#MuchaVidaQueContar
María Luisa San José
Una musa del cine en lucha permanente
Esta madrileña de Lavapiés es una figura clave del cine español. Lo certifica el título de “musa de la tercera vía” que los estudiosos le otorgaron por aquellas películas de la Transición que utilizaban el humor para engrasar reflexiones. Su personaje arquetípico –mujer valiente y luchadora dispuesta a acelerar los cambios que se avecinaban– podría ser un calco de ella misma. Aquí repasa su inmensa trayectoria, marcada por el firme atrevimiento de no conformarse nunca y aspirar siempre a hacer “cosas cada vez más importantes”, lo que implicó una batalla perenne contra el encasillamiento al que los directores la condenaban por su envidiable físico. “Esa ha sido mi lucha continua”, suspira. Y su testimonio en este minidocumental deja constancia
ASIA MARTÍN (Realización, vídeo y montaje)
JUAN ANTONIO CARBAJO (Guion y redacción)
María Luisa San José (Madrid, 1946) se recuerda artista casi desde que tiene memoria, cuando con cuatro o cinco años iba con su padre a los tablaos. “Y yo, una criaja, me ponía a bailar y a mover la manos”, comenta en el arranque del minidocumental que le dedica la Fundación AISGE. Sus sueños se alimentaban en los cines de Lavapiés adonde la llevaba su madre (“ha sido mi norte en cuanto a lo artístico”) y se convirtieron en convicción cuando empezó a trabajar en los laboratorios de Madrid Film revelando películas de clásicos del cine español… “Yo decía: definitivamente quiero ser de esto, pero dentro”. Estaba en el departamento de blanco y negro y compartía los anhelos artísticos con otro muchacho que laboraba en el de color, Emilio Gutiérrez Caba.
San José era una adolescente que destacaba por su belleza. Ganó un castizo concurso, La Casta y La Susana, que le abrió las puertas de la publicidad: licores, turrones, aceitunas… “Pero yo quería hacer teatro”. El espíritu inconformista de la actriz habría mandado avanzar. Consiguió un papel en una comedia musical, Golfus de Roma (1965), con Tip y Coll, y enseguida, gira y película con Antonio Garisa; obras con sus “profesoras”, Mari Carrillo e Irene Gutiérrez Caba; dramáticos en televisión… “Yo iba escalando y haciendo cosas cada vez más interesantes”.
Y llega el final del franquismo. “Nos empezaron a desnudar, si no a todas, a casi todas, y si te desnudaban, ya eras una actriz frívola”. Aquella etiqueta amenazaba toda su trayectoria pasada y futura. San José reflexiona en el video sobre la batalla continua que tuvo que dar a partir de ese momento para que los directores la vieran más allá de su físico. Y lo ilustra con la anécdota de su frustrado anhelo de trabajar con Elías Querejeta, “que era como el intelectual”, y que la descartó porque creía que su aspecto no daba para hacer de campesina. “Tener esa imagen de mujer hermosa te dificulta, pero porque los directores no saben verte”.
Algunas de las películas que protagonizó en esa época, como Los nuevos españoles (1974) o Hasta que el matrimonio nos separe (1977), forman parte de una corriente fílmica, liderada por el productor José Luis Dibildos, “que era un auténtico reflejo de su época”, explica en el vídeo Ana Asión, profesora de la Universidad de Zaragoza y autora de La Tercera Vía del cine español. “María Luisa San José interpretó aquella mujer valiente, luchadora, que en aquellos momentos quería dar un paso más dentro de las sociedades españolas”, explica. “Era hacer comedia con contenido social. Gracias a esas películas. Soy lo que soy, sí soy algo”, remata San José.
“Era un momento histórico y estoy orgullosa de haber vivido esa Transición, donde también hubo momentos duros. Yo estuve detenida por defender los derechos de los actores”, rememora. Otro estigma más que cayó en forma de etiqueta sobre su imagen pública: “Yo era un batiburrillo de señora guapa, maravillosa, trotskista, leninista. En fin, momentos difíciles”.
Avanzado el relato, San José vuelve a su frase fetiche. “Yo quería más”. Entonces llega Miguel Narros con un García Lorca, Así que pasen cinco años (1978). “Una de las obras más interesantes que he podido hacer”. Y la lista crece con un Calderón para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, un Lope con Narros, un Shakespeare con John Strasberg. “Personajes que yo siempre había soñado”. La sombra del desnudo parecía quedar atrás. “Aunque siempre ha existido”.
La actriz se declara ahora “una mujer muy ocupada”. Su gen luchador sigue vivo, algo que saben en la Plataforma de Mujeres Artistas contra la Violencia de Género, Acnur, la fundación Vicente Ferrer o en la ONG Business Professional Women, “una organización que empodera a las mujeres”. "Trabajo bastante, pero por placer. Solo me falta seguir haciendo algo de mi profesión y seguramente haré alguna cosa”. San José sigue queriendo más.