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07-04-2015

 
Nazaret Jiménez Aragón 

“No paro de aprender de Resines. Ayuda a hacer fácil lo difícil”


Tras colarse en los hogares de media España al lado de la familia Alcántara, ahora vive otro momento dulce: ha regresado a la televisión por la puerta grande y pronto estará pisando las tablas


HÉCTOR MARTÍN RODRIGO
El de esta actriz constituye un ejemplo más de que Málaga es últimamente una tierra ligada al éxito. En los pasados Goya dos paisanos suyos, Dani Rovira y Antonio Banderas, alzaron sendas estatuillas por carreras bien distintas: una que brota con la mirada puesta en un futuro prometedor y otra que lleva ya tiempo consolidada a escala mundial. A Nazaret Jiménez Aragón su premio de este año le ha llegado en forma de papel destacado para la disparatada Aquí Paz y después Gloria, estrenada en Telecinco el 24 de marzo, cuando logró rozar los cuatro millones de espectadores y un 21% de share.

   En la pequeña pantalla la vemos como la novia poco avispada de un constructor que pretende huir con ella a Brasil tras perpetrar una estafa monumental. ¿Cuáles son sus señas de identidad? Una melena rubia, un Mini rosa chicle, una afición indisimulada al lujo y un aspecto provocador que la asemejan a una perfecta Barbie. Pero el plan paradisíaco de la pareja se tuerce por culpa de unos torpes delincuentes gallegos que los persiguen para recuperar el dinero que les debe el canalla. “Estamos muy contentos con los frutos que recoge ahora la serie. Si somos líderes de audiencia, es por algo”, sentencia.
 
 

 
 
   Este nuevo personaje condensa un talento cultivado a conciencia desde que descubrió su vocación, con solo cinco añitos en una función donde también intervenía su tía, que se licenciaba entonces en la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga. Curtida en sus inicios con el teatro de calle que ofrecía la compañía sevillana Los Ulen, esta misma primavera se reencontrará con el público de butaca, el que se acerque hasta el Alfil de Madrid. Aún recuerda su debut cinematográfico de la mano de Chus Gutiérrez, que en 2002 la escogió como adolescente rebelde para el largometraje Poniente. Sin embargo, su gran trampolín ha sido el televisivo, con estas producciones a las espaldas: 22 capítulos de Cuéntame, comparecencias puntuales en Hospital Central y La que se avecina, además de las andaluzas Arrayán o Padre Medina.
 
− ¿Cuál es el hilo conductor de ‘Aquí Paz y después Gloria’?
− Trata sobre dos gemelos a los que pone cara Antonio Resines: Paco (un estafador sinvergüenza) y Ángel (un cura comprometido). Cuando las tropelías del primero empiezan a ver la luz, aprovecha un accidente para hacerse pasar por su ejemplar hermano y escapar así de la justicia.

− Usted encarna a Gloria. ¿Cómo la define?
− Se gana la vida trabajando como secretaria de Paco, con quien cree estar prometida, pero él en principio no tiene intención de casarse. Es divertida, siempre está en su mundo y vive feliz así, aunque para ello tenga que olvidar casi al momento todas las jugarretas que le hacen. No tiene rencor ni doblez. Coqueta y consumista empedernida, manifiesta abiertamente ante Paco su afán por convertirse en esposa de un millonario, ya que le vende la idea de que es rico y triunfador. A pesar de que puede parecer boba, será la primera en darse cuenta de cosas importantes y sabrá reaccionar rápidamente a los acontecimientos, sin desprenderse de la positividad que la caracteriza.
 
 
 

 
 
− ¿No le impuso la noticia de que iba a codearse con Antonio Resines? Él conoció la popularidad con las series ‘Los Serrano’ o ‘A las once en casa’, así como con películas de la talla de ‘Amanece, que no es poco’ y ‘Celda 211’…
− Siempre le he admirado, así que sentí una alegría enorme, pero también responsabilidad. Eso sí, en ningún momento me dio vértigo, más bien todo lo contrario: tenía la seguridad de saber que con él se haría un producto de calidad.
 
− ¿Cómo es grabar junto a él?
− Un auténtico lujo. Casi todas mis apariciones son a su lado: no paro de aprender de él ni de reír con sus bromas. Sabe crear un ambiente profesional y también distendido, lo cual agradezco mucho a la hora de interpretar a mi personaje, que resulta más complejo de lo que en principio parece. Resines ayuda a hacer fácil lo difícil.
 
− ¿Cuál es la principal lección que le ha transmitido en tantas horas compartidas?
− Que pese a lo duro que es este oficio, el esfuerzo siempre tiene recompensa. Es un trabajador incansable, detrás de su energía positiva hay sacrificio. Y tratándose de un artista tan consagrado, me llama la atención su cercanía y compañerismo.
 
