Cómo rodar ‘Fuenteovejuna’, oda al tiranicidio, en plena posguerra franquista
Antonio Román, colaborador de Lorca durante la República, asumió el reto en 1947 entre miles de reticencias
JAVIER OCAÑA (@ocanajavier)
Las reticencias que suscitaba entre los censores que se intentara hacer una película como Fuenteovejuna en medio de la dictadura de Franco eran casi obvias: la obra original de Lope de Vega es el símbolo de la unión del pueblo contra la opresión y el atropello, y los posibles paralelismos en un país en el que no cabía la libertad estaban ahí para quien quisiera recogerlos. Sin embargo, el director Antonio Román se atrevió en 1947 con ello, en una historia en la que incluso se tortura a los que no comulgan con el poder.
El expediente censor, de hecho, explicita su miedo sobre la obra original: “Es una espada de dos filos, ya que las circunstancias de tiempo, lugar y formación política y moral del pueblo en la época en que fue escrita distan mucho de la enseñanza, comprensión o ejemplaridad de la misma, de las gentes y costumbres de los tiempos modernos”. Así que Román y sus coguionistas, entre ellos el dramaturgo José María Pemán, de ideario monárquico pero afín al régimen de Franco (según los analistas, fue el inventor del término “cruzada”, que justificaba el golpe de estado y la dictadura), tuvieron que hacer verdaderos encajes de bolillos para contentar al régimen y ser al menos relativamente fieles a la esencia de Fuenteovejuna, pese a los numerosos cortes del texto original, e incluso a los añadidos. Que la obra fuera, en cierta medida, una justificación del tiranicidio por parte del pueblo si el poder no se ejercía con justicia, podía abrir la caja de los truenos en cualquier espectador medianamente avispado.
Durante la II República, Román había sido colaborador de Federico García Lorca en su compañía La Barraca y había dirigido representaciones teatrales de la mítica obra de Lope de Vega, con la que estaba muy familiarizado.