Amante del thriller en todas sus manifestaciones, ha sabido adaptarse al lenguaje de las miniseries y las plataformas pero no renuncia al largometraje: estrena dos en cuatro meses, ahora que se cumplen 30 años de su iniciática Salto al vacío. Cumplidos los 55, ha estrenado Todos los nombres de Dios, con Inma Cuesta, Luis Tosar y Patricia Vico. “Tiene una carga melodramática y emocional que nunca había trabajado. Es un territorio nuevo para mí desde Salto al vacío, también muy cañera y violenta”. Este otoño arranca el rodaje de una miniserie, y en enero estrena El correo, también con Tosar, Luis Zahera y María Pedraza, entre otros. "Me gusta más el thriller pegado a la realidad, una forma interesante de tratar la sociedad en la que vivimos", resume, casi a la manera de un leit motiv.
Lo suyo ha sido cosa de pequeñas oportunidades que fueron conduciéndole a retos mayúsculos. Empezó de figurante sin texto en la serie catalana 'Setze dobles' y pronto le ofrecieron diálogos. Casi lo mismo le ha sucedido recientemente en la ficción extranjera 'Der König von Palma': fichó como personaje casi testimonial y ya es secundario principal. El camino entre uno y otro logros ha sido duro y concienzudo. Porque alternaba el Institut del Teatre con un trabajo en un restaurante hasta la medianoche, así que se quedaba dormido en plenas clases. Hasta que la cosa cambió y firmó una de las mejores tesinas de los últimos tiempos en ese centro académico. Más osbtáculos le esperaban al incorporarse a la realidad laboral, por eso imparte su formación sobre cómo buscarse la vida. Muy ilustrativa resulta la historia de Caner.
Estudió Dirección en la ESCAC, pero Los Javis confiaron en ella como guionista para 'Veneno'. En esa serie narrada en distintos planos temporales aprendió mucho sobre un oficio que disfruta especialmente en compañía de otros. Y serían nuevamente Javier Calvo y Javier Ambrossi quienes, además de permitirle escribir junto a Ana Rujas los diálogos de 'Cardo', le dieron también libertad en la dirección de sus capítulos. La magnífica recepción hizo que cobrara conciencia de su suerte al borde de los 30 años. Por delante tiene el estreno de la serie 'Vestidas de azul'-
Ya iba camino de los 40 cuando la nominaron al Goya como actriz revelación por 'Los lunes al sol'. A Fernando León de Aranoa le hizo falta poco más que la recomendación de Javier Bardem y verla en 'El Bola' para decidirse a tenerla en su película. Muchos ignoraban de dónde salía aquella actriz: no porque no hubiera trabajado, sino porque lo había hecho principalmente encima del escenario. Montó 'performances' en bares en tiempos de la Movida, fue mascota del Parque de Atracciones de Madrid, ofreció monólogos... El relumbrón del cine duró poco, tras enfrentarse como protagonista a una película ¡en París! Se consagró de nuevo a las tablas, aunque recientemente la vimos junto a Bárbara Lennie en el filme 'El agua'. Y proyectos de futuro no faltan en su incansable lucha por aferrarse a un oficio que siempre vale la pena.
A los ocho años ya estaba en un oficio del que jamás dudó. Pese a los horarios poco convencionales, pese a los sacrificios. Más tarde, 'Merlí' le haría conocido tanto en España como fuera de nuestras fronteras, pero la popularidad no enloqueció su brújula. Eso sí, la serie acabaría marcando un punto de inflexión para él: si hasta entonces había aceptado todo lo que le habían ofrecido, a partir de ese momento sus ansias por trabajar se relajaron. Se lo permitió su carácter ahorrador, que le dio mayor libertad a la hora de seleccionar propuestas (algunas, exitosas) y la opción de pasar algunos meses sin actuar, a la espera de guiones con los que vibrar de verdad. Horrorizado ante la idea de quedarse en el rol de "eterno estudiante", nos ofrece esta extensa charla llena de reflexiones maduras.
La polifacética periodista y escritora valenciana, que alcanzó popularidad con su biografía de La Veneno adaptada para televisión por Los Javis, se adentra en el mundo de la ficción con una fábula sobre el cambio de siglo, entre 1999 y 2000, y las conexiones entre una actriz retirada y condenada injustamente al olvido y una peculiar asistenta del hogar. Las dos llegan a conocerse gracias a la labor social de la Fundación AISGE y su peculiar relación le sirve a la autora para reivindicar ambos oficios, el de las grandes damas de la escena y las mujeres que desarrollan una labor casi nunca reconocida en los hogares ajenos. "Ser actriz es extraordinario, no solo por el lado del éxito o el glamur, sino porque requiere aprender a mentir, a meterse en otras vidas y volverse más empática", reflexiona Vegas, en que breve estrenará una serie documental sobre la también actriz Nadiuska, icono de la España de los años setenta.
