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26-04-2024


Marta González de Vega

“Si escribir es como enamorarte, actuar es como hacer el amor”



Polifacética y todoterreno. Ha escrito junto a Santiago Segura algunas de las películas españolas con mayor taquilla de la última década. Le sobra experiencia como autora de teatro. Después de 25 años haciendo del humor su lenguaje, ahora está ilusionada con su faceta de actriz



PEDRO DEL CORRAL

FOTOS: ENRIQUE CIDONCHA

Es difícil aguantar la risa cuando Marta González de Vega saca la suya a relucir. Empieza como susurro y va ganando cuerpo hasta estallar en una carcajada contagiosa. Como un torbellino, se apodera de la atmósfera del bar en el que tiene lugar esta entrevista. Es eléctrica, pura, magnética. Seduce a primera y a última escucha. De hecho, raro es el momento en que el resto de la clientela no le corresponde con otra sonrisa. “Es la mejor herramienta para decir grandes verdades”, confiesa con marcado acento canario mientras se recoloca un mechón rebelde. No será la última vez que su pelo se alborote. Con cada nueva risotada, el gesto vuelve a repetirse. Unas veces lo acompaña con un sorbo al café. Otras, con un pestañeo de ojos. Imposible parar de mirarla. Resulta tan hipnótica como sus proyectos: guion que alumbra, película que arrasa. Quizá es porque sabe que la naturalidad es el mayor de los imanes.

 

   Está detrás de las sagas Padre no hay más que uno y A todo tren y del taquillazo Vacaciones de verano. Todas estas películas las ha escrito a medias con Santiago Segura, quien confió en su talento después de conocerla en los premios Platino de 2016. Curtida en El Club de la Comedia, ha acumulado amplísima experiencia como guionista de televisión y cine y como autora de teatro. Llevan su nombre las obras 5hombres.com (2000), Mi tío no es normal (2012) o Los pijos también lloran (2014). Sin olvidar su prolongado éxito con De Caperucita a loba en solo seis tíos, que es el mayor desafío de su trayectoria: un libro convertido en un espectáculo que lleva ocho temporadas en cartel y que en 2023 llegó a la gran pantalla. Gestada y protagonizada por ella, esta historia evidencia el inagotable entusiasmo con que se entrega a su labor desde hace 25 años. Ahora desea trabajar más como actriz. “Quiero explotar esa faceta y seguir desarrollándome. No me pongo ningún límite”, puntualiza. Tablas le sobran.

 

- Debutó a los 15 en la Compañía de Teatro Insular de Tenerife, aunque luego estudió Derecho. No le pega, ¿no?

- Fue un plan B. Desde que tengo uso de razón sabía que quería dedicarme a la actuación. Pero mi padre, abogado, me animó a formarme en otra cosa. Lo hice, aun sabiendo que, cuando terminara la carrera, me iría a Madrid. Si lo piensas, ambas ramas tienen bastante relación: como guionista has de ponerte en la piel de los personajes para entenderlos y apoyarlos. O sea, tal como hace un jurista. Mientras cursaba la licenciatura pasé por distintas compañías y así pude mantenerme vinculada a mi pasión.



- ¿Cómo entró en El Club de la Comedia? En aquel momento aún no tenía experiencia.

- Recuerdo que lo veíamos codificado en Canal+. Mi madre me dijo que tenían un estilo de escritura parecido al mío, así que me puse a investigar: como no había internet, me fijé en los créditos para averiguar la productora, busqué su número de teléfono y llamé. Me pasaron con Ana Rivas, la directora. Me comentó que querían ampliar el equipo y me pidió un texto sobre aeropuertos. Imaginaba que, si les gustaba, me lo comprarían. Y que me encargarían más. Una semana después me llamaron para incorporarme a la plantilla. Luis Piedrahíta, Eduardo Aldán, Rodrigo Sopeña y yo comenzamos en el oficio el mismo día.


- 500 monólogos llevan su firma. ¿Cuál es el truco?

- Trabajar. La televisión te obliga a estar ocho horas diarias frente al ordenador, y eso, de una forma u otra, acaba curtiéndote. La gente me preguntaba si no se me agotaba la inspiración… ¡Al contrario! El humor es un idioma: cuanto más lo hables, con mayor fluidez te saldrá.


- ¿Hay algún tema infalible para arrancar carcajadas?

- Todo lo que tiene que ver con la identificación personal: las relaciones de pareja, las emociones íntimas, las miserias humanas… No existe un humor masculino y un humor femenino. Y, por suerte, la percepción está cambiando. En mis comienzos había una tendencia a pensar que las mujeres no podíamos hacerlo. Algo absurdo y ridículo. Me enfada que hayan intentado crear guetos de cine para mujeres, series para mujeres o literatura para mujeres. El cambio ha tenido lugar en la última década de manera acelerada. Si algo he aprendido en todos estos años, es que los prejuicios solo sobreviven en la generalidad. Basta que te conozcan para que desaparezcan.



- Ha levantado obras tan exitosas como 5hombres.com y 5mujeres.com. ¿Se escribe diferente para teatro que para televisión?

- Del mismo modo que el humor tiene sus reglas, cada medio cuenta con sus particularidades. Y has de respetarlas. En el caso del teatro, la experiencia juega un papel clave. El ritual de la risa en común es único y jamás lo vas a poder vivir desde tu propia casa. Eso hay que tenerlo presente en el proceso creativo.


