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16-05-2013

 
 
PEPÓN NIETO

“Podría escribir un libro con los comentarios de la cola del supermercado”

"Actuar es copiar la vida", sostiene este malagueño que hace 20 años apareció por primera vez en la tele. Hoy salta del escenario al cine e invierte sus ahorros como director teatral
 


JAVIER OLIVARES
Reportaje gráfico: Enrique Cidoncha
Da la vuelta al mapa con Mitad y mitad, una comedia negra en la que comparte escenario –y negocio– con el también televisivo Fernando Tejero. Cita hora y media antes de la función, cuando más se le acelera el pulso, el ingenio y la lengua a este malagueño de 46 años. Un tipo normal, que se gana el afecto precisamente por eso, desde que se asomó por primera vez a Farmacia de Guardia.

– ¿El sur concede dotes para la comedia?
– [risas] Hombre, Fernando es de Córdoba… pero hay actores buenísimos de otros sitios. Existe una cantera de grandes actores en Málaga, desde el mismo Antonio Banderas, igual que Cádiz da buenos escritores, que se manifiestan incluso en los letristas del carnaval. Son casualidades.

– ¿Se palpa la gracia en la calle?
– Sí, sobre todo en Cádiz. Soy malagueño (orgulloso), pero tengo casa en Cádiz, además de muchos amigos. El acento es parecido y nos entendemos bien. Podría escribir un libro con los comentarios en la cola del supermercado, en el bar… Actuar es copiar la vida y sacar información que luego sirve para los personajes.

– ¿Por qué dice que una comedia tiene tanta fuerza como cinco pancartas?
– Sin quitar mérito a la gente que se echa a la calle en mareas de todos los colores que tienen todo mi apoyo, es cierto que diciendo las cosas con humor llegan más.


– ¿De qué personaje de su carrera está más orgulloso?
– Supongo que del último. Y Cucho, de El tiempo de la felicidad: era tan lejano a mí que me encantaba. Es una historia sencilla, de emociones, de personajes. La vi hace poco y ha envejecido muy bien. Estoy orgulloso, porque en ella conocí a Manuel Iborra y Verónica Forqué.

– ¿Aún le llaman Mariano, como su personaje en ‘Los hombres de Paco’?
– Sí, de vez en cuando. La gente muy televisiva quizá me conozca solo por ese nombre. Pero lo de los encasillamientos es cosa de los periodistas…

– Es un encasillamiento con gusto, en cualquier caso…
– Uno trabaja por su físico y yo no puedo hacer los personajes que hace maravillosamente Eduardo Noriega, por ejemplo. Ni él los míos. Como no es la primera ni la última serie que haré, siempre te asocian a alguna. También me llamaron José Antonio, como el becario de Periodistas.

– Por cierto, aparte de su madre cuando se enfada, ¿alguien le llama José Antonio, su nombre de pila?
– Me llama siempre así, Jose [lo entona con acento grave, no agudo]. Desde joven me llamaron Pepe y me quedé con Pepón al coger peso. Ella llegaba a colgar el teléfono cuando preguntaban por mí: “Aquí no vive ningún Pepón”.

– ¿Qué tal llevaron en una familia de restauradores que se apuntara a aquel taller de teatro?
– Al principio lo consideraban una gilipollez. Era un curso de la Universidad Laboral, en mi pueblo [San Pedro de Alcántara]. Aprendimos a hacer teatro de calle con los Sin Volantes de Granada, una compañía de este género. Yo había ahorrado trabajando en el bar de mis padres para venirme a Madrid. “Cuando gaste el dinero y se pegue la hostia, ya volverá”, se decían.

– ¿Alguien les susurró: “Es que el niño vale”?
– No lo sé. María Luisa Ponte, que tenía una casa cerca del restaurante familiar y era amiga de mi madre, vino a verme a una obra que hicimos en el pueblo y les insistió para que me dejaran. Me presentó incluso a su representante, Ramón Pilacés, que en principio no quiso nada conmigo...

