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10-09-2024


Sandra Marchena

“Creo que el clasismo puede incluso más que el machismo”



De ser una de las primeras mujeres en la 'stand-up comedy' en televisión a dar vida todas las tardes a Rosina durante seis años en 'Acacias 38'. La actriz (también dramaturga y directora) vuelve a las series diarias con 'La Moderna'



ESTELA BANGO

FOTOS: ENRIQUE CIDONCHA

La polimatía televisiva tiene nombre de mujer. Sandra Marchena (Sabadell, 1973) lleva ya más de 20 años ocupando su hueco en la pequeña pantalla. Su debut, casi accidental, fue en el programa Nuevos Cómicos (Paramount Comedy), cuando hacer stand-up y ser mujer eran dos términos prácticamente incompatibles. Participó en una de las series diarias más emblemáticas de nuestro país, Amar en tiempos revueltos, aunque su consagración llegaría luego gracias 600 episodios de otra producción emitida en la sobremesa, Acacias 38. Escribe y dirige... y ahora vuelve al panorama interpretativo con La Moderna.


- Tiene callo en el ritmo frenético de grabación de las series diarias. Ahora en La Moderna, ¿cómo lleva la vorágine?

- La llevo bien. He estado estresada, nerviosa, porque estoy encontrando el personaje. Soy muy de recriminarme, muchas veces pienso que soy la peor, pero ya empiezo a domesticar eso. Quiero dejarlo de lado. Las series diarias tienen un punto de adrenalina que me gusta: ese aprendizaje y esa capacidad de poder darlo todo en escena tan rápidamente.



- En lo que dice se percibe cierto síndrome de la impostora, ¿puede ser?

- Yo lo tengo eso en casi todo lo que hago... También soy dramaturga y directora, y en esas facetas también lo siento. 


- Sin embargo, estuvo de principio a fin en Acacias 38. ¿Cómo fue el momento de la despedida?

- Fueron seis años y cuatro meses... Me despedí de una vida y no tenía otro proyecto profesional, excepto algunos proyectos propios. El adiós lo sentí más tarde, esas cosas las noto con retardo. El último día fue tan emotivo que quizá lloré en algún momento, pero los momentos así los reposo antes de expresarlos con palabras.



- Antes mencionó sus proyectos propios. Usted escribe y dirige. ¿Se compatibilizan bien esas dos labores con la de ser actriz?

- Escribo desde pequeña. Es una necesidad vital. Acumulo cursos de dramaturgia que me ayudan a darle forma a ese torrente que tengo. Por ejemplo, ahora que sigo familiarizándome con mi personaje en La Moderna, le estoy dedicando más tiempo a eso. Pero durante los últimos años de Acacias 38 pude escribir una obra.


- ¿Y cómo es ver sobre las tablas algo que ha creado su imaginación?

- Es muy gratificante. Aunque diría que casi resulta más fácil crear una obra que colocarla en los teatros. Empecé a mover mis textos hace mucho tiempo, recuerdo que todavía estaba haciendo stand-up comedy. Y me parecía más sencillo colocar una obra a puerta fría. Hoy es difícil sin tener contactos.


- Ahora que saca el tema de los monólogos, formó parte del histórico programa Nuevos Cómicos (Paramount Comedy). ¿Qué recuerda de aquellos inicios?

- Yo no tenía grupo de teatro en Madrid, así que me apunté a un certamen de monólogos. Dos chicos de la escuela de Sabadell vinieron conmigo. Grabamos unas minipiezas con mis monólogos en medio y ganamos el concurso. Después llevé ese vídeo a Paramount Comedy, donde estaba Ricardo Castella. Empecé a ir allí a menudo. Castella y Juan Diego Martín me enseñaron técnica. En poco tiempo hice numerosos monólogos y fui a la gira. También hice algún sketch con La hora chanante.



- Volvamos a las series diarias: el visionado en streaming las abre a otros públicos, ¿no?

- Acacias 38 está arrasando en Polonia, Chile, Italia... La ficción diaria es lo que más perdura en la televisión convencional y es evidente que se complementa muy bien con la web.


- Tras tantos años encarnando a Rosina, ¿cómo es su personaje en La Moderna?

- Leonora tiene ese candor que yo misma tengo y que Rosina también tenía. Pero es más pausada. Por eso intento hablar con más lentitud, que es lo que más me cuesta. Y me gusta que sea una mujer con autoridad. Mi registro en La Moderna no es histriónico. 


- ¿Cómo se apaña para memorizar el texto e ir creando el personaje al mismo tiempo?

- Repaso en voz alta, pongo la grabadora con las voces de los otros... Y reconozco que también procrastino mucho: estoy tan preocupada que a veces me quedo paralizada.



- Y como dramaturga, ¿enfrentarse a la página en blanco la paraliza?

- Con la escritura tengo incontinencia. Lucía Carballal fue mi profesora y gracias a aquel curso acabé la obra Catártica. Ella me dijo: "Quita aproximadamente 90 páginas". Ese texto va a estar en noviembre en los Teatros Luchana.


- En Catártica habla de machismo, edadismo, paro... ¿Ha vivido usted la precariedad típica de esta profesión?

- He tardado en vivirla. Durante mucho tiempo hice monólogos y yo era de las pocas chicas... Antes no tenía conciencia de que algo fallaba, pero ahora sí. Recientemente fui a El Golfo Comedy Club y tiene a muy pocas a mujeres programadas. Por no hablar de La Chocita del Loro. No critico a los sitios, sino que apenas incluyan a mujeres en su oferta. Cuando las cómicas son maduras y por fin están posicionadas, sí las invitan a programas o incluso a ser colaboradoras. Y aquellas que no despuntan del todo se encuentran en un limbo dificilísimo. Yo soy afortunada, a pesar de pasarlo muy mal estos tres años: solo me han salido dos castings.


- Entiendo que lo peor no es tanto la duración de cada parón, sino la incertidumbre.

- Sí. En este último parón me he volcado en la escritura, pero en segundo plano me estaba estresando: he tenido calvicie, me he hecho implante de encías... Pasé muchos nervios sin ser consciente de ello.



- Con todo lo que escribe y la experiencia que ya acumula en televisión, ¿no se le pasa por la cabeza crear una serie?

- Me encantaría, aunque me da pudor. Y es muy difícil. Lucía Carballal me dijo que le recordaba a Phoebe Waller-Bridge en Fleabag. Sí me gustaría hacer algo así.


- En el ámbito del cortometraje ha trabajado delante y detrás de la cámara. ¿Qué tal la experiencia como directora?

- He aprendido mucho. He aprendido lo difíciles que son las relaciones, lo difícil de decirles a los actores qué quieres que hagan. A veces pienso que quizá es más complicada la dirección de actores cuando eres mujer y careces de gran prestigio como directora. Creo que el clasismo puede incluso más que el machismo: no se le contesta del mismo modo a una directora consagrada que a una que no lo es.


- De entre todo lo que hace, ¿con qué disfruta más? 

- Escribir es lo más íntimo. En la actuación hay momentos de magia, pero no ocurren siempre. Me acuerdo de cuando estaba de gira con El Club de la Comedia: el público tuvo un ataque de risa porque yo estaba en estado de gracia. O de cada vez que un director me da una pauta tan acertada que yo la hago enseguida. Aunque reconozco que esos instantes son muy gratificantes, nada hay comparable a la libertad que brinda la escritura, a esa enorme felicidad de no necesitar que nadie te dé indicaciones.

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