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28-08-2013

 
 
Tito Valverde 


“Te hace mayor que te den tu primer papel de abuelo. Eso impresiona”


El policía encorbatado más popular del país cambia de uniforme para hacer de militar retirado con Gracia Querejeta
 
EDUARDO VALLEJO
Reportaje gráfico: Enrique Cidoncha
Si alguna vez coinciden con Tito Valverde (Ávila, 1951) y andan con prisa, por su bien no le pregunten ni la hora: habla por cuatro y ustedes van a llegar irremediablemente tarde. Ahora bien, si tienen tiempo, denle carrete porque pasarán un buen rato. Valverde ha vivido unas cuantas historias en las tablas y los platós, y tiene chufla y corazón como para contarlas con interés. Tras años de carrera teatral, sus papeles más recordados llegaron delante de una cámara. Ciudadanos, con ustedes: El comisario.

– ¿Qué mosca le picó para irse con 17 años a estudiar interpretación a Málaga?
– No fue por amor al escenario. Yo estaba en la OJE y entre otras cosas hacía teatro. Representábamos Cargamento de sueños, de Alfonso Sastre, y quedamos segundos en una competición nacional. Ganó la compañía ARA, de Málaga, que tenía un teatro escuela del que salió gente como Mónica Randall o Raúl Sénder. Para mi sorpresa, la mecenas de la compañía, que era la esposa de Edgar Neville, me ofreció irme con ellos.

– Una dosis de libertad intravenosa. ¿Y ahí le metieron el gusanillo?
– Me atraía el mar, la playa, la aventura... pero no el teatro. El veneno de actuar me lo inocularon allí poco a poco.

– En Madrid debutó con José Luis Alonso en 1974. ¿Cómo se lo montó?
– Acabada la mili, aterricé en la capital para probar fortuna. Era una locura, pero en esto o arrancas cuando eres un insensato o no lo haces nunca. Asalté a Alonso un día en Dorín [céntrico restaurante madrileño]. Sabía que había algún papelillo vacante en la reposición de El círculo de tiza caucasiano, que había sido retirada tres años atrás por el espanto que le produjo a la mujer de Carrero Blanco. Conseguí un papelito de coracero.

– Y feliz de la vida.
– Imagínese. Al lado de Bódalo y María Fernanda D’Ocón, con mi casco, mi pasamontañas, mi coraza de chapa y mis dos frasecitas, me había caído un año seguido de trabajo en el María Guerrero, tournée incluida



– También estuvo con Alberto Closas en la gira de ‘¿Por qué corres, Ulises?’
– En el 76. Closas impresionaba. Era muy serio para el trabajo, muy riguroso. Un día en Sevilla salía lanzado hacia su camerino y al verme se paró y vociferó [imita su voz ronca]: “Muchacho, eres un actor de la gran puta. Te van a doler los huevos de ganar millones a esto. ¡No te estropees! ¡No hay papeles pequeños!” Me pegó un susto tremendo, pero tenía razón el jodío.
Al oír las voces de su dueño, Aslan, un cachorro de labrador despierto y juguetón, ha soltado su pelota con pito que, poco a poco, ha ido chiflando hasta soltar el aire que tenía dentro. La vieja Nena, también labradora, pero ya veterana, ni ha alzado la vista.
 
Decatlón interpretativo
– Suena épico, pero supongo que hizo cosas de todo pelaje.
– De todo, soy actor de decatlón: teatro, cine, televisión, doblajes, pruebas hasta para Barrio Sésamo (la más marciana de mi carrera), café-teatro e incluso music hall con mi amigo Raúl Sénder. Lo acompañé en Caribiana sirviéndole chistes y haciendo de presentador. Me compré una moto para llegar a tiempo desde el teatro a la sala de fiestas.

    En apenas cinco años, después de dejar el teatro y antes de instalarse a tiempo completo en la pequeña pantalla, Valverde tuvo papeles de peso en películas importantes: El bosque animado (Cuerda, 1987), Amanece que no es poco (Cuerda, 1989), Alas de mariposa (Bajo Ulloa, 1991) y Sombras en una batalla (Camus, 1993). ¿Cuestión de tino o simple suerte?

