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#MuchaVidaQueContar

 

Los minidocumentales de la Fundación AISGE

 

 

 

 

 

Mary Paz Pondal, las inquietudes que bullían tras un físico imponente y la fama estratosférica

 

 

 

Su prematuro debut en el cine logró el Oso de Oro en Berlín. Trabajó para Luis Buñuel. Hasta que el destape lo empañó todo. Trabajó duro por reinventarse en el teatro, su refugio, donde ha alcanzado sus metas

 

 

 

 

     

            

Edición y realización: ASIA MARTÍN

"La etapa de los poetas". Así bautiza las asturiana Mary Paz Pondal el mejor período de su existencia, que se prolonga felizmente durante las últimas tres décadas. Sus espectáculos teatrales sobre Lorca, Antonio Hernández y Machado le han brindado el tipo de éxito que esperó a lo largo de una larguísima trayectoria que emprendió de adolescente. Esperaba junto a su madre al director de la escuela de Arte Dramático cuando en la sala apareció el cineasta César Fernández Ardavín. Y a los pocos días estaba rodando El Lazarillo de Tormes (1959), ¡Oso de Oro en Berlín!


Poco tiempo después le ofrecerían encabezar una película con Alain Delon, pero como debía mostrarse desnuda... la rechazó. Ahí surgió su decepción, aunque transigiría en otros largometrajes: "Me siento un poco insatisfecha. El cine me ha utilizado más físicamente que como actriz. El destape lo sufrí mucho. Me acostumbré a enseñar el pecho, pero nada más, pues tanto la educación de las dominicas como la de mi madre seguían estando ahí".



Junto a Fernando Rey, en 'Tristana' (1970)


No obstante, hubo episodios de fulgor en su paso por la gran pantalla. "¡Sigo cobrando de todo el mundo por esa película!", celebra en un instante de este minidocumental, en alusión a la buñueliana Tristana (1970). Relata Pondal que su popularidad a finales de los setenta y comienzos de los ochenta fue comparable a la del mismísimo presidente Adolfo Suárez. Lo cierto es que tiempo no le sobraba: por la mañana tenía rodajes, levantaba el telón por la tarde y, llegada la noche, los programas de televisión copaban el resto de su agenda. Cambiaría entonces la fama por la aventura empresarial al inaugurar un café-teatro llamado El Jaleo, que sería el paso previo a regentar su propia compañía con el director Fernando Pereira durante más de una década.


Y de ahí, a escribir textos y a estrenarlos por medio mundo. "¡Miguel Hernández es la poesía! ¡Y Mary Paz Pondal, la poesía hecha mujer!", le espetó desde el patio de butacas un mandatario de Latinoamérica. Hoy su prioridad es inventar historias para el público infantil, como el reciente cuento Pipo. En efecto: Mary Paz Pondal tenía, y sigue teniendo, mucha vida que contar.

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