Antes ya había coincidido con Imanol Arias, Juan Echanove, María Galiana, Lluís Homar, Cesáeo Estébanez, Ana Fernández… ¿Hay algún consejo que le hayan dado esos experimentados compañeros y que no se enseña en las escuelas de Arte Dramático?
− Me viene a la memoria uno de Juan Echanove: “Esta es una profesión de fondo. Ten constancia y persiste, confía en tu talento y jamás tires la toalla”. A lo largo de mi trayectoria he tenido la suerte de poder conocer a grandes nombres, entre ellos también Antonio Molero y César Sarachu, con quienes se me verá compartiendo pantalla en esta nueva ficción. Se aprende trabajando, y si es con actores de categoría, el aprendizaje termina siendo doble. ¡Me considero una privilegiada!
 
 

 
 
− También se trae entre manos un montaje teatral… ¿Qué nos puede adelantar?
Se titula El vampiro de la calle Claudio Coello, una comedia muy original de Juan Ignacio Luca de Tena y Luis Escobar que estrenaré el 18 de junio en el Teatro Alfil madrileño junto a la compañía Teatro del Barro, a cuyo mando se encuentra es Nacho Marraco. Seré coprotagonista con otro grande del gremio: Luis Callejo. ¡Menos mal que entre las grabaciones de la serie he tenido he tenido tiempo para los ensayos de la obra! Espero que guste mucho.
 
Haber compaginado dos proyectos tan dispares permite comparar. ¿Prefiere los platós o los escenarios?
− No elijo entre cine, teatro o televisión, me apasionan los tres. Aunque obviamente tienen la verosimilitud como base común, el proceso resulta distinto según el medio: el cine exige precisión ante una cámara que capta todo con detalle, el teatro concede el privilegio de notar en directo la energía del público como compensación a una mayor labor física, mientras que la rapidez de la televisión convierte la agilidad en requisito imprescindible.
 
− Durante dos temporadas engrosó el reparto de ‘Cuéntame cómo pasó’. ¿Cómo recuerda al desaparecido Roberto Cairo?
Con gran cariño y admiración. Era un actor sumamente natural y tenía talento de sobra, la espontaneidad y el esmero con que acometía su trabajo hacía que fuese un placer verle. Compartimos numerosas secuencias y siempre fue un excelente compañero. Luego volvió a demostrármelo al presentar un recital de poemas que organicé el año pasado, cuando sorprendió a los presentes con el rap que se marcó. ¡Qué creador tan completo! La verdad es que su fallecimiento nos pilló a la mayoría por sorpresa: quiso mantener en secreto que le habían diagnosticado un cáncer de pulmón ya muy avanzado.
 
 

 
 
Acerca de Loli, su papel en esa longeva ficción de TVE, dijo que aportaba un toque de humor. Y lleva ya unas semanas arrancando risotadas con ‘Aquí Paz y después Gloria’. ¿Se considera especialmente hábil para la comedia?
− Me considero dotada para la interpretación. Me halaga que me elijan para defender papeles divertidos, pues pienso que la comedia es lo más difícil de hacer. Todo buen actor cómico es, por fuerza, buen actor dramático. Existen innumerables ejemplos, como los de Tom Hanks en Hollywood o Carmen Machi en el panorama español, por citar solo dos. 

− Entonces no encontrará problemas con el drama…
− Me siento cómoda en los dos registros, simplemente requieren técnicas diferentes. Cada uno tiene su propia organicidad, su propio lenguaje. Nuestro trabajo como intérpretes consiste en dominarlo todo.
 
− Su inolvidable Loli protagonizó varias escenas subidas de tono donde se la vio ligera de ropa. ¿No le dan apuro ciertas situaciones?
− No. Estudio cada personaje, lo comprendo, me pongo en su piel. Solo así puedo darle vida. Por eso queda fuera cualquier pudor.

− Tanta sensualidad respondía al sueño artístico de esa joven llegada a Madrid desde su pequeño pueblo: ser actriz de destape. Y entretanto se ligaba al chico de su prima. Representó entonces la emancipación de la mujer, al igual que hizo luego en ‘Padre Medina’ con su sacristana, un empleo tradicionalmente de hombres. ¿Es tu actual Gloria tan echada para adelante?
− ¡Sí! Realmente es una superviviente, hay mucho por descubrir de ella a lo largo de la temporada, sorprenderá a la audiencia.

− Como malagueña, ¿presume de los proyectos audiovisuales que se forjan en su tierra? Porque dos de las cintas favoritas de 2014, ‘La isla mínima’ y ‘El Niño’, han tenido sello sureño. Y hasta ‘Ocho apellidos vascos’ se ambienta parcialmente en Sevilla…
− Estoy orgullosa de todo lo que conseguimos en Andalucía y de lo que vamos a conseguir. Me he alegrado muchísimo por las victorias más que merecidas de mis paisanos. Esa mezcla de alegría y supervivencia propia del carácter andaluz forja personas creativas, por eso es cuna de tantos artistas reconocidos internacionalmente en todas las disciplinas.  

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