Rostro habitual de nuestra televisión desde los tiempos de 'Al salir de clase', sigue formando parte de esa "clase media" de actores: ha llenado su currículum con numerosos títulos de éxito, pero sin haber alcanzado la popularidad masiva. Y estar en ese limbo también tiene sus inconvenientes. Últimamente hemos visto en la serie 'Yo, adicto' a este artista que tuvo clara su vocación desde la infancia y que contó con la inestimable compañía del cine durante su (algo complicada) adolescencia. Nos recuerda que sus primeros pasos fueron teatrales, en el que encontró la motivación para mejorar como estudiante y liberar ese "potencial salvaje" encorsetado por los años de colegio. Aunque ha conocido momentos de desierto profesional, ha preferido dedicarse temporalmente a otros empleos antes que aceptar papeles por desesperación. Eso sería traicionar el impulso, todavía intacto, que le movió a ser actor.
Se considera una "cazatalentos". Muestra de ello es su participación en el corto '7:35 de la mañana', dirigido por Nacho Vigalondo cuando todavía era desconocido. Y gracias a esa pieza ambos se plantaron en la gala de los Óscar. Para entonces, ella llevaba una década actuando ante las cámaras, desde su debut en 'Farmacia de guardia' junto a Carlos Larrañaga a mediados de los noventa. Muchos considerarán que la suya es una trayectoria ligada a la pequeña pantalla ('Aquí no hay quien viva', 'Camera Café', 'Señoras del (h)AMPA', 'Todo lo otro'), aunque lo cierto es que sus raíces artísticas se encuentran en el teatro. Del escenario nunca se ha separado. Con menor frecuencia la vemos en el cine, al que califica de "ligue de una noche". No obstante, le ha cundido mucho: en Valencia, su tierra, raro es el director que no cuenta con Belenguer para sus películas. Así lo han hecho ya Álex Montoya, David Marqués o Javier Polo Gandía. Aun así, por si acaso falta el trabajo, a su faceta actoral suma la de hostelera con su bar madrileño Merinas.
No le gusta (ni un poco) que califiquen sus largometrajes como cine "de autor" o "de culto", pero Jaime Rosales nunca se atiene a normas, convenciones ni enseñanzas preexistentes a la hora de dar forma a esas películas suyas tan alejadas de lo que marcan los cánones de la industria. A veces la jugada le sale bien, como cuando La soledad se convirtió en una de las triunfadoras más insospechadas en la historia de los Goya. En otras ocasiones, la cuenta sale a pagar: con Hermosa juventud aún está pagando el crédito y los platos rotos; no a efectos creativos, pero sí de la hoja del Excel. Ahora vuelve a cambiar el paso y nos propone Morlaix, rodada íntegramente en francés, en Bretaña, intercalando color con blanco y negro. Su enésimo ejercicio de experimentación, en la estructura y en la técnica. Al único dictado de la creatividad.
El escritor y actor Xabier Elorriaga tuvo oportunidad de charlar con él en septiembre de 2013 para la revista AISGE ACTÚA. Ahora recuperamos esta charla como homenaje al desaparecido "mago de la luz", fallecido este 17 de febrero en Madrid a los 104 años. Fue uno de los directores de fotografía más ubicuos en la historia del cine español, además de investigador infatigable del celuloide y un auténtico rescatador de fotogramas que de otra manera se perderían para siempre. "¿Retirarse?", le preguntamos con motivo de aquella conversación. "Me encuentro muy bien, no me imagino retirado lejos del cine", respondió entonces sin dudarlo.
Este gallego de Rábade (Lugo) figura ya en los anales de la industria audiovisual española por culpa en buena medida de su hermano Pepe, que le enseñó los secretos del cine y es hoy compañero de proyectos y éxitos. Seguramente gracias a él, Jorge Coira tiene un Goya al montaje por El desconocido. El protagonista de esa película era el genial y ubicuo Luis Tosar, que había sido compañero y amigo de Coira en el instituto y, como él, proviene de la cosecha de 1971. Jorge se ha erigido en un genio de las series con el arrollador impacto sucesivo de Hierro y Rapa, pero para las salas de cine ha firmado pequeñas joyas galaicas como 18 comidas, Eroski Paraíso o El año de la garrapata. Y admira sin disimulos el oficio del actor. "En general, si se meten a esto es por la pasión de contar historias, de vivir otras vidas, de explorar el alma. Hay algo de generosidad, y suelen ser gente muy divertida, viva, fresca, ingeniosa".