– Y usted, ¿cuándo se dio cuenta?
– Aún no lo tengo claro [risas]. No tenía vocación continuada de nada. Quise ser médico, camionero, periodista. Me he ido tomando en serio lo de ser actor según he ido trabajando. Cada vez tengo más respeto y más miedo a esta profesión. Se me pone a cien el corazón antes de empezar.


– ¿Podría vivir de los fogones?
– No creo. Pero desde mi abuela, cocinera de unos ricos de Marbella, en casa lo hemos mamado. Mis hermanos siguen con la tradición.

– ¿Con qué deleita a las visitas?
– El otro día vinieron mis amigos Hugo [Silva] y Antía y les hice una fabada. Y el gazpachuelo malagueño, la tortilla de habas de mi madre y las sardinas a la teja de mi padre también me salen buenos.
 
El día de la entrevista se publican las cifras oficiales del teatro en el año 2012: casi 1,8 millones de espectadores menos que el año anterior. Pepón se pone serio. “También algunos espectadores ignoran que la mayoría de los empresarios y productores, como Fernando y yo, estamos asumiendo el IVA. Las entradas no han subido ese 21 por ciento. Pero el poder adquisitivo se ha devaluado tanto que la gente no va al teatro”. 

– Para un actor, ¿el teatro es volver a la esencia?
– Es su forma de vida. Los que vinimos de esto necesitamos volver. Soy culo inquieto y cuando estoy en tele o en cine, quiero hacer teatro. Es un medio que podemos manejar. En el cine y la tele dependes de una llamada. En el teatro puedes ser el motor de un proyecto, buscar una función con mayores medios o riesgo.

– ¿Ha tenido usted alguna mala racha?
– Sí. Salgo de una. Siempre había trabajado con mucha continuidad, y ahora he estado casi un año sin nada. Arriesgar mi poco dinero en una función es un riesgo. Mi inquietud me invita a generar. Han bajado mucho los sueldos… pero me da vergüenza quejarme cuando está el teatro lleno todos los días.

– ¿Por qué cae usted bien a todo el mundo?
– No lo sé… Si me conocieran, igual no me querrían tanto [sonríe]. Igual es el rictus, quizá que los gorditos caemos bien… quizá porque todos mis personajes tienen un fondo bueno aunque hagan barbaridades. Cuando se emitía Periodistas, Daniel Écija, productor de la serie, me llevó a una charla. Me presentó así: “Pepón Nieto es un actor que pega una hostia a un niño y te pones parte de Pepón”.

– Y por caer bien, ¿le abrasan mucho a las 4 de la mañana?
– Como a todos. Salgo mucho con Hugo [Silva], porque con Mario Casas no se puede ni salir. Y con Miguel Ángel Silvestre nos sacó la policía de un restaurante. Pero la gente es muy amable conmigo.
 
 

 
 
Los hombres de Álex
Otra vez policía

Álex de la Iglesia ultima el montaje de Las Brujas de Zugarramurdi, en la que Pepón Nieto vuelve a hacer de policía. Secun de la Rosa, Hugo Silva y Mario Casas completan un reparto magnético y mediático con cifras de superproducción: hasta mil extras participan en algunas escenas del aquelarre. “Será una película de palomitas. Y eso que le falta mucha postproducción”. Al actor malagueño se le disparan los elogios al director, con el que ha hecho una especie de máster acelerado: era la primera vez que asistía a un rodaje en croma, por ejemplo. “Álex rueda como Dios. Coloca la cámara con tino, disfruta trabajando y te mete en su mundo, que empieza con un story board perfecto. Y te convence: el primer día me hizo repetir un sprint cuesta arriba 14 veces”. La presentación de la película está prevista para el festival de San Sebastián, 19 años después de su primer papel, en Días Contados. “Aunque la película de Uribe era un rodaje menos ambicioso que este, coinciden en el ánimo y la forma artesanal. Cambian los juguetitos, el helicóptero con cámara, y la postproducción. Pero el cine, en esencia, es el mismo”.
 
 

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