Conocíamos bien al sevillano Rafael Cobos en su faceta de coguionista inseparable de Alberto Rodríguez. Juntos han alumbrado algunas de las películas más decisivasde los últimos años, desde La isla mínima a El hombre de las mil caras o Modelo 77. Ahora, coincidiendo con su emblemático cumpleaños número 50, Cobos da el salto a la dirección con la miniserie dramática El hijo zurdo, producida por Atípica Films y Movistar Plus+, cuya repercusión va más allá de la buena acogida en España: ya asombró al llevarse el premio a la mejor serie corta en el festival Canneseries. Sus seis capítulos breves parten de la novela homónima de Rosario Izquierdo, pero María León, Alberto Ruano o Tamara Casellas lo reinventan e intensifican todo.
Lo suyo no fue escuela, sino herencia paterna, la del ilustre productor José Carlos Valencia (¿les suena 'Bienvenido, Mr. Marshall'? Pues fue cosa suya). Amparo intentó actuar frente a la cámara, pero la timidez le impidió seguir ese camino. A cambio, hemos conocido a grandes damas de Hollywood a través de su voz. Jodie Foster, Goldie Hawn, Dana Delany, Rebecca de Mornay o Farrah Fawcett son algunas de las artistas inmensas a las que ha hecho hablar en español. Ahora ha bajado el ritmo, por aquello de aplicarse las ventajas de la veteranía. “Solo me embarco en los proyectos que me apetecen”, anota sobre un oficio en el que ya se ve “de salida”, aunque lo siga reivindicando con verbo apasionado. Con el entusiasmo propio de quien lo ha vivido desde chica: "Era telefonista de la oficina y luego pasé a ayudante de producción, pero siempre que podía me colaba en el estudio para ver cómo doblaban las pelis...".
Había una vez un adolescente gordito que en un seminario de teatro y descubrió que quería ser actor. Ese es el comienzo de la historia de Ricard Borràs, contada por él mismo. Estaba estudiando para abogado, pero llegó a falsificar la firma de su padre para poder matricularse en el Institut del Teatre. A día de hoy no se ha arrepentido de aquella decisión. Ha trabajado con grandes nombres de la escena catalana: Mario Gas, Calixto Bieito, Lluís Pasqual, Tricicle. Cosechó hasta 1.000 noches de aplausos con La cena de los idiotas. En la tele le vimos junto a Pepe Rubianes en Makinavaja y en otros éxitos como Hospital Central o Policías. “¿Jubilarme, yo? Sería como retirarme de la vida”. Nos recibe, baquetas en mano, preparándose para su próxima aventura teatral.
Tuvo claro su destino de actor cuando vio 'El señor de los anillos'. Tanto le fascinaba la magia del cine que se talló una varita como la de Harry Potter y se imaginó junto a él estudiando en Hogwarts. Y al final ha acabado en una superproducción, aunque la bienvenida a ese universo se la haya dado Nicolas Cage en 'El insoportable peso de un talento descomunal'. Este era el remate a una carta de presentación con la que este invierno fue admitido en el programa Berlinale Talents. Pero el camino hasta aquí ha sido sinuoso y, sobre todo, pasional. De pequeño ya intentaba presentarse a 'castings' con correos en los que se hacía pasar por su madre. Ha realizado muchos trabajos no remunerados y algunos meses casi no llegaba a pagar el alquiler. Hoy tiene por fin las claves del oficio: crear desde su interior y sin pensar en la aprobación de los demás, disfrutar, desechar todo prejuicio e ir por el mundo sin corazas.
Fue un poco la típica chica fuera de lugar en su Málaga natal: con nombre exótico, hija de una pareja extranjera, alumna aplicada del Liceo Francés de la ciudad. Por continuar aquella senda de buena estudiante se matriculó en Derecho, y eso que sus ganas de espectáculo reaparecieron a los 14 años tras acompañarla durante la infancia. Pero ver el anuncio de un 'casting' en Facebook antes de salir de fiesta mientras hacía la beca Erasmus en Milán lo cambió todo: se puso frente a la cámara para presentar un programa y, a su regreso a España, comenzó por fin a formarse como actriz en Madrid. Clave para abrirse paso fue escribir y protagonizar su propio cortometraje. Pese al parón forzoso de la pandemia y al tiempo dedicado a estar con su familia por la muerte de su padre, hoy apenas transcurre tiempo para ella entre un proyecto y otro.
