− ¿En qué momento de qué rodaje pensó: “¡Madre mía, en qué lío me he metido!”?
− Aunque he vivido ese momento, no sería elegante decir en qué trabajo fue, así que me lo guardo para una tarde de anécdotas y vinos con amigos.
− ¿Le gusta volver a ver las series y películas en las que ha participado?
− Me gusta visionarlas en el momento para examinar mi trabajo, pero no me resulta interesante tragármelas luego otra vez: siempre creo que ahora lo haría mucho mejor que cuando lo hice. ¡Y me rallo!
− ¿Cuál considera que es el principal problema del cine español y qué solución se le ocurre para paliarlo?
− El desencuentro con gran parte de nuestra sociedad. La distribución se hace difícil por unas leyes que no nos dan nuestro sitio, deberíamos aprender de algunos países vecinos. También tenemos un sistema antiguo y carca para valorar a nuestros profesionales, al contrario que en el mundo anglosajón, donde apuestan continuamente por gente nueva y nuevos puntos de vista sin desmerecer a quienes estaban antes. Aquí demasiada gente tiene demasiado miedo a perder su sitio. Pero ahora se dibuja un nuevo campo de juego y debemos ser consecuentes con nuestro tiempo, seguir ahí sin parar de contar historias.
− ¿A quién le devolvería antes la llamada, a Tarantino o a Burton?
− Tarantino es más mi rollo, aunque Burton es magia.
− ¿Cuál fue el primer actor o actriz que le conmovió?
− Creo que fue E.T. Y a partir de ahí, tantos y tantos…
− ¿Qué frase cinematográfica le gusta aplicar como leit motiv personal?
− “Para ganarme tendrá que matarme. Y para matarme tendrá que estar dispuesto a morir también”. Es de Rocky IV.
− ¿Qué largometraje ha visto tantas veces que se sabe los diálogos completos de alguna escena?
− Hay unas cuantas… Me quedo con Blade Runner (Ridley Scott) y Smoking Room (Roger Gual y J. D. Wallovits).
− ¿Recuerda alguna anécdota divertida que haya vivido como espectador en un teatro o sala de cine?
− Fui a ver una de las entregas de Shrek y, a un par de butacas de la mía, había una niña sentada en esa especie de sillita de plástico que ponen. Al final de la película, el ogro entra corriendo en el palacio para impedir la boda entre Fiona y el príncipe, pero ella no oye sus alaridos. De pronto, la niña empezó a gritar a voz en cuello: “¡Fiona, Fiona!”. Intentaba que la escuchase desde la sala. Que estuviese tan metida en la historia me pareció mágico.
− ¿A qué serie de televisión está enganchado?
− A Homeland, por la calidad de sus guiones e interpretaciones.
− ¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado alguien cercano –del ámbito personal o profesional– para ejercer este oficio?
− Todavía estoy esperando, en lo profesional, ese consejo y a esa persona.