A última hora se convirtió en protagonista de esta edición número 39 de los Goya. Cuando todos creíamos que el galardón a la mejor película era para 'El 47' (Marcel Barrena), escuchamos con sorpresa cómo la enumeración abrazaba a 'La infiltrada'. Era la primera vez en casi 40 años que el trofeo se entregaba 'ex aequo'. Echevarría no firmó su primer largo hasta que cumplió los 50, pero desde aquel 'Carmen y Lola' hasta el dulcísimo momento actual, cada estreno suyo hace que el panorama cinematográfico se agite notablemente. Solo seis años le han bastado para ello. La creadora bilbaína se empeña en que la diversidad, la inclusión y el respeto formen parte esencial de su ideario. Después de dar visibilidad a colectivos en la sombra y revisar la historia reciente de este país, ahora se dispone a alumbrar con luces largas a personajes del pasado.
Cómics, películas, series. De todo escribe este creador nacido en 1968 y licenciado en Bellas Artes. ¿Lo más reciente? 'Cuatro estrellas', la serie diaria que La 1 emitía por las noches antes de que llegara Broncano con 'La revuelta'. Inició su andadura como guionista sin tener formación. Aprendió a base de probar junto a Antonio Trashorras. De esa alianza surgió el guion de 'El espinazo del diablo' y otros muchos que no se rodarán nunca. Ha adaptado al cine novelas a las que procura ser siempre fiel. De Juanjo Millás ya lleva dos: 'No mires a los ojos' y 'Laura y Julio'. También conoce el proceso contrario, el de que otros lleven una obra suya a la pantalla. Ocurrió con el cómic 'Sordo' y no guarda el mejor de los recuerdos. A lo largo de su trayectoria ha abordado en varias ocasiones el acoso escolar, lacra por la que él mismo se sigue sintiendo marcado.
La actriz madrileña lleva toda una vida doblando a Jennifer Aniston, Lena Headey, Kim Cattrall, Lucy Liu, Betsy Brandt ('Breaking Bad'), Famke Janssen ('X-Men'), Kyra Sedwig ('The Closer') o Joan Cusak ('Shameless'), pero la nómina no se detiene: entre sus últimos proyectos figuran la serie 'Rematch', donde da voz a Trine Dyrholm, la madre del ajedrecista Kasparov; 'Reina Charlotte. Una historia de los Bridgerton', donde interpreta a Michelle Farley, en el papel de Princesa Augusta, o acercándonos a la Sophie Okonedo de 'The Wheel of Time'. Y a ello se le suma su faceta docente, donde insiste a sus pupilos en que se aprendan el texto de memoria, "no se fijen en la boca, sino en la mirada y no coloquen la voz con tonos raros o cantarines". Y además, es reivindicativa: "El cáncer del doblaje es la falta de un convenio nacional", denuncia, alto y claro, en una entrevista extensa y sin desperdicio.
Estudiaba Antropología cuando se apuntó a teatro. Entre unas cosas y otras, empezó a viajar por trabajo pese a su juventud, pero no desistió y terminó la carrera. Comenzó su andadura televisiva en la cadena autonómica TV3, en la que evolucionó desde las pequeñas apariciones episódicas a la continuidad. Y enseguida conoció también el cine: debutó bajo la dirección de Ventura Pons en 'El porqué de las cosas', continuó con Alfonso Albacete en 'Atómica', con Salvador García Ruiz conoció el éxito de 'Mensaka'... Y ni siquiera le faltó la experiencia de actuar para el mismísimo Alan Parker en 'Evita' y a las órdenes de Carlos Saura en 'Buñuel y la mesa del rey Salomón'. Pero en los primeros años de este siglo le esperaba una avalancha de popularidad que todavía hoy disfruta gracias a su inolvidable personaje de Fernando Navarro en 'Aquí no hay quien viva'. De la comunidad de propietarios de Desengaño, 21 pasaría después a las de Mirador de Montepinar y Contubernio, 49 de 'La que se avecina', ya en la piel de Sergio Arias.
En la infancia ya hacía reír, en la adolescencia le dio por dibujar cómics, en la universidad obtuvo sus mayores alegrías jugando al billar y los dardos y al final rescató su idea de ser actor. Se plantó en Sevilla y enseguida llenó el circuito alternativo de la ciudad con espectáculos junto a amigos suyos. Se curtió con actuaciones en casetas de feria, bares, bodas y cumpleaños. Tuvo su propia compañía. ‘Grupo 7’ (Alberto Rodríguez) le hizo conocido entre el público cinéfilo y ‘La casa de papel’ disparó su popularidad. Ahora le vemos protagonizar la serie ‘En fin’ (Prime Video).
