañana?
− “Descubren que el ser humano puede sobrevivir sin necesidad de dormir”.
 
− ¿A qué lugar del planeta le gustaría teletransportarse mañana?
− A una isla virgen donde haya 30 graditos... ¡Estoy con un catarrazo a cuenta de tanta lluvia y frío!
 
− ¿Qué canción escogería para ponerle banda sonora al momento actual de su vida?
− Por la sensación que me transmite, Breathe, de Midge Ure.
 
− ¿Qué otra época de la historia elegiría para nacer?
− Lo bueno de este oficio es que nos permite vivir en diferentes épocas según el proyecto de que se trate.
 
−     ¿Con qué parte de su cuerpo se siente más satisfecha?
− Con mis ojos. Me gusta que algunos amigos míos digan que tengo una mirada felina.
 
− Díganos qué le parece más reseñable de AISGE y en qué aspecto le gustaría que mejorásemos.
− Hacéis una gran labor, tenéis un personal excelente y cercano trabajando en las delegaciones, me encantan los cursos… Solo puedo daros las gracias.

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