#MuchaVidaQueContar
Perla Cristal
El fuego del Caribe que incendió España
Mucho antes de las apoteosis futboleras, la Cibeles fue conquistada por la polifacética y políglota artista bonaerense, que en 1963 decidió celebrar encaramada a la diosa su recién adquirida nacionalidad española. La actriz, cantante, bailarina y acróbata emprendía entonces una carrera prolífica: intervino en cerca de 75 películas, abrió el debate del destape cuando enseñó el pecho con Franco aún vivo, visitó los calabozos por deslizar morcillas políticas y presumió de madre soltera. “Yo siempre he pensado que la gente tiene que hacer lo que quiera”, resume a sus 93 años en el minidocumental que le dedica la Fundación AISGE, un homenaje al que se suman sus compañeros de cartel Raphael, Manolo Cal y Luz Casal, que debutó con ella
ASIA MARTÍN (Realización, vídeo y montaje)
JUAN ANTONIO CARBAJO (Guion y redacción)
Perla Cristal nació en Buenos Aires (29 de septiembre de 1931) predestinada a ser artista. Le pusieron un nombre con relumbrón, herencia de “la abuelita Perla”, y su madre, una emigrante polaca, hizo el resto. “Por ella soy lo que soy. O he sido, claro. Me llevó a sitios para que aprendiera a cantar y a bailar”, relata. Y lo hizo en contra de la opinión de un padre “sinvergüenza y putero” que convirtió su infancia porteña en algo “terrible” hasta que una ambulancia se lo llevó un día por delante y la liberó. Perla se convirtió en Mayra, el fuego del Caribe. “Bailaba, cantaba canciones alegres y ya iba vestida bastante para que guste. Entonces era el fuego del Caribe y de muchos sitios, tenía un cuerpazo impresionante”, cuenta sin pizca de rubor en el minidocumental.
A finales de los cincuenta, su marido la propone abandonar una Argentina convulsa. Pero en 1962, al poco de instalarse en España, el hombre enferma y muere. “Era una persona increíble. Ahora, con mi edad, no he conocido a otra persona parecida”, recuerda. Perla se quedó sola en la conquista de un país nuevo y desconocido. Todo un desafío para “la mujer valiente” que ha sido.
“Tuve la suerte de que me contrataran en el circo Price, hacía bailes acrobáticos. Allí me vio Jesús Franco y empecé a hacer cine. Hacía de mala… y siempre me mataban”, cuenta siempre risueña y escoltada permanentemente por su perra. Se convertirá en un nombre habitual en los repartos de los sesenta y los setenta, sobre todo en las coproducciones. “Decían: ‘llamad a la Cristal, que sabe inglés; llamad a la Cristal, que sabe francés…”, explica, antes de empezar con las anécdotas. Recuerda la dureza del rodaje de Las 7 magníficas (1966), con Anne Baxter, o el de El tulipán negro (1964), con Alain Delon, con el que la emparejaron porque la llevó a casa en coche.
“A mí me sacaba mucho la prensa porque trabajaba mucho. Y tenían que hablar de mí”, justifica. Y aprovecha para releer en cámara algunas de aquellas noticias, como el asedio con beso a La Cibeles al que se había comprometido si conseguía la nacionalidad española.
Perla Cristal nunca abandonó su faceta musical. Grabó dos discos y cantó en películas, cafés teatro y musicales. Recuerda los años en los que no iban mujeres a las salas de fiesta y tenía que actuar ante un público eminentemente masculino. Raphael interviene en el vídeo para recordar su encuentro en el filme Sin un adiós (1970) y Luz Casal lo hace para rememorar cómo, al poco de llegar a Madrid, coincidió con Perla Cristal en Las divinas (1978): “Ella y su madre me tenían en palmitas”. “Sí, Luz Casal empezó conmigo”, refrenda la actriz con orgullo.
A mediados de los setenta su carrera se alborota. “Yo fui la primera que mostró una teta en el cine. Cuando hice El chulo [1974] me dijeron que si quería salir desnuda. Y dije: bueno, si me pagan bien. Y me pagaron bien. En esa época Franco estaba vivo. Todo no fue maravilloso, hubo amenazas de muerte”. Un tal Comité de Moralidad Pública (Perla cree que estaba integrado por mujeres) la persiguió. Aquel episodio abrió un debate nacional en torno al destape. Al año, acaba en el calabozo por introducir morcillas políticas en la representación de La maja desnuda de Cáceres, una parodia sobre la ocurrencia de un policía cacereño que ordenó retirar de un escaparate una reproducción de La maja desnuda de Goya que consideró inmoral. “Un compañero nos traicionó. Era actor y policía, que entonces había de muchos de esos en los teatros”, explica. En el vídeo deja muchos más detalles del episodio.
Y en medio de esas turbulencias tuvo a su única hija, Rebeca, que también interviene en el documental. “Mi madre siempre cuenta que ella decidió tener un hijo y que mi padre pasaba por allí”, comenta. De alguna manera, ella es la responsable de mantener vivo el recuerdo de Perla a través de la cuenta de Instagram @therealperlacristal. “Ha sido todo un descubrimiento la cantidad de gente superjoven que la sigue, que la tiene como una especie de diva del fantaterror por las películas que hizo con Jesús Franco”. Aquellos papeles de mala que rodó mientras, curiosamente, tenía presente Rebeca, la película de Alfred Hitchcock.