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#MuchaVidaQueContar

Los minidocumentales de la Fundación AISGE

 

 

Teresa Gimpera, la niña de la guerra que se hizo actriz por accidente

 

Conoció el exilio, y lo recuerda. Empezó haciendo publicidad y la fichó Gonzalo Suárez al pie de un desfile para Pertagaz. Alucinó con Vittorio de Sica, se enfadó con Garci y el cine de destape y hoy sigue tan fresca

 

 

 

Vídeo y realización: Asia Martín

Entrevista: Fernando Neira

Nació en la Barcelona de 1936, para qué andarse con chiquitas. Y en consecuencia conoció de muy, pero que muy niña los sinsabores del exilio por tierras francesas. Le tocó vivirlo en aquellos años que nuestra memoria no llega a registrar, pero el impacto fue tan hondo que era capaz incluso de dibujar con detalle la ínfima habitación de hotel en la que dormían. Ella, su hermana y su madre, compartiendo camastro. Además de otro chiquillo, adoptado por la familia, y al que acomodaban… en el cajón de la cómoda.

 

Son algunas de las vivencias que rememora la imprescindible Teresa Gimpera en una nueva entrega de Mucha vida que contar, la serie de minidocumentales con los que la Fundación AISGE honra la trayectoria de sus socios y socias más longevos y venerables. En el caso de Gimpera, su desembarco en el cine fue a través de la publicidad: era una muchacha rubia y atractiva a la que habían acertado a descubrir en una agencia para un anuncio del jabón Vim. Pero reparó en ella Gonzalo Suárez, fue a esperarla a la salida de un desfile para Pertegaz y le propuso un debut cinematográfico, Fata Morgana, que en realidad era casi una autobiografía.

 

La generosidad de Teresa a la hora de abrirnos las puertas de su casa nos ha permitido conocer detalles humanos entrañables, como que estudió en casa de la mano de su madre, en lo que llamaban La Escuela de las Cuatro Mesas. Y su repaso profesional ante nuestras cámaras abarca vivencias, recuerdos y reflexiones en torno a Vittorio de Sica (“el director más expresivo que he conocido, casi te hacía la escena”), Vicente Aranda, Jorge Grau, Antonio Mercero o Pedro Lazaga, “que estuvo a punto de morir en la guerra y repetía la expresión ‘La vida es bella’ a cada rato”. Capítulo aparte merece el caso de José Luis Garci, con el que grabó la imprescindible Asignatura aprobada pero que le dejó un sabor agridulce. “Decidió doblarme mi voz, como hacía a menudo, pero cuando lo descubrí en el estreno de la película… me enfadé un poco”.



Entre las amigas y admiradoras de Gimpera hay dos imprescindibles, la fotógrafa Colita y la también actriz Teresa Lozano, que aportan aquí sus reflexiones sobre nuestra protagonista. Otras joyas del minidocumental son el embarazoso episodio de Teresa como presentadora del Festival de Benidorm de 1976, que resultó muy comprometido. O el día en que, abochornada por los argumentos del llamado “cine del destape”, decidió abandonar su trabajo para la gran pantalla. Aunque ha protagonizado alguna participación puntual y, sobre todo, ha seguido gozando de gran presencia televisiva, sobre todo en TV3.

 

Como colofón, Teresa nos hace partícipes de su flechazo con Craig Hill o su empeño visionario en abrir el club Bocaccio, que se convirtió enseguida en “una revolución interesante” en el mundo de la noche barcelonesa. Y no se pierdan su pícara reflexión final sobre cómo es el día a día de su atareada vidaa los 85, con salidas con amigos, el entretenimiento de las labores de lana… y alguna otra cosilla más…

 

 

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