Acaba de levantar el premio Carmen a la mejor actriz protagonista por 'Fin de fiesta'. Se lo ha concedido la Academica de Cine de Andalucía, la tierra que vio germinar su talento. Asistía a clases de danza cuando vio lo bien que se lo pasaba su hermano acudiendo a las de teatro. Así que cambió de disciplina artística y se quedó para siempre. Estudió en la Escuela Superior de Arte Dramático de Sevilla y creó una compañía en la que adquiriría valiosos aprendizajes antes de trasladarse a Madrid. Su intención era formarse durante un año, y ya lleva 15 abriéndose paso en la capital. Hoy le sobra experiencia ante las cámaras, aunque los escenarios son todavía su refugio. De ellos procede y en ellos conoció el incalculable valor del trabajo colectivo. Lejos de haberle creado nuevas inseguridades, el paso del tiempo ha hecho que confíe más en sí misma y sepa lo que puede aportar a su profesión, aunque el camino hasta este punto no ha sido sencillo. La pasión inquebrantable ha sido el remedio contra tantos vaivenes.
Belén Bernuy y Gloria Bretones producen con Centuria Films y distribuyen con Begin Again Films. En algunos casos presencian la larguísima vida de una película (ahí está 'Cuando dejes de quererme', por ejemplo) desde su gestación hasta el final definitivo de su recorrido. Se interesan por proyectos ajenos a los chistes sexistas, racistas y homófobos, postura por la cual aspiraron en diciembre a los Premios ODA (del Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales). No trabajan en más de una decena de títulos al año, y buena parte de ellos son de pequeña envergadura. Enumeran 'Cuernavaca', 'La amiga de mi amiga'... En su larga alianza profesional les avalan éxitazos como la distribución del documental 'El año del descubrimiento'.
Ha dirigido ‘Nina’, sobre la tormentosa relación entre un hombre maduro y una adolescente. Ahora está con los hilvanes de su tercera película. Agárrense: señoras setentonas –una burguesa y la mujer que limpia en su casa– que de repente dan la vuelta a esa relación de poder a través de una relación sadomasoquista, con cuerdas de macramé. Esta navarra de 38 años, admirada por Ana de día y Nina (además de algunos cortometrajes muy aplaudidos), consolidará así un estilo muy personal.
Estudió en la Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias y allí fundó la prometedora compañía Paraninfo 58. Pero la burocracia y la crisis de 2008 se la cargaron antes de que emigrara a Madrid. La buena suerte que tuvo al dar sus primeros pasos en la capital, compaginando el cine con la serie 'Amar en tiempos revueltos', hizo que tuviera una percepción errónea. Porque los reveses profesionales no tardarían en llegar. Con las expectativas rebajadas, "todo se reduce a avanzar con dignidad". Y es por eso que aspira a hacer proyectos que le representen: "No aceptaría propuestas que defendieran posturas contrarias a mis principios. No quiero fascismos, racismos ni homofobias". Solo se imagina su vida como actor. De ahí que solo contemple dos alternativas si el panorama se pone adverso: dar clases o poner copas.
Es una de las grandes figuras del corto en España, una parcela del audiovisual para la que reclama mayor atención. Su salto al largometraje llegó con 'Ane', que triunfó en los atípicos Goya de 2020. Aquella historia consagraría definitivamente a la actriz Patricia López Arnaiz. A finales de 2024 estrenaba su segunda película, 'Los últimos románticos', cuyo recorrido le deja un sabor algo agridulce. Se muestra deslumbrado por la entrega absoluta de Miren Gaztañaga, la protagonista, pero lamenta la escasa repercusión conseguida. Y ya ha filmado 'Sacamantecas', sobre un asesino en serie en la Vitoria del siglo XIX, donde exprime por primera vez el talento de Antonio de la Torre y repite con López Arnaiz. Repasamos la trayectoria de este cineasta que se enamoró de su oficio gracias a las clases que recibió de Enrique Urbizu en la universidad. Por cierto: además de alumno, con él también fue ayudante de dirección en 'No habrá paz para los malvados'.