- Su gran reto ha sido De Caperucita a loba en solo seis tíos. Nació como libro en 2015, luego dio el salto a las tablas… y finalmente se convirtió en largometraje en 2023. Menudo viaje. 

Cuando llevaba 20 años ejerciendo como guionista sentí la necesidad de transmitir un sistema de pensamiento que ayudara a evitar el drama a través del humor. Como quería que fuese una conversación directa, primero opté por escribir el libro. Tiempo después estrené la obra con un objetivo: que la industria me viera como actriz. Me dirigí al productor teatral Enrique Salaberria, de Smedia, para que me diese una oportunidad. Me ofreció el Pequeño Teatro Gran Vía los martes y acepté. La cosa funcionó. Pese a que la obra no era famosa, el público se divertía, así que la recomendaba. Poco a poco amplié el número de funciones, hasta llegar a las cuatro noches por semana. Estaba agotada, pero contenta. Hoy, para poder compatibilizarlo todo, sigo estando en el escenario los sábados. Llevo ocho temporadas representándola, qué locura.


- También asume la dirección de esa obra en el teatro. 

- Al concebir yo la historia, no es complicado. Se trata simplemente de leer una partitura en la que las pausas deben estar en su sitio. Desafinar nunca es una opción. El sentido del humor es como el sentido de la orientación. Quien lo tiene, lo sabe. Opino que el mejor director de una comedia es su guionista


- ¿Qué dificultades encontró al llevarla del teatro al cine?

- Cuando haces un monólogo narras las escenas con tu voz. La única diferencia es que en una película hay otro actor que te da la réplica. Eso sí, hubo un detalle que me costó: la construcción del personaje. En teatro, Caperucita habla desde el futuro con ironía. Es compleja, rica, única… Al llevarla al cine, descubrí que no podía tener tantas aristas, pues su momento era el presente.



- Su primer filme como actriz fue Sin rodeos (Santiago Segura, 2018). Llama la atención que ese debut en el cine le llegara a los cuarenta y pocos.

- En esta profesión siempre estás de ida. Y vas encadenando cosas. César Benítez, de Boca Boca Producciones, me llamó cuando estaba en El Club de la Comedia para escribir una película que protagonizaría. Además, TVE estaba interesada en convertirla en serie. Yo tenía 27 años. Acepté. Cuando íbamos a rodarla, la cadena nos pidió rápidamente los primeros capítulos porque tenía un hueco en la parrilla. Así que, como no teníamos margen de maniobra, acabamos grabando el piloto. En 2011 hice otra en Colombia que no salió adelante: la productora cambió y terminó en el cajón. Esto pasa a menudo.


- ¿Qué significa actuar para usted?

- Gozar. Escribir es enamorarte con lo tortuoso del proceso, mientras que actuar es como hacer el amor. Es la parte más divertida. 


- ¿Le gustaría seguir explorando esta faceta?

- Claro. Mi gran miedo es que no me llamen porque piensen que yo me lo hago todo. Quiero que la industria sepa que estoy disponible como actriz. Me encantaría hacer cosas dramáticas y de época.



- Ha firmado junto a Santiago Segura las sagas Padre no hay más que uno y A todo tren. Y en 2023 arrasaron con Vacaciones de verano. ¿De dónde viene esta alianza?

- Le conocí en los premios Platino de 2016. Yo era la guionista de la gala que él presentaría. Hicimos match. Teníamos caracteres parecidos y nos entendimos bien. Cada vez que nos enfrentamos a una historia nos reunimos. Hablamos. Me voy a casa a reflexionar. Nos encontramos de nuevo y ponemos las notas en común. Comentamos y discutimos. Mis propuestas suelen entrarle bien. Y me pone cuando algo no le gusta. ¿Que no te ha hecho gracia este chiste? Pues te vas a cagar con el siguiente. 


- ¿Por qué los Goya son tan reacios a premiar la comedia, si es el género que salva la taquilla en España temporada tras temporada?

- Por un error de concepción. La comedia se interna en la oscuridad tanto como el drama, con la diferencia de que, estando dentro, debe encender la luz. No son direcciones opuestas, sino que la comedia da un paso más


- ¿En estos tiempos de polarización es posible reírse de cualquier cosa?

- Sí. Y se debe. La risa es la mayor arma contra el miedo. Cuando le das a la gente la posibilidad de reírse de sí misma, estás dándole libertad. Ayudas a que amplíe sus límites. No nos hacemos ningún favor sintiéndonos ofendidos por todo


- ¿No teme que la cancelen por según qué bromas?

- Nunca debe faltar la empatía. El cómo es fundamental a la hora de plantear las bromas. Mi humor está hecho para que las personas sean felices, no al contrario. 


- ¿Cansa ser graciosa?

- Qué va. A veces sí te agotas de producir. Especialmente si vas a mucha velocidad. Piensa que llevamos nueve películas en siete años… Y siempre con fecha de estreno antes de iniciar el guion. Es demasiada presión, pero lo afrontamos mucha con ilusión. 


- Le pegaría un late show como los que tuvieron Eva Hache (Noche Hache) o Andreu Buenafuente (Late motiv).

- Cada vez me llaman para más eventos de comunicación. Tal vez sea porque tengo un perfil muy amplio. La verdad es que me gustaría. 


- Acostumbrada a provocar la carcajada de los demás, ¿qué le saca a usted una sonrisa?

- La vida. Me gusta verla, disfrutarla, cuestionarla… Y, de repente, buscarle un giro.

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