‘Una corona para Claudia’ aborda su cuarta temporada con un reparto joven que no para de lanzar guiños al público de su generación. El éxito de ‘La llamada’ sirve como el antecedente para la esperanza
Teatro de ‘millenials’
para ‘millenials’
PELAYO ESCANDÓN (@pelayoescandon)
Reportaje gráfico: Enrique Cidoncha (@enriquecidoncha)
La sala Lola Membrives del Teatro Lara, debajo de la imponente Cándido Lara, es algo así como las calderas del Titanic: allí los más jóvenes bregan y se curten con la aspiración de actuar algún día en la sala de arriba. Por ella circula a toda velocidad el madrileño Iker Azkoitia, director, productor, actor y creador de Una corona para Claudia. Una obra donde cinco jóvenes comparten un viaje tragicómico conducido por 14 temas originales con música en directo a través de una guitarra y un teclado. Todos los actores rondan los 30 años, los recursos son exiguos y Azkoitia asume diferentes roles ante la perspectiva de una profesión donde –ya saben– solo el 8 por ciento de los actores vive de su oficio y la brecha salarial es insondable. Asistimos a teatro hecho por millenialsy que se propone atraer y reenganchar a su propia generación, esa donde tienen cabida menciones a series como Penny Dreadful o Juego de Tronos. La obra, que cumple su cuarta temporada, permanecerá en cartel hasta el 31 de agosto (desde 14 euros).
“Llegué a toda esta situación por no querer sentarme a esperar a que suene el teléfono y salga un casting. Hoy en día lo que te puede dar de comer como actor es la ficción y la publicidad, pero más allá de eso es muy difícil acceder a un tipo de teatro que profesionalmente te mantenga”, explica Azkoitia. El joven artista reparte órdenes aquí y allí, revisa algún aspecto con el técnico de sonido y luces, corrige a los actores. No para. “Llega un momento en el que la única opción es crear y producir tus propios proyectos, aunque se vaya mucho tiempo y energía y apenas se puedan mantener”. El dramaturgo precisa datos: “Con unos 1.500 euros se puede empezar a hacer algo. Eso sí, los ensayos… sin remunerar”.
Pocas oportunidades
En esos ensayos y en la obra participan las actrices madrileñas Eva Ramos y Laura Ledesma, de 24 y 30 años, respectivamente. ¿Cómo ven el panorama? “Muy complicado. Hacer cosas es siempre posible si te lo propones, pero vivir de ello es muy difícil, porque el trabajo que sale muy esporádico y se gana poco”. Además, coinciden en que existe una brecha muy grande entre los actores que se bregan desde abajo y los que están arriba. “Hay mucha competencia y pocas oportunidades para las caras nuevas”, resumen.
Ledesma reclama más formación empresarial entre los actores: “Tenemos que actuar como empresarios de nuestro producto, que somos nosotros mismos. El actor se siente artista y no se empresario, pero es igual de importante”. Ramos apuntilla la idea: “Esta es una profesión inestable y la mayoría del tiempo depende de que otros te den el sí”. Eso sí, las dos actrices son conscientes del gran talento y las ganas que ven entre los actores de su entorno. “Somos la generación mejor preparada y el tipo de interpretación que se hacía ha cambiado. Ahora se apuesta por algo más natural, en espacios diferentes y dirigiéndote a un público que se encuentra más cerca”.
Precisamente es su generación, hiperconectada y acostumbrada a consumir lo que quiere y cuando quiere, la que con más ahínco intentan reenganchar. “El teatro lo tiene muy complicado. No hay cultura ni educación de asistir a una obra, y a la gente joven le resulta muy caro. A nadie le sorprende gastarse 20 euros en dos o tres copas en una noche, pero si dices 20 euros en una obra de teatro todo el mundo pone el grito en el cielo”. Además, y en conclusión compartida por las dos intérpretes, “es imposible competir con Netflix”. Con todo, Ramos quiere creer que gracias a producciones como La llamada se está despertando un nuevo interés entre los jóvenes. “Nuestro público tiene entre 20 y 30 años. Se junta gente joven, con talento, emprendedora y con una historia que engancha, en un tono fresco y cercano. Y funciona”.
Trabajos para pagar las facturas
“Se nos olvida que hay que contar historias con las que la gente joven se sienta identificada, no solo los clásicos. A lo mejor hay que empezar por ahí para luego ir subiendo de temperatura”, prosigue Ledesma. Ninguna de ellas vive de actuar. Ramos trabaja en una empresa a media jornada, “siempre en función de los compromisos teatrales”, y Ledesma imparte clases de inglés. “Es una cuestión de supervivencia, para pagar las facturas”, asumen.
Azkoitia, el director, apura los últimos ensayos antes de que comience la representación de la función, completada sobre las tablas por el propio director, Ricky Fan y Jaime Riba. La puesta en escena es mínima: cinco sillas, una guitarra y un teclado para acompañar las canciones. Una de las fórmulas que aplica el director para atraer a público joven es utilizar referencias de la actualidad y de cultura moderna, como las series de televisión. “Es una manera de estar a pie de calle y mantenernos en contacto con los jóvenes”, razona. Y se lamenta: “El telediario es el espejo de la sociedad: dedica muchos minutos al fútbol pero muy poco al teatro, la literatura o la música. Y así es difícil que la gente joven venga…”.
A pesar de que Una corona para Claudia ha ganado el Certamen teatral Arte4 con premio a la mejor obra, libreto e interpretación femenina, y ha sido nominada a tres premios Broadway World (mejor musical original, musical de pequeño formato e interpretación femenina), el joven precisa que su proyecto se hace posible gracias al apoyo y la motivación de sus compañeros. Por eso mismo reclama más facilidades administrativas para poder sacar adelante este tipo de iniciativas, como una tasa de autónomos proporcional a los ingresos o incluso que el teatro asuma el alta de los actores. “Eso sí que sería una gran ayuda”.