En la temporada cinematográfica 2016/17 el trono le estaba reservado a Marisa Paredes. El 21 de octubre recibiría la Espiga de Honor en la ceremonia inaugural de la Seminci vallisoletana, mientras que al mes de febrero siguiente le llegó el turno a su anhelado Goya de Honor. Esta larga entrevista con Juan Fernández, en una conversación que tuvo lugar en la sede madrileña de la Fundación AISGE, cobra relieve nuevamente ahora con la pérdida de la gran actriz madrileña, el 17 de diciembre de 2024. Aquellas dos horas de conversación dieron para mucho; para asombrarse con su pundonor, pero también para conocer la otra cara del éxito: el miedo, el estrés, la necesidad de un año sabático. "Siempre me he sentido una actriz rara, pero para bien", resumía sobre sí misma.
Cuando buceamos en la biografía de Pilar Ordóñez (Madrid, 1963) comprendemos bien su vocación temprana. “Mi padre, Pablo Villamar, era dramaturgo y director de escena. Desde pequeños nos familiarizó a todos al escenario. Yo me subí con ocho años y no me volví a bajar nunca más. Por si fuera poco, era la hermana mayor de diez hermanos y me pasé la infancia dirigiéndolos a todos”. Normal que tuviera siempre un ojo puesto tanto en dirigir como en escribir su propio material (como ha hecho, con gran éxito, en espectáculos como Miss Tupper Sex) una vez que tuvo claro que sería actriz. Ahora se coloca detrás de la cámara con su primer largo, Piezas, que ha paseado ya por festivales en la India, Pakistán, Malasia, Sudáfrica o Moscú. “Necesito que la gente me vea como directora novel. Porque si eres Paz Vega, te van a ver. Pero si no eres Paz Vega, tienes que ser machacona, machacona, machacona”.
Él compuso la música. Ella escribió el libreto. Hablamos de Manuel de Falla y María Lejárraga, de cuya amistad y colaboración brotó la genialidad de 'El amor brujo'. La actriz Lucía Álvarez se centra en ellos para su primer largometraje como directora, 'Amores brujos', estrenado hace unos días en el marco de los Premios Lorca en Granada. En la película está muy presente el flamenco. "Siempre digo que soy una gallega un poco andaluza", en palabras de la artista. En esta entrevista habla de la enorme suerte de aprender de amigos y compañeros de generaciones anteriores a la suya. Y menciona a Almudena Grandes, Luis García Montero, Martirio, Arnold Taraborrelli, Pilar Bardem, Juan Diego...
Se presentó a la selección para 'Entrevías' con un 'selftape' grabado sin muchas expectativas... y le vimos durante las sucesivas temporadas de esa serie como el apocado hijo de José Coronado. Lo cierto es que este actor mallorquín atesora 25 años de trayectoria. Trabajó bajo la dirección de Agustí Villaronga en la película 'El mar' antes incluso de formarse en la RESAD. La pequeña pantalla le dio la bienvenida con 'El auténtico Rodrigo Leal', pero enseguida se vio en el desierto profesional. Así que cambió de aires en una tienda, empleo en el que duró dos años. Más tarde se ganó la vida como animador y en eventos, antes de recibir la oportunidades de 'Cuéntame' y 'Entrevías'. Tampoco le quedan lejos los escenarios, tanto con grandes directores como con esas obras de microteatro donde se hace de todo: actuar, dirigir, escribir y producir.
Lo suyo fue nacer y estar actuando sobre el escenario. Y es que sus padres, Manuel Salamanca y Amparo Pacheco, eran actores. Representaban teatro por los pueblos con una compañía ambulante y en los años cincuenta coincidieron con el mismísimo Fernando Fernán Gómez, que se inspiró en las vivencias de la familia para escribir la película 'El viaje a ninguna parte'. Manolo Cal conoció aquellos tiempos en los que se conseguían personajes la para televisión acudiendo a la cafetería de Prado del Rey y para el cine si se alternaba en Bocaccio. Él empezó su andadura en el teatro María Guerrero. Conoció la popularidad durante los años en que formó parte del dúo cómico Arenas y Cal. Después vendría 'Los ladrones van a la oficina', entre otras. Y ha aparecido durante 22 años en 'Cuéntame cómo pasó'. No piensa en la jubilación: ahora le vemos en la serie 'Muertos S.L.'.
