ASIA MARTÍN (Vídeo) / FERNANDO NEIRA (Entrevista)
Aún hoy se emociona Luis Varela al recordar el primer bocadillo de jamón que pudo comerse con el dinero obtenido por su trabajo como actor. Fue en una cafetería de Viena Capellanes, él tendría apenas 10 años y le acompañaba su añorado hermano Emilio, al que todos recordamos como el pianista en aquel programa matutino pionero de Jesús Hermida. Es solo una de las anécdotas que el carismático actor recuerda en una nueva entrega de Mucha vida que contar, la serie de minidocumentales a cargo de Asia Martín y Fernando Neira con la que la Fundación AISGE reivindica la memoria y las vivencias de sus artistas más longevos.
Varela relata ante las cámaras de AISGE algunos de los episodios más significativos de una trayectoria fructífera y prolongada, tanto como para que aún sean muchos los que le recuerden con el apelativo con el que siempre le mencionaban, de chavalillo: Luisisto Varela. “Nunca me ha faltado el trabajo. He vivido de mi profesión generosamente”, se confiesa el que fuese “niño espabilaíllo” que empezó frente a las cámaras y en los estudios de doblaje de la mano de Doroteo Martí o Fernando Fernán-Gómez. Ganó así para su causa el cine español a un muchacho que parecía destinado a seguir camino musical: se le daba muy bien el piano (como demuestra a día de hoy en esta grabación) y con el tiempo haría sus pinitos en el mundo de la zarzuela y de la música ligera, incluso en la faceta de compositor para los festivales de Benidorm o Palma de Mallorca.
Esta nueva entrega de Mucha vida que contar refleja el paso de Varela por un programa musical pionero en la historia de TVE, Escala en Hi-Fi, dirigido por el mítico Fernando García de la Vega y que reportó al entonces ni veinteañero una popularidad casi en los estándares de la beatlemanía. Y mientras, fueron llegando los trabajos de la mano de grandes realizadores de nuestro cine, desde Pedro Lazaga y José Luis Sáenz de Heredia a, en años ya de madurez, Álex de la Iglesia y José Luis Garci. “Hablamos del cine español con timidez. No nos atrevemos a decir nada, cuando es buenísimo”, reflexiona nuestro protagonista.
Este capítulo de Mucha vida que contar termina haciendo escala, imperativamente, en Gregorio Antúnez, ese jefe gruñón pero de trasfondo entrañable de la serie Camera Café, que le reportó otro periodo de enorme popularidad al comienzo del nuevo siglo. El minidocumental permite recordar de primera mano su latiguillo emblemático en aquella ficción (“¡A la puta calle!”) o conocer a los dos hijos de Varela, Cristian y Luis. El primero, un reputado DJ de música electrónica, termina incluso haciendo una aparición estelar desde Londres en este vídeo. Y compartiendo con el espectador las “principales enseñanzas” que su padre le ha legado. Es muy emocionante escucharlas de sus propios labios. Como la emoción de don Luis cuando rememora, bocata en mano, a aquel tierno, esforzado y angelical Luisito…