twitter instagram facebook
Versión imprimir

 

#MuchaVidaQueContar

Los minidocumentales de la Fundación AISGE


Jaime Blanch, el niño precoz que a los 80 sigue enamorado de su oficio


Le ficharon para su primera peli con 10 años, mientras paseaba por la Gran Vía madrileña. Siete décadas después, ahora por tierras gerundenses, sigue engatusando a la cámara. Sin agobios. "Eso de morirse en el escenario es una ordinariez", avisa

Dirección y montaje: Asia Martín

Redacción: Fernando Neira

A sus espléndidos 80 años, activo e infatigable aunque diga que le importa más su vida personal que la profesional, Jaime Blanch hace balance para #MuchaVidaQueContar de una trayectoria fecunda, versátil, admirable y precoz. Tanto como para que en su época se le tuviera por niño prodigio después de que le descubriera por casualidad Luis Lucia y grabase para él hasta cuatro películas; entre ellas, ya como protagonista, la inolvidable Jeromín.


Blanch proviene de una familia de actores, aunque nunca encajó en el típico perfil de "niño de camerino". Es más, ejerció de pillo y mal estudiante, aunque sus primeras incursiones cinematográficas le proporcionaron un irrefrenable protagonismo entre sus compañeros (y compañeras) de cole. "Las niñas me dejaban papelitos en el pupitre para coquetear", relata, divertido, desde su residencia en Olot (Girona), hasta donde se han encaminado las cámaras de este proyecto de minidocumentales de la Fundación AISGE.

 

Al recibir el Premio Actúa, máxima distinción honorífica de la Fundación AISGE. Madrid, diciembre de 2014 (foto: Enrique Cidoncha)

Original de Collado Villalba (Madrid), Jaime Blanch ha desarrollado una intensa actividad desde su debut en un teatro todavía amateur en Salamanca, seis décadas atrás. Ante las cámaras cuenta una anécdota descacharrante de aquella noche, el sobre con un mensaje personal muy sorprendente que le deslizó su padre para darle la bienvenida a la profesión. Antes de eso ya había tenido que lidiar con las singularidades del oficio (y de sus oficiantes) mientras trabajaba codo con codo con Lucia. "Tenía un carácter muy violento", rememora. "Sus dos frases favoritas eran 'Me cago en mi padre' y 'Menudo gilipollas, con lo grande que es Europa'. Pero era un artesano del cine y yo me divertí mucho".

El actor, retratado en Madrid por Enrique Cidoncha en abril de 2019


De carácter lúcido, crítico y libérrimo, Blanch presume en este minidocumental de "haber tenido mucha suerte y haber recibido muchos regalos en la profesión". Los últimos son apariciones televisivas tan relevantes como El ministerio del Tiempo, la serie de Movistar+ Nasdrovia o su larga presencia en Amar es para siempre, una época extenuante "en que cada noche solo tenía tiempo de encargar pizza para cenar y me quedaban apenas cuatro horas para dormir". "Siempre he dicho lo que se me ocurre", presume ante nuestras cámaras, aunque en los tiempos difíciles ello le acarrease algunas dificultades. Como sus atrevimientos durante el rodaje de La gran familia (que le coincidió con el servicio militar y durante el que sufrió algún "arresto importante") o un sonoro encontronazo con la censura que le obligó a replantearse una obra en su práctica totalidad a 24 horas escasas de su estreno.

 

Su inolvidable Jeromín, con solo 12 años (Luis Lucia, 1953)

Como el distinguido y adulador Patricio en 'Amar es para siempre' (2012-14)


"No voy a pedir perdón por vivir como quiero", concluye Jaime Blanch en este documento delicioso, en el que revela su gran aprecio por las jóvenes generaciones de actores y explica sus montajes teatrales para dinamizar la vida cultural de Olot y su comarca. Pero todo ello, insiste, sin dejar de "vivir el día a día" ni de disfrutar de los placeres cotidianos. "Eso de morirse en un escenario es una ordinariez", ironiza con su ingenioso verbo cáustico. "No jodamos, hombre. ¿Acabar tus días escuchando eso de 'Hay un médico en la sala'? Hay que morirse en casa o donde se pueda, pero no trabajando".


Versión imprimir