Bendito camping, bendita marisma
– Lleva ya más de 42 episodios de ‘Con el culo al aire’. Bendita sea la tele, que nos da de comer. ¿Cuáles son sus series favoritas?
– Afortunadamente se hacen bastantes series que dan de comer a muchos actores y trabajadores del sector, así que sí, bendita tele. En cuanto a mis favoritas, diría que las habituales: Mad Men, Breaking Bad, Juego de tronos, The Wire...
– Sin embargo, teatro, lo que se dice teatro, no ha hecho usted tanto.
– Cuando más hice fue al principio, en salas independientes de Madrid, con Cristina Rota, en la Sala Triángulo, etc. Luego llegaron cosas más importantes, como Urtáin con Animalario. Es donde más disfruto como actor, así que estoy deseando volver a las tablas.
– Flotats lo dirigió en ‘Beaumarchais’ y Andrés Lima en ‘Urtáin’ y ‘Falstaff’. ¿Qué consiguió cada uno de usted y cómo lo hicieron?
– ¿Sacar de mí? Supongo que con Flotats aprendí mucha técnica y oficio. Con Andrés también, pero sobre todo aprendí a trabajar con libertad y diversión. Sentirte libre en el escenario es algo que se enseña en las escuelas, pero que no es nada fácil de conseguir en las tablas.
– Ahora que ya ha pasado el torbellino de ‘La isla mínima’, ¿se siente un no sé qué, un vacío dentro?
– La verdad es que fue más bien un torbellino agradable, lleno de alegrías. Quizá fuera más agobiante para Javier, que se llevó tantos premios y a la vez tenía que trabajar en Águila Roja. Yo le daba cobertura en ceremonias a las que no podía ir. Pero no crea que fue más estresante o intenso que otros “pospartos”, al menos yo no lo viví así. El rodaje sí que fue duro.
– ¿En qué sentido?
– Fue muy intenso y físicamente exigente.
– Javier Gutiérrez ya nos dijo que en los ensayos los dos tenían la sensación de tener una bomba entre las manos. ¿Le ha pasado con algún otro guion?
– Yo viví aquellas pruebas como algo extenuante. Me costó disfrutar del proceso de ensayos. Siempre había admirado a Alberto [Rodríguez, el director] y estaba deseando que aquello funcionara, encima haciéndolo junto a Javi, pero me costaba mucho entenderme con él. Manejábamos códigos distintos y fue trabajoso. Mi gran apoyo fue Javi. Una vez empezado el rodaje, ya los tres fuimos una piña.
– Y entonces lo duro fue lidiar con las marismas.
– Sí, era una atmósfera opresiva, con grandes cambios de temperatura y muchos mosquitos. Al final enfermamos. Javi aún más que yo. La secuencia final en la que persigue al malo se rodó en varias jornadas; él estaba cada día peor. En la última rodó con casi cuarenta de fiebre. Lo pasó mal, el pobre, pero eso quizá le ayudó también a estar más aún en el personaje.