Habría acabado dedicado a cualquier disciplina artística, pero lo cierto es que desde pequeño tuvo vínculos con la actuación. Tras un breve paso por la universidad en Granada se trasladó a Madrid para estudiar en la RESAD. Y mientras asistía a clases empezó con sus primeros papeles ante la cámara. "Me vino bien ir saliendo de la burbuja artística que suponía la escuela", reconoce, "entender que había que dejar de ser tan purista. Entendí muy pronto que debía hacer de todo y que en cualquier ámbito aprendería". Y vaya si aprendió. En 'Al salir de clase' coincidió con Sergio Peris-Mencheta, y en él vio una forma de trabajar no tan racionalista, sino más relacionada con el corazón, con el alma. No considera Clavijo que la suya sea una carrera de grandes aldabonazos, sino desarrollada a través de pequeños personajes con continuidad en el tiempo. Sin embargo, ahí están las series el 'Ministerio del Tiempo' o 'El marqués', además de la película 'La espera', en todas ellas con roles destacados.
Alguna vez, antes de terminar el instituto, se le pasó por la cabeza cursar Enfermería. Pero tener que esperar largo rato a una consulta en el centro de salud hizo que se decantase por Arte Dramático. Así que con 18 añitos cambió su aldea lucense por la gran ciudad para estudiar becado en la RESAD. Allí aprendió mucha teoría, pero poco de desenvolverse en la realidad profesional de los actores. Aficionado a cantar desde la infancia, ganó dinero haciéndolo en cruceros e incluso en el metro. La música siempre ha estado presente en su vida. Y en algunas ocasiones le ha salvado de la desazón propia de los parones. De hecho, ahora que empieza a saber lo que es tener una carrera ciertamente estable, su sueño es actuar encima del escenario junto a una orquesta en directo. Él mismo admite que es un 'showman'.
Piensa este cofundador de Filmin que «los términos 'producto' y 'consumir' denigran la calidad de las obras». Y considera que no siempre hay que poner la atención en la comercialidad: «Las obligaciones económicas nos llevan a obviar que detrás de una película ha habido mucho esfuerzo de numerosas personas, y que a esas personas no solo les ha movido el dinero, sino también el hecho de tener algo que contar». Esa filosofía la ha aplicado a su plataforma, que nació hace ya 17 años. Filmin ha sido capaz de sobrevivir a la llegada de los gigantes extranjeros compitiendo con una identidad propia. ¿Cuál es? Ofrecer un catálogo cuidado a los usuarios y mantener con ellos un trato cercano. Aquí son imprescindibles el amor por el cine y el rol de prescriptor. Como ocurría antes en los videoclubes. De hecho, Ripoll se crio en uno de esos negocios.
Esta guionista es madrileña, pero encontró el sosiego en un pueblecito de la costa de Asturias en tiempos de la pandemia. Y allí sigue residiendo hoy. Su vida ha estado siempre ligada a la escritura. Primero, con los guiones. Su nombre aparece en los de películas tan relevantes como 'Te doy mis ojos', 'La vida empieza hoy', 'Chicas nuevas 24 horas' y 'La boda de Rosa'. Los terrenos en que ha desarrollado su trayectoria la llevan a afirmar lo siguiente: "Sé lo que esta industria espera de mí. Si mañana presentara un texto de aventuras espaciales, no lo leerían". Ahora amplía horizontes explorando el arte de la novela. Y advierte sobre la desfavorable situación de la mujer en la industria audiovisual, desde la falta de oportunidades para las actrices maduras al empeño de compensar guiones de autoría femenina con su posterior dirección masculina.
No quiere olvidar la vida de sacrificios de los actores pese a estár viviendo el mejor momento de su carrera. Ahora sabe que sí hay motivos para la esperanza, y lo dice ella, que llegó a actuar para una sola espectadora. El éxito por medio mundo se lo debe a la película francesa 'Emilia Pérez', en la que encarna su primer personaje trans tras su transición. Gracias a ese filme salió victoriosa del Festival de Cannes junto a sus compañeras de reparto, Zoe Saldaña y Selena Gómez, con quienes representará a Francia en los próximos Óscar. Y el país vecino ha recibido incluso la Orden de las Artes y las Letras. Tiene bastante experiencia en telenovelas de México, donde se siente queridísima, pero se confiesa alejada de los histrionismos. Y eso le ha costado conflictos con más de un director. Su método es sencillo: trabaja sobre todo para su compañero de escena. Porque en función de la mira que reciba, encamina su interpretación por un derrotero u otro. Pura generosidad.