Cambió Euskadi por Madrid a finales de los ochenta para participar en 'La bola de cristal'. Ese programa tan mítico constituía solo el inicio de una trayectoria que convertiría a esta actriz en icono de la televisión. Más tarde se codeó con los grandes artistas de toda la vida en 'Los ladrones van a la oficina', encarnó por primera vez a una lesbiana en 'prime time' gracias a '7 vidas' y hoy continúa su larguísima estancia en la serie diaria 'Amar es para siempre', que pronto se despedirá de la parrilla. Todo ello sin contar un currículum en cine que incluye trabajos para Almodóvar (en 'Kika'), Jaime Chávarri ('Las cosas del querer'), Pilar Miró ('Tu nombre envenena mis sueños') o Fernando Trueba ('La reina de España'). Y pese a su gesta de más de 30 años, siempre lleva por bandera la humildad que aprendió de sus insignes maestros.
Gijonesa (“y del Sporting”), Ángeles Huerta lleva media vida en Galicia. Tras el celebrado documental Esquece Monelos, sobre el efecto soterrador del desarrollismo de A Coruña, en 2022 estrenó su primer largo, O corpo aberto (Cuerpo abierto), un personalísimo experimento de terror, esoterismo y amor ambiguo, con Tamar Novas a la cabeza, que lo ganó casi todo en los últimos Mestre Mateo del audiovisual gallego. Hasta como “Folk á feira” ha llegado a definir su estilo algún crítico. Combina la preproducción de su siguiente proyecto con la docencia. “Sigue habiendo un perfil bastante habitual en el cine de directores de clase social elevada. La perseverancia es muchas veces un privilegio de los más pudientes”, reflexiona en esta entrevista. Atención a su personaje para María Vázquez: "desde la novela victoriana, que repite el mito de Barba Azul, hasta el suspense de Hitchcock, siempre vuelves a la mujer encerrada. Un clásico y un mito del feminismo".
Ser protagonista de una película que realmente le llene. Ese es el sueño de este actor gaditano tan consolidado, reclamado especialmente por el cine. Ahora acaba de estrenar en salas 'La desconocida', donde encabeza el elenco junto a Laia Manzanares dando vida a un personaje turbador. Otra vez. Cuenta que en los primeros pasos de su andadura, allá por 1985, hizo de camello en un anuncio de la Junta de Andalucía contra las drogas. Aquello pilló por sorpresa a sus allegados, que se asustaron. Atribuye a su aspecto físico la circunstancia de que le toque en el lado oscuro de las historias. Así ganó el Goya al actor de reparto por 'Tarde para la ira'. Desde aquello ha transcurrido más de un lustro en el que ha sumado montones de títulos (cortos y largos) y una nominación más al premio de la Academia con 'El buen patrón'. Y ya ha hecho incluso de abuelo en 'Girasoles silvestres'. En esta entrevista habla también de sus orígenes teatrales y de su vínculo de décadas con el doblaje.
Muchos desconocerán quién es, pero Valeria Vegas viene a arrojar luz sobre esta veterana artista. A los seis añitos empezó a ganarse la vida aquella niña argentina en el mundo del espectáculo. Su oficio la llevó a Chile o Portugal, y en España lleva afincada seis décadas. Rostro habitual del cine desde que Jesús Franco le brindara su debut delante de la cámara a este lado del océano, luego trabajaría para grandes directores: Mariano Ozores, Juan Antonio Bardem... Recuerda el excelente trato que tuvo con compañeras como Sara Montiel, Lina Morgan o Carmen Sevilla, ya que de memoria va muy sobrada. Por aquella facilidad para estudiar guiones y por su dominio de distintos idiomas nunca le faltó trabajo. Jugar con la censura la llevó al calabozo, y apareció desnuda en una película estando vivo el dictador. Aunque se considera retirada de los escenarios, volvería de nuevo al set de rodaje.
