Esta familia arrancó cuando, tras licenciarme en Comunicación Audiovisual en Salamanca, llegué a Madrid y empecé a necesitar actores para mis primeros cortos. En aquellos iniciáticos escarceos con la cámara (Lluvia y En otra vida) trabajé con Raúl Prieto, un tipo grande, ahora imprescindible, y siempre brillando, en los montajes teatrales de Miguel del Arco. Después vinieron David Velduque en Estrela, Alejandro Albarracín e Iñaki Ardanaz en Bailad para mí o Nacho Aldeguer en Vuelco, entre otros tantos. Con Albarracín he repetido en Nuestro propio cielo, Rotos y Al final todos mueren. Con Aldeguer también; él me ha regalado una interpretación clave en mi cine: la de Ricky, el chico con discapacidad psíquica en mi ópera prima en el largometraje, Seis puntos sobre Emma.
Y más: Ruth Armas y Fran R. Castillo en Los gritones, Dani Herrera en Manguitos, Jonás Berami y Laura Díaz en Blanco escayola; Elena Furiase, Elisa Mouliaá, Javier Calvo, Dani Muriel y Anita del Rey en Rotos… Actores incipientes, firmes promesas o intérpretes ya consolidados con los que he crecido y avanzado rumbo a lo siguiente. Una gozada.
Hasta llegar a mi ópera prima larga, Seis puntos sobre Emma, estrenada en mayo de 2012. Y no hay día en que no me sienta afortunado por haber podido contar en ella con la que para mí es la actriz más inconmensurable de su generación, Verónica Echegui. Dirigir a Verónica en el personaje de Emma ha resultado una de las experiencias más arrebatadoras de mi filmografía. Y junto a Echegui, otra bestia parda que se comerá el mundo, Álex García; un niño prodigio del cine español que madura con brío, Fernando Tielve; y una actriz de poderosas armas aún por descubrir, Mariam Hernández.