– ¿Tino? Qué ocurrencia. Yo no elegía papeles. Tuve suerte. Hace falta mucha. Mi secreto es un San Pancracio bendecido que me regaló una compañera en 1977 cuando hacíamos Las manos sucias de Sartre.

– Pues yo tengo uno con ramita de perejil y cinco duros en el dedo. Y nada.
– Eso es que no está bendecido, amigo.



– Lleva años sin hacer televisión, aunque pronto lo veremos en ‘Galerías Velvet’, de Antena 3. ¿Acabó agotado tras la década de ‘El comisario’?
– Hasta que hubo terminado no fui consciente del cansancio, ni de lo bien que se vive sin obligaciones. Me acostaba todas las noches con el guion bajo la almohada. Diez años. Se dice pronto.

– ¿Cómo preparó el personaje?
– Nos informamos de cómo sería un comisario normal: su vestimenta, su sueldo, su coche, la edad media en su rango, etcétera. Poco más. Los actores del método, como Pacino, me cansan un poco. Son intensos hasta para describir cómo crece un geranio.

– ¿Le costaba quitarse la placa al salir del plató?
– A veces veía pasar un coche a toda velocidad y sentía ganas de perseguirlo. Cuando juegas tanto tiempo a una cosa... En coña le decía a mi mujer que me diera un toque si me pasaba lo que a Weissmüller, que acabó creyéndose Tarzán.

– El concepto original de la serie era cómico. ¿Cómo se obró el cambio?
– Se llamaba Historias del cuerpo y en el primer capítulo arrestábamos a una cabra por robar en un mercadillo, la cabra se comía mi chaqueta, en fin... En el tercer capítulo se consideró mejor hacerla en clave seria. Antena 3 preparaba Policías, pero nosotros fuimos más rápidos. Pasamos a otro registro en un pispás.

– Diez años en la parrilla y siempre arriba. ¿En qué se fundamentó el éxito?
– En guiones que tocaban temas reales y reflejaban el día a día de la policía sin ridiculizarla. La de Antena 3 era más fantasiosa; la nuestra, más realista. Pope y Charlie eran la pareja típica de detectives de paisano. Como Starsky y Hutch. Me daban mucha envidia. 

– ¿Le hace a uno mayor trabajar con un niño de ‘Verano azul’?
– No, Juanjo [Artero] es un gran compañero, muy cariñoso. Lo que te hace mayor es que te den tu primer papel de abuelo, como en mi última película. Joder, eso sí que impresiona.
Se refiere a 15 años y un día, el reciente estreno de Gracia Querejeta, Biznaga de Oro en el Festival de Málaga, precisamente la ciudad donde empezó todo para Valverde.

– El público adoraba sus telecomedias, primero con Verónica Forqué y después con José María Yuste.
– Si al soldado el valor se le supone, al actor se le supone el registro. Pepa y Pepe era una tragicomedia doméstica con retranca, al estilo de Rosanne, y Todos los hombres sois iguales era disparatada. Llegué a vestirme de conejito Playboy. Pero ojo, tengo que corregirle, mi amigo Josema no se llama José María... [sonríe malévolo] ¡Es José Mariano! Esto lo cuento; que se fastidie. Somos amigos, pero lo cuento. Ja, ja, ja.
Valverde no ha podido evitar la maldad guasona, mientras el cachorro vuelve a soltar la pelota y a mirar atónito a su despepitado amo.
 
 

 
 
‘El comisario’

Los datos.
Emitida por Telecinco de 1999 a 2009, en un total de 191 episodios y 12 temporadas, alcanzó su máxima audiencia el 21 de diciembre de 2005: 6.051.000 espectadores.
 
El argumento. Primera réplica en castellano a la mítica Canción triste de Hill Street, refleja el día a día de la madrileña comisaría de San Fernando, donde sus agentes lidian de uniforme y de paisano con casos de diverso jaez y, a menudo, de candente actualidad.
 
El reparto. Un variado cóctel de veteranos y bisoños encabezado por Tito Valverde y los “secretas” Marcial Álvarez y Juanjo Artero (Pope y Charlie), secundados por Elena Irureta, Joaquín Climent, Jaime Pujol y un interminable etcétera que incluye a María Jesús Sirvent, esposa de Valverde en la vida real y su asistenta en la serie.

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