Lleva ya muchos años en esto, aunque fuera el más desconocido en el elenco de la serie 'La Ruta'. Será por esa aureola de misterio que le confiere su mirada, "un poco hipnótica", como él mismo admite. Además, el refrendo televisivo de ATRESplayer PREMIUM se ha traducido a los pocos meses en un primer protagonista en un largometraje, con Ahir a la nit. Ha llegado el momento para que este badalonés del 94 se coma el mundo, y ya no piensa parar. "Me gustan los personajes excéntricos, inabarcables, delirantes, los que se expliquen a sí mismos desde un lugar en el que nada tenga demasiado sentido", avisa en esta entrevista mercurial y sin eufemismos. Por eso también confiesa, sin rodeos, la pérdida de la inocencia antes de llegar a los 30: "Actuar me divertía mucho más cuando empecé".
En la adolescencia ya se movía en la industria musical. Más tarde llegó a presentar un espacio deportivo en la tele. Pero la inquietud artística latía en su interior. Él creía que lo suyo era la dirección y resultó que fue la actuación. Por su valor terapéutico. Porque pocos oficios permiten obtener tantas respuestas sobre la complejísima condición humana. Rozaba la treintena cuando debutó como actor, edad propicia para absorber las enseñanzas de sus maestras. Una oportunidad laboral de las buenas le aguardaba justo antes de que nos confinaran, lo cual dejó todo en el aire, así que finalmente se aventuró con su única alternativa para seguir vivo en la profesión: fundar la productura Deep Entertainment. Con ella produjo y protagonizó 'Lugares a los que nunca hemos ido', la póstuma y aplaudida película de Roberto Pérez Toledo. Y así ha aprendido que uno puede generar su propio trabajo, depender menos de la industria y estar más atento a la vocación.
Para un manresano, ciudad que fue epicentro de un Festival de Cine Negro, manejarse con el 'thriller' y el 'noir' era casi una necesidad intrínseca. "Sentir que hay algo que palpita en una ciudad tan pequeña, de base industrial, me devuelve la energía de su autoestima", comenta el director de No matarás o El pacto. Se dice gran seguidor de la meditación, de aquellas dinámicas en las que los participantes se abren a nivel emocional, y las está trasladando a los rodajes. "Yo llevo un viaje de muchos años de introspección, mil retiros de todo tipo de meditación, leyendo a filósofos. Hace muchos años me fascina intentar conocerme a mí mismo, algo que solo puedes mezclar con la espiritualidad", relata. Entre sus peculiaridades, tomas infinitas, de casi una hora sin gritar "¡Corten!". Suena arriesgado y exigente, pero a Mario Casas le catapultó hasta el Goya de 'No matarás'.
Y se lo quería perder. Aunque desde los 14 añitos atesoraba carrera como actor, toda España le conoció gracias al fenómeno 'Aquí no hay quien viva'. Insistieron en él para que encarnara a Roberto, pensó en probar una temporada... y terminó quedándose tres. Paralelamente ha forjado su alabada trayectoria como cineasta. Con 'Sueños' levantó el Goya al mejor corto en 2004, mientras su salto al largometraje con 'A cambio de nada' le valió el trofeo de la Academia al director novel en 2016. La dedicación a la gran pantalla ha hecho que llevemos casi una década sin verle en la televisión. Ya estrenó en 2021 su segunda película ('Canallas'), y ahora trabaja en la tercera ('La deuda'). Nuevamente estará presente esa aportación recírpoca entre ancianos y jóvenes que tanto le interesa.
En sus películas conviven la fealdad y la belleza, el bien y el mal, porque esos binomios habitan dentro de todos. Desde la niñez le ha movido la curiosidad, la necesidad de enfrentarse a lo que desconoce. Y ha seguido su camino, lo que explica que se atribuya los calificativos de 'insumiso' o 'independiente'. El genio vitoriano empezó en el cine a los 14 años, gracias a 'El reino de Víctor' recibió el primer Goya para un corto, su debut en el largometraje con 'Alas de Mariposa' le convirtió en el director más joven con el premio a la mejor película del Festival de San Sebastián, con 'Airbag' creó una fórmula donde la acción iba de la mano con la comedia desmadrada... Desde aquellos hitos ha encadenado numerosos proyectos, incluso documentales o videoclips, sin contar los no desarrollados por no tener cabida en esta época marcada por la corrección política. Sin tapujos, piensa que las plataformas condenarán el porvenir del cine como lo hemos conocido hasta ahora.
