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Idilio Cardoso

Alma de Séneca en la voz del viejo mecánico tornero

 

 

Hasta los 54 años se ganó la vida frente al torno, aunque en los ratos libres se prodigara por la escena sevillana para “decir verdades, despertar a la gente y terminar con la dictadura”. Era “teatro con la espada levantada”, enfatiza. Hasta que el Centro Andaluz de Teatro (CAT) le reclamó para sus montajes y, poco después, Canal Sur consumó el giro vital con su papel más memorable, el de Séneca. “Ha sido una vida de idilio”, concluye ante las cámaras

 

            

ASIA MARTÍN (Realización, vídeo, montaje y fotografías)


JUAN ANTONIO CARBAJO (Guion y redacción)

Idilio Cardoso (El Campillo, Huelva, 1934) es singular desde el día que le bautizaron con un “caprichoso nombre” que posiblemente le hace único en el padrón. “Mis padres me pusieron Idilio seguramente porque serían muy felices”, especula, ya que nunca lo preguntó. Con dos años, con España a las puertas de la Guerra Civil, le llevaron a Sevilla y se quedó por convicción para siempre. Allí se siente reconocido y querido. #Muchavidaquecontar, el documental que le dedica la Fundación AISGE, le visita ahora en su casa del popular barrio de la Macarena.

 

Cardoso empezó a hacerse un nombre en la escena local dentro del cuadro de actores de los Salesianos. De allí le rescató una de las varias compañías sevillanas que por entonces peleaban por despertar conciencias desde los escenarios. Debutó “temblando” con La Gaviota de Chéjov. “Hacíamos obras muy comprometidas, con la espada levantada, y lo hacíamos sin cobrar absolutamente nada. Pero estábamos satisfechos porque decíamos lo que queríamos decir”, explica en el vídeo.

 

 

El teatro no era para Cardoso una forma de ganarse la vida sino “un medio para el cambio”. “Mi cometido era decir verdades”, explica sentado en el patio de su corrala. Para comer ya tenía su puesto en la empresa sevillana Industrias Subsidiarias de Aviación (ISA). Con el tiempo empezó a subirse al escenario sin empuñar la espada: junto a Angelita Granja formó una pareja que le llevó incluso a bailar en Morena Clara y llegó a salir de gira con el trío de cómicos Pepe da Rosa, Paco Gandía y Josele. “He disfrutado mucho con el teatro y parece ser que lo hacía bien porque la gente me aplaudía mucho”, recuerda.

 

 

Con 54 años decidió dejar su sustento en ISA. Una decisión difícil porque era consciente de que con esa edad no se “podía colocar en ningún sitio”. Corría 1988 y el Centro Andaluz de Teatro (CAT) estaba preparando su primera producción. “Tuve la suerte de que me contrataran para La reina andaluza. Cogí la oportunidad y empecé a dedicarme de lleno al teatro”. Se convirtió en un habitual de los carteles del CAT mientras el cine y la televisión también le abrían las puertas. Participó en Juncal, el torero que encarnaba Paco Rabal, y de ahí nació una relación de la que Cardoso presume con orgullo. “Hicimos una amistad fabulosa de la nada”.

 

En 1991 llegó el personaje de su vida. Canal Sur resucitaba El Séneca de José María Pemán, una serie que en los sesenta había desarrollado con gran éxito el actor sevillano Antonio Martelo. Cardoso rechazó ver el antecedente. “Les dije: ‘Yo voy a hacer el Séneca que creo que debo hacer”. Una respuesta que resume su filosofía como actor: “He tenido directores y he escuchado sus consejos, pero me he dirigido solo. No porque sea vanidoso sino porque hago las cosas tal como las siento”.

 

Cardoso asegura que se ha adaptado perfectamente a su vida de jubilado y no ha sentido la necesidad de volver a actuar. “Yo ya había hecho lo que creía que tenía que hacer. Había cumplido con mis deseos”. El actor se despide recitando los versos de un poema de Alejandro Gaos que marcaron desde joven su camino: “Por mi doctrina liberal y humanizada, llena toda de fervores, de ideales, de sacrificios y ansias, he aprendido en la senda silenciosa de los álamos a dialogar con mi alma”. Merece la pena escucharlo en su propia voz, que aún conserva esos matices que le llevaron en su día a ingresar en el cuadro de actores de Radio Sevilla.

 

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