Un profesor de ballet le dijo que no tenía futuro en la danza, pero le aconsejó que fuera actriz. Aquella niña de notas impecables se quedó con la copla, pero por aquello de no disgustar a sus padres siguiendo su incierta estela de artistas, acabó matriculada en Arquitectura. No acabó la carrera; su primer acercamiento al set de rodaje ganó el pulso. Por aquello de emprender el camino sin formación específica, hizo de todo en cine. Hasta que llegó la película de Jaime Rosales 'Hermosa juventud' y la nominación al Goya. Aunque de aquello ha transcurrido más de una década, en el oficio se siente como quien se cuela en una fiesta. Tanto ha trabajado que casi cualquier espectador que consuma cine español la conocerá, pero eso no la ha librado de temporadas en blanco. En el último año, por ejemplo, ha conseguido papeles en el extranjero gracias a su representante escandinavo. Y si algún día se agota la actuación, baraja otras alternativas. De momento, ha probado en la dirección con un documental.
Esta joven francesa llegó a Barcelona hace 10 años, completó sus estudios de moda, encontró un empleo administrativo que todavía conserva hoy. Era anónima hasta que el pasado septiembre se estrenó el documental 'Mi vacío y yo' (Adrián Silvestre), que se colaba en su vida para mostrar su proceso de transición de género. Protagonizar esa película de la que ella es también coguionista acabó resultando tan duro como terapéutico. Duro, por mostrarse ante la cámara tal cual. Sin ficción. Terapéutico, por contribuir a su aceptación definitiva. Y por haberle abierto las puertas de una vida diferente. Gracias al recorrido de la cinta por certámenes de todo el mundo, con premios incluidos, ha conocido a gente variopinta. Cara a cara, sin aplicaciones de por medio. Y ha comprobado que encaja en diversos entornos siendo ella misma. Ahora busca editorial para su primera novela y no descarta nuevos trabajos como actriz.
No le vinieron bien dadas al artista salmantino ya desde pequeño. Su padre falleció a los 12 años y enseguida ayudó en casa a base de trabajo. Pero ahí estaban el referente artístico de su madre y su propia vocación de actor, una querencia que ni la opresión de la dictadura ni las adversidades familiares jamás difuminaron. Tener como maestro al dramaturgo José Martín Recuerda le reafirmó en su talento. Así entró en contacto con el teatro, hasta el punto de fundar en 1975 su compañía Garufa. No se rindió ni cuando un grave problema en la voz le dejó cerca de la retirada definitiva a mediados de los ochenta. Despojado ya de miedos, a los 50 años se plantó en Madrid para empezar de nuevo. Primero fue en publicidad. Y después de discretas experiencias en el audiovisual llegaría el cañonazo más sonoro de su carrera: la serie 'Amar en tiempos revueltos'. Desde hace aproximadamente dos décadas da forma con casi total libertad al tabernero Pelayo Gómez, auténtica institución de la pequeña pantalla.
Menos vaivenes habría conocido en su vida si hubiera elegido otra profesión. Porque esta actriz cántabra se define a sí misma como una persona vulnerable. Le duele remover sus emociones, por eso destaca la conveniencia de que los actores tuvieran terapeuta en los rodajes. Pero el caso es que no se imagina una vida lejos de las cámaras y los escenarios. Fueron estos su primer refugio: a los cinco añitos estaba en una compañía de Reinosa, y en COU la aceptaron para un montaje de 'Fortunata y Jacinta' representado en el Teatro Español. Luego vinieron el cine y la tele. Y el parón de la maternidad rematado por la crisis económica de 2008. Se volcó entonces en su salto al guion y se marcó el brillante corto 'Por siempre jamón'. Le esperaba todavía su mayor aldabonazo gracias al papel de Ana en la película 'Tarde para la ira' (Raúl Arévalo). Hoy sueña con dirigir su primer largometraje.
Pese a tener recentísimo el Goya, es pura humildad. Y sinceridad. Ha ganado el premio de la Academia de Cine a la mejor actriz revelación por 'Cerdita', que primero fue cortometraje antes de convertirse en película. Ella ha estado al frente de ambas producciones dirigidas por Carlota Pereda, y recorrió el trayecto con los miedos de quien todavía se sabe casi aprendiz. Porque después de haberse curtido entre bambalinas desde sus inicios, llegó a pensar que nunca iba a dedicarse a la actuación. Ahora saborea este momento de reconocimiento con sensatez, pues su vida de actriz va de otra cosa: de buscar trabajo sin descanso. Próximamente la veremos en nuevos filmes, entre ellos 'Una noche con Adela', donde otra vez asume el